Artículo publicado en el blog Miguel Espinaco – Cosas para leer

Por Miguel Espinaco

El llamado a una reforma de la Constitución Provincial debería ser un hecho social de máxima importancia ya que se pone sobre la mesa allí, todo el andamiaje de derechos y las formas de organización política. 

Podría discutirse en una verdadera reforma constituyente, qué hacer con este sistema “representativo” en el cual los pobres mortales sólo eligen cada tanto quienes los van a representar para que después, casi siempre, si te he visto no me acuerdo.  O bien podría hablarse sobre si es razonable que un derecho como el de huelga sea pago, ya que los trabajadores en Santa Fe deben pagar – o dejar de percibir – una porción de su salario para ejercerlo.

Vale no confundirse con la consigna de Asamblea General Constituyente que han usado muchas veces los partidos de izquierda para plantear la necesidad de cambiar desde la base toda la organización social y política.  Esto es justamente todo lo contrario porque está todo organizado para que no se discuta, por ejemplo, el privilegio que tienen las cerealeras de llenarse de plata y estar al mismo tiempo exentas de muchos impuestos, podría hablarse del derecho que tiene cualquier patronal como Vicentín de estafar a medio mundo sin que exista la posibilidad “comunista” (Pullaro dixit[1]) de que el estado se haga cargo de ese brillante negocio, estableciendo el control de sus trabajadores para que no siga la joda. 

Podría discutirse también la base económica que permite que un grupo de empresarios se quede con el fruto del esfuerzo de los trabajadores santafesinos facturando a través de sus puertos privados miles de millones de dólares mientras en la Provincia campean los pobres, o podría debatirse seriamente la cuestión de la inseguridad – narcotráfico incluido – en la cual la Policía es más un problema que una solución.

Pero nada de todo esto va a pasar en esta reforma constitucional que como dice el título, está blindada, cerrada herméticamente para que sólo sirva para que los grandes partidos que representan a esos empresarios a los que les va muy bien, puedan armar una provincia todavía más antidemocrática de lo que ya hoy es.

Voy a repasar en esta nota, las distintas formas en que se manifiesta este blindaje al que me vengo refiriendo:


Blindaje 1 – Que no se enteren demasiado

Es obvio que la mayoría de los santafesinos no tienen muy claro este asunto de la reforma constitucional. 

Las encuestas dicen que más de un 20% ni sabe que el domingo se eligen convencionales constituyentes, pero no hay duda de que sí se profundizaran las preguntas, el otro 80% no tiene tampoco demasiado claro de para qué es todo esto. 

Algunos te contestarán con resignación que debe ser para que el gobernador Pullaro consiga su reelección – lo cual es cierto – o te dirán yo voto a esta carita o a esta otra, o te dirán a mí que me importa y no irán a votar o votarán en blanco, pero seguramente gran parte de todos ellos ni siquiera sospechan los profundos riesgos que para los trabajadores y el pueblo santafesino se esconden en esta reforma.   Al fin y al cabo, casi todos están por estos días mirando con un ojo los precios de las góndolas y con el otro el del dólar, preguntándose cómo llegarán a fin de mes si ya ahora no llegan.

Será para eso, será para que esa ignorancia se mantenga, que desde el gobierno santafesino no se promovió que los candidatos tengan espacios gratuitos en la televisión o que haya debates públicos, será por eso que se promovió este brutal silencio apenas interrumpido por la cartelería en la calle mostrando caras que no dan demasiadas pistas, o por las voces de los candidatos que tienen plata o que arriman pauta a los medios de difusión más importantes, y que entonces pueden dar a conocer sus propuestas de derecha…. o más o menos de derecha.

Blindaje 2 – Que no entren minorías molestas

El sistema de elección fue concebido como un blindaje para que no entren minorías molestas. 

Se votan 69 constituyentes y si uno divide la cantidad de votantes (más o menos un 70% del padrón siendo muy optimistas) por 69, se da cuenta de que con unos 27.000 votos cualquier minoría podía promover un convencional. 

Pueblos originarios, organizaciones de trabajadores, minorías sexuales, pueblos que denuncian que los agrotóxicos los envenenan, cualquier colectivo más o menos numeroso, podría haber conseguido representación, aunque si tomás en cuenta sólo el sistema de partidos notarás que los más chicos como la izquierda también pueden llegar a ser excluidos con éxito, gracias a estos mecanismos.

Lo que se busca con esto es que la Convención sea sólo para los amigos – y para los socios del régimen, aunque se muestren como opositores – lo que se busca es que no se llene de extraños y de criticones, entonces se montó este blindaje que deja afuera a las minorías.

Así funciona:  la ley estableció que haya 19 convencionales de los 69 que se elijan por departamento (dañando así la representación proporcional) pero peor todavía, y para evitar cualquier sorpresa, pusieron un mínimo de 4,5% sobre el total del padrón, un 50% más alto del ya proscriptivo mínimo que se aplica en las elecciones generales.  Si no sacás eso, no entrás.

El resultado de estas trampitas a la matemática más elemental – claramente antidemocráticas – es que se necesitarán 70.860 votos (y no 27.000) para poner un representante en la Convención Constituyente lo cual redundará por otra parte, en una sobre representación de los partidos de los empresarios.

