Texto basado en la Editorial del programa radial Borrador Definitivo del sábado 14 de mayo
El pasado 6 de mayo reapareció públicamente Cristina Fernández, en ocasión de ser distinguida con un doctorado honoris causa por la Universidad del Chaco Austral. Como es lógico, luego de la distinción brindó un largo discurso titulado “Estado, poder y sociedad: la insatisfacción democrática”.
Como era dable esperar este discurso, enmarcado en la “grieta” oficialista fue seguido con mucho interés y dejó abundante tela para cortar, tanto que algunas de sus definiciones siguen retumbando en algunos medios, varias semanas después de expresadas.
Fiel a su costumbre, la ex mandataria habló, en su larga alocución, de lo esencial y lo divino, tergiversando algunos datos, forzando otros en función de realzar los 12 años kirchneristas, remarcando el desastre que vino después y contrastándolo aun con el actual gobierno, su gobierno, el que ella ayudó a poner en Balcarce 50. Todo esto ante un auditorio que la escuchaba embelesado, casi en un estado de hipnosis.
Está claro que, aun queriendo, no podríamos abordar todos los tópicos que fue recorriendo la vicepresidenta. Por ello nos alejaremos de las referencias al gobierno anterior y sus diferencias con el actual. La experiencia nos indica que estas peleas suelen encubrir reposicionamientos electorales y negocios, y que toda mención a las desgracias que vive la clase obrera y el pueblo son solo retórica, cuando les toca gobernar saben para quién deben hacerlo. Bastará para comprobarlo, con ver cómo actuarán los funcionarios que le responde frente a los futuros ataques que prepara el gobierno, cumpliendo con lo exigido por el FMI.
Sí vamos a referirnos, en cambio, a lo que vienen siendo un eje del discurso de CFK: la defensa del capitalismo.
Lo primero que debemos comentar sobre esto es, si se quiere, una virtud: Cristina Fernández plantea abiertamente su defensa del actual sistema de explotación. Reconozcámosle su honestidad y digamos de paso que, quienes quieran ver en ella otra cosa más que a una representante burguesa, le deben esto a su propia capacidad de autoengaño. Cristina viene destacando, incluso desde su gestión en la presidencia del país, la supuesta “eficiencia” del actual sistema. Pero esta vez agrega un nuevo elemento: señala el régimen Chino como el modelo a seguir.
La eficiencia china
Dijo textualmente Cristina: “el capitalismo es un sistema productivo que se independizo de las ideologías” y agregó: “tanto es capitalista un sistema presidencialista como EE.UU. como un país gobernado por el PC como es China”, para rematar: “si hablamos de eficiencia, China es el capitalismo más eficiente”.
Lo primero que habría que decir es que esa supuesta falta de ideología del capitalismo, es una ideología en sí misma. Karl Marx define ideología como falsa conciencia, que afecta especialmente a la clase trabajadora para evitar que ésta vea claramente la realidad de la explotación de que es objeto. Y qué otra cosa es, entonces, esa ilusión de que un sistema de gobierno (presidencialista y bipartidista o autocrático de partido único) podría en modo alguno llegar a afectar a un modo de producción, distribución y sobre todo explotación y apropiación de la riqueza, que nos rige a nivel mundial desde hace ya varios siglos.
Más allá de todas estas cuestiones, lo cierto -y lo que la expresidenta no dice- es que ese sistema capitalista chino tan eficiente se hizo súper explotando a cientos de millones de trabajadores y trabajadoras chinos, además de asentarse sobre una represión atroz de cualquier protesta. Recordemos las movilizaciones en la plaza de Tiananment en el ‘89 y cómo fueron reprimidas. Y veamos también, la actual situación de Shanghái, una ciudad absolutamente militarizada con una población sumida en una situación desesperante, en ocasiones sin qué comer, por la política de “Covid 0” del régimen Chino.
