A los 93 años, murió Hebe Pastor de Bonafini, Presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo e histórica luchadora contra la última dictadura militar y por el juicio y castigo a los responsables.
Hebe, a quien el estado terrorista secuestró a dos de sus hijos y a su nuera, inició su lucha con su búsqueda y el reclamo por su aparición con vida, así como la de las decenas de miles de desaparecidos y desaparecidas. Y se convirtió en una de las más destacadas de las cientos de mujeres que, de no interesarse en absoluto por la política, despertaron a la militancia a partir del ataque del terrorismo de estado contra sus hijos e hijas. Como ella misma manifestó en más de una oportunidad, fueron paridas por sus hijos a la vida política.
Se cuentan entre ellas también, Azucena Villaflor, desaparecida a manos del genocida Astiz, las madres que todavía están con nosotros, como Norita Cortiñas, Taty Almeida, Elia Espen y Mirta Baravalle, hasta las cientos de mujeres sin nombre, las anónimas luchadores de las plazas y de las calles, que se convirtieron en un símbolo no solo en Argentina sino en el mundo.
Hebe ocupó y seguirá ocupando un lugar incuestionable en esa historia. Pero su importancia no termina allí. Junto con las demás madres, organismos de derechos humanos, hijos de desaparecidos y jóvenes militantes, protagonizó la pelea contra la impunidad en democracia, durante las décadas del 80 y 90, contra las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, y contra los indultos del gobierno menemista. Hebe es también aquella que, ante la amenaza del tribunal que presidía juicio a las juntas de que si no se sacaba el pañuelo suspendería la lectura del fallo, decidió irse del recinto, argumentando que si los militares podían estar vestidos con sus uniformes, ella no tenía por qué quitarse su símbolo de lucha, no queriendo resignar ni siquiera este elemento simbólico; hecho bochornosamente obviado en la película Argentina 1985.
Hebe fue protagonista, durante muchos años, de la denuncia de la represión en democracia, de la oposición al pago a la deuda externa y del apoyo a las reivindicaciones de la clase obrera. Permanece de manera indeleble en la memoria de muchos, el protagonismo que las Madres de Plaza de Mayo supieron tener en las jornadas de diciembre de 2001, enfrentando con sus cuerpos la avanzada de la caballería. Y también solidarizándose con la pelea de los obreros de fábricas recuperadas por sostener sus puestos de trabajo y manejar la producción, como los casos emblemáticos de Zanon y Brukman.
Debemos decir que cuando escuchamos la noticia de su muerte, y porque vinieron a nuestros recuerdos estas escenas y muchas más, se no escapó un lagrimón. Pero como no somos de aquellos a quienes la muerte los lleva a olvidar todo el pasado y convertir a los difuntos en impolutos, no podemos menos que señalar la deriva de Hebe desde hace muchos años, lo que ha ameritado de nuestra parte muchas críticas y diferencias. Y si lo hacemos es para contribuir al necesario debate; y para seguir enfrentando no solo a la impunidad del ayer, que continúa vigente, a la que madres tanto combatieron, sino a las represiones estatales del hoy, contra jóvenes, trabajadores y pobres, hechos que gozan de la misma impunidad por parte del estado.
Partimos de repudiar toda expresión de los sectores más ultra reaccionarios de la política y la sociedad, que las llamaron (y siguen llamándolas) las locas de Plaza de Mayo. A ellos nuestro categórico repudio.
Pero también nos delimitamos de quienes hoy intentan, como hace mucho tiempo, apropiarse de una lucha a la que poco han contribuido y hasta han ofendido con sanción de leyes como la Ley Antiterrorista; y con la represión a amplios sectores populares, donde Guernica solo fue un pequeño triste episodio.
Porque a pesar de lo que consideramos graves errores políticos de Hebe, que promovieron incluso divisiones entre activos militantes de DD.HH., como su oposición a los resarcimientos económicos a familiares o víctimas del terrorismo de estado, por ejemplo. Fue con la llegada de Néstor Kirchner a la presidencia que asistimos a una transmutación más profunda de esa Hebe que nada negociaba, de la Hebe de “ni un paso atrás” y del apoyo incondicional a las luchas obreras, a una nueva Hebe: la del apoyo acrítico a las políticas de gobierno nacional, y por ello el silenciamiento de las denuncias que lo rozaran.
Ese alineamiento y cooptación por parte del gobierno nacional (del cual fueron sujetos también otros organismos de DD.HH.) la llevó profundizar graves errores políticos. Desde dividir marchas con actitudes macartistas, como el 24 de marzo de 2013, cuando militantes de La Cámpora pretendieron impedir violentamente el ingreso a la plaza de las columnas del Encuentro Memoria, Verdad y Justicia, integrado por decenas más de 300 organismos de DD.HH., gremios combativos, partidos de izquierda y Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora. O su decisión de levantar la Marcha de la Resistencia porque “el enemigo ya no está en la casa rosada”. Sumemos aquí también, sus declaraciones ante la segunda desaparición de Jorge Julio López. Y quizás dos que provocaron una gran indignación en honestos luchadores: el apoyo irrestricto a Cesar Milani, acusado por la desaparición del conscripto Ledo, incluso acusando a la madre de Ledo de mentirosa, y a su hermana, tildándola de «radical». Y la participación en la marcha oficialista del 24 de marzo de 2017, a bordo de un camión, al lado de Aníbal Fernández, principal responsable político de la masacre de Puente Pueyrredón donde son asesinados Maxi y Darío.
Nos encantaría en estas líneas poder hacer una semblanza complaciente, ocultando estas críticas, pero consideramos que son necesarias en aras de la memoria y la verdad tan pregonadas. Para señalar con ellas la indispensable independencia de quienes dicen defender los DD.HH. con respecto al estado represor y los gobernantes de turno.
Entre las luces y sombras de Hebe de Bonafini, tomamos las palabras de Ana Bayer, la hija de Osvaldo, uno de los indispensables en la lucha, tan cercano a Hebe durante su etapa de exilio y los años posteriores, y tan maltratado por ella desde el 2003 en adelante: “Mi padre Osvaldo hubiera dicho, pese a todo es una triste noticia… Hubiera dicho hoy pese a todo: Gracias Hebe fuiste una gran luchadora”.