Blindaje 3 – Que no se modifique el núcleo duro

La ley 14.384 establece la convocatoria para la reforma parcial de la Constitución.

El artículo 5 dice – para que no queden dudas – que “serán nulas de nulidad absoluta todas las modificaciones, derogaciones y agregados que realice la Convención Reformadora apartándose de la competencia establecida en el artículo 2”, o sea que se cura en salud para que a nadie se le ocurra meter las manos por fuera de las “competencias” perfectamente demarcadas.

De modo que nadie podrá proponer cambiar la forma representativa de gobierno por una forma más directa, o proponer que a los jueces se los elija por votación, ni siquiera se puede pensar en eliminar la Cámara de Senadores que es el paraíso de la antidemocracia, ya que no respeta ni siquiera mínimamente la representación proporcional de los votantes.

Blindaje 4 – Que lo que se cambie se cambie para mal

Este es el aspecto más complicado de encontrar en la ley de reforma. Si la leés de corrido te va a sonar casi progresista, pero eso nomás hasta que prestás atención a lo que no dice o a lo que no permite, como detallé en el punto anterior.

Si prestás más atención, verás que lo que sí se dice está escrito en un lenguaje tramposo para que parezca una cosa aunque sea otra, a veces exactamente la contraria.

Por ejemplo, la cláusula democrática y republicana (d.1.16) tiene un nombre atractivo y termina con una propuesta que suena bien: “limitando las facultades del Poder Ejecutivo para el dictado de decretos de necesidad y urgencia”.  Lo que no se dice es que los decretos de necesidad y urgencia no existen en la Constitución santafesina, o sea que no está abriendo la puerta a limitarlos, sino a permitirlos.

Otro ejemplo es el artículo 5 que versa sobre la cuestión tributaria.  Allí se incluye el criterio de responsabilidad fiscal – una versión del famoso déficit cero de los ajustadores – seguramente para poder agitarlo contra los trabajadores cada vez que pidan aumento de sueldo o que pretendan que mejoren los aportes a la educación pública y a la salud.  Entre los principios aparece también la “no confiscatoriedad” que ya sabemos que es un principio muy reclamado por los millonarios que se quejan siempre de que les cobran muchos impuestos.  El objetivo oculto aquí, parece ser el diluir el eje del artículo 5 original de la Constitución, que dice que “todos los habitantes de la Provincia están obligados a concurrir a los gastos públicos según su capacidad contributiva”.  Esa tímida alusión a la progresividad impositiva en la constitución de 1962, debe sonarle a Maximiliano Pullaro, demasiado “comunista”.

Sobre el artículo 13, los legisladores proponen a la Convención, “revisar la extensión del derecho de reunión de acuerdo con los estándares reconocidos en la Constitución Nacional y en los instrumentos internacionales sobre derechos humanos”.   En tiempos de Bullrich no es difícil deducir qué pretenden cambiarle a la redacción original del artículo 13 que ampliamente autoriza el derecho de reunión y de peticionar, el cual puede ser prohibido “sólo por motivos razonables”

El artículo 21 habla de jubilaciones y pensiones de los empleados públicos provinciales, o sea de “la Caja”.  En este caso la redacción parece tener dos partes.  Una propone que queden “a cargo de una institución del Estado provincial de carácter intransferible a otras jurisdicciones”, lo cual parece tener el objetivo de cerrar las puertas a cualquier transferencia al Estado Nacional (se trata de una caja muy grande, cuyo manejo todas las “castas” quiere manejar).  La otra habla de “régimen público de reparto, basado en la solidaridad”, lo cual no suena mal en principio, pero parece implicar que el Estado Provincial sueña con dejar de hacerse cargo de los desfasajes en los sistemas de reparto, aunque esté bien claro que hoy por hoy ningún sistema jubilatorio funciona sólo con el aporte solidario de los trabajadores activos.  Y la frutilla del postre es que casualmente omite el concepto “jubilaciones y pensiones móviles” – que refiere al vapuleado 82% móvil – que sí aparece explícitamente mencionado en la redacción original de la Constitución


Podría seguir hablando de los peligros que entraña esta reforma amañada, pero me parece que estos botones bien sirven como muestra.

Más allá de qué hagas el domingo, es importante que tomes nota de que estamos ante algo grave, de que lo que van a hacer todos estos políticos que se presentan como “lo nuevo” pero que son lo de siempre – Pullaro, amigo de Milei y Macri, Monteverde, que se asocia con gente como Traferri – es intentar plasmar una constitución profundamente antidemocrática, todo lo contrario de lo que necesitamos los trabajadores, los jubilados, los sectores populares de la Provincia de Santa Fe

Es importante que quede claro que estamos ante una constituyente que bien podría ser denominada la constituyente de la rosca. 

O la constituyente del ajuste.


[1] “Esto no es un Estado comunista, donde el Estado o el gobierno tiene que intervenir cuando quiebra una empresa”, sostuvo el mandatario, al ser consultado por la posibilidad de que la Provincia asuma algún tipo de control o rescate sobre la empresa Vicentín. (Rosario 3, 07/04/25)