Fotos: José Vergara.
El martes 8 de febrero pasado una nutrida protesta se movilizó por las calles de San Nicolás en rechazo del acuerdo del gobierno de Alberto Fernández y el FMI. La acción fue parte de la convocatoria del espacio “fuera FMI”, y se dio en paralelo con protestas en distintas ciudades del país, teniendo como epicentro a la ocurrida en Plaza de Mayo.
La marcha inició sus pasos desde “Plaza de la radio”, luego continuó por las calles céntricas de la ciudad hasta llegar a la plaza Mitre donde referentes de los grupos convocantes expresaron palabras sobre el tema en cuestión.
Destacamos la importancia de volver a salir a las calles por causas centrales para la nación como es la opresión de poderes internacionales sobre el país, en este caso a través del FMI. al igual que lo sucedido el 11 de diciembre anterior, nuevamente se expresaron cientos de trabajadores, jóvenes y militantes en un contundente rechazo a este organismo internacional de crédito, dirigido por los banqueros y multinacionales, especialmente de EEUU y de Europa.
El acuerdo implica profundizar el saqueo del país, la explotación de los trabajadores y la opresión del conjunto del pueblo consolidando el ajuste y la represión, trayendo las consecuencias de siempre sobre las espaldas de los trabajadores y también, de las clases medias: un franco empeoramiento de la salud y de la educación pública, con mayor recorte de derechos y libertades.
Un pacto con el FMI significa extender y consolidar el modelo extractivista exigido por el mercado mundial, que nos impone una estructura económica basada en la agro industria, en la ganadería de las megafactorías, en la producción petrolera y la explotación minera a cielo abierto, y en el saqueo pesquero que conllevan la destrucción de los ecosistemas y el envenenamiento de los seres humanos.
Sobre las consecuencias del desembarco del FMI el pueblo sabe muy bien, porque las vivió en carne propia, sufriendo el aumento de la desigualdad, la pobreza, el desempleo, la precariedad laboral y de la vida. En San Nicolás, también reconocemos los efectos de las recetas de los capitalistas. A principios de los 90, el FMI junto al Banco Mundial (BM) impulsaron las privatizaciones de las empresas estatales usándolas como monedas de cambio por la deuda externa. Entre ellas estuvo SOMISA, la principal acerera del país, que fue regala al grupo TECHINT. La estafa de la “venta” de SOMISA por parte del peronista Menemismo y en estrecha colaboración con la burocracia sindical de la UOM en particular, trajo la pérdida de miles de puestos de trabajo, y la consiguiente, destrucción del tejido social forjado alrededor del principal empleador de la región.
La presencia del organismo en la Argentina llegó de la mano de la dictadura militar instaurada por la autodenomina “Revolución Libertadora” mediante fusilamientos y el terror en 1956. A partir de la última genocida dictadura militar iniciada con el golpe del marzo de 1976 la deuda externa se transformó en uno de los mecanismos de dominación más pesado sobre nuestro país. Dicho mecanismo fue legitimado, avalado, respetado y aplicado a rajatabla por los sucesivos gobiernos (tanto los de la UCR, Peronistas o de Juntos para el cambio) desde el regreso de la democracia burguesa en 1983.
En el presenta, el conjunto de los partidos políticos tradicionales, incluyendo al Kirchnerismo y su patético cacareo, junto a las burocracias sindicales y demás instituciones del régimen políticos vuelven con la misma política de expoliación, actuando en función de los intereses de los banqueros y de las clases dominantes extranjeras y locales, que fugaron miles de millones de dólares.
La deuda externa es uno de los mecanismos de dominación del Capitalismo, pero no el único. Por lo que, la pelea de fondo es construir una alternativa a este sistema que está destruyendo el planeta y esparciendo la barbarie. Necesitamos pensar, organizar y luchar por una sociedad sustentada en base a la democracia directa, a la auto organización de los oprimidos.