El próximo 30 de octubre, un Brasil dividido elegirá en las urnas un nuevo presidente, en una segunda vuelta electoral que mantiene en vilo a buena parte de América Latina. En la opinión pública, la expectativa es enorme. La tensión crece al ritmo de un periodismo con precipitados vaticinios sobre futuros hechos de violencia. Las encuestas han fallado, otra vez, en sus pronósticos electorales. Los resultados de la primera vuelta han traído más de una sorpresa. Pero, de entre todas las lecturas posibles, ¿cuál fue la sorpresa? ¿Y para quiénes?