El pasado domingo 20 de mayo, se realizó en Uruguay la tradicional Marcha del Silencio, que fue multitudinaria. Esta fecha, en Uruguay y para los uruguayo de todo el mundo, es la elegida para reclamar justicia por las víctimas del terrorismo de estado (tiene un significado similar al 24 de marzo en Argentina). En este artículo que agradecemos, Fernando Moyano Balbis nos relata cómo se dio la movilización en Montevideo.
En vísperas de un nuevo 24 de marzo, el historiador Pablo Pozzi nos propone reflexionar sobre un aspecto no muchas veces mencionado de la dictadura genocida del ’76: la profunda resistencia obrera que hubo a dicho régimen represivo. “… la gran mayoría de las historias cuentan a los trabajadores como víctimas, nunca como luchadores antidictatoriales. Y sin embargo, sin esa decisión obrera no habría habido apertura electoral en 1983” sostiene Pozzi, autor del libro Oposición obrera a la dictadura (1976.1983), Editorial Contrapunto, 1988; entre tantísimos otros títulos sobre la historia del movimiento obrero argentino y norteamericano.
Después de ser las primeras en plantarle cara a la dictadura de manera unificada en el lejano 1977, las Madres de los detenidos desaparecidos y Abuelas de niños y niñas (hoy adultos) expropiados, continúan cada jueves dando vueltas alrededor de la pirámide de la Plaza de Mayo, nombrando a cada una de las víctimas del genocidio y respondiendo ¡Presente!, ante cada uno de ellos. Representan esa llama piloto desde la cual encender la resistencia y las luchas que vendrán.