Si miramos más de cerca la situación laboral de las y los obreros chinos, veremos dónde nace la eficacia del capitalismo chino del que CFK se enorgullece: puestos de trabajo “de cama caliente”, donde el trabajador, de lunes a sábados, duerme en la propia empresa: 12 horas trabajando y las otras 12 horas en función de que pueda pasar algo.
En el libro “Morir por un Iphone. Apple, Foxconn y las Luchas de los Trabajadores en China”, la socióloga Yenny Chang relata cabalmente esta explotación brutal. De imprescindible lectura para todos, especialmente recomendable para kirchneristas, solo citaremos un pequeño párrafo:
“Durante 2010, dieciocho jóvenes trabajadores chinos se arrojaron por las ventanas de los dormitorios de las fábricas de la multinacional taiwanesa Foxconn en China. Algunos perdieron la vida, otros quedaron lisiados para siempre. Esta ola de suicidios llamó la atención mundial sobre las condiciones extremas de explotación de trabajo en esta gigantesca empresa que emplea a más de 1.500.000 obreros en el mundo de los cuales el 80% son chinos, pero Foxconn esconde tras su nombre a otra famosa compañía, para la cual trabaja fabricando los componentes de sus productos de alta tecnología que cuentan con millones de consumidores fanatizados: Apple, la marca del muy publicitado CEO Steve Jobs. Este trabajo desnuda la relación entre ambas compañías”.
En sus páginas se desnuda los padecimientos y súper explotación que sufren los trabajadores Chinos y que es la explicación básica de por qué China es hoy uno de los líderes mundiales en producción de bienes. Esto lo que ve Cristina y destaca, ella lo dice claramente “el capitalismo es un sistema de producción”, pero olvida mencionar las relaciones que se establecen en ese sistema de producción. Si ella visibilizara esta cuestión, también quedaría expuesto su rol en esas relaciones y su honestidad no da para tanto.
El capitalismo nac y pop
Si ponemos la mirada fronteras adentro de nuestro país, las condiciones quizás no lleguen a las del ejemplo chino (y por ello nuestro capitalismo, en comparación, se vería como “menos eficiente”) pero vaya si han ido dando pasos para reparar esta falla. Desde 2016 hasta 2021, la masa de asalariados perdió en el reparto de la riqueza 9 puntos porcentuales: pasó de poco más del 51% en el 2016, a apenas rasguñar el 41% a fines del 2021. ¿Por qué estos números son importantes? Porque evidencian la forma en que la burguesía se apropia de una porción cada vez más grande de lo producido por la clase trabajadora. Para ponerlo en términos más técnicos: cómo la burguesía aumenta la extracción de plusvalía y con ello la explotación, y recupera la tasa de ganancia que –en el capitalismo, de crisis en crisis- siempre tendrá una tendencia decreciente.
¿Y cómo llega la clase empresaria a estos números cada vez más a su favor? Podríamos remontarnos al pasado y decir que, no hace mucho, se dieron golpes de estado para recuperar tasa de ganancia; para vencer la resistencia obrera a aceptar niveles más altos de explotación y apropiarse así de un porcentaje creciente de la riqueza producida.
Pero no nos remontemos tan lejos. En el proceso de recuperación de la economía tras el párate por la pandemia que atravesamos en la actualidad, se vienen recuperando puestos de trabajo; pero he aquí que alrededor del 80% de esos puestos laborales se crearon en la informalidad. Argentina, que siempre había tenido altos niveles de sindicalización y salarios que, en comparación con el resto de América Latina, no eran malos, finalmente se va poniendo a tono con la situación de sus vecinos continentales: bajos salarios medidos en dólares, escasa sindicalización, alto porcentaje de trabajo informal sin cobertura previsional, etc.
Para terminar, queremos citar un trabajo del sociólogo brasileño Ricardo Antunes, que se llama “La pandemia de la uberización”. Este muy recomendable estudio desarrolla algunos de los factores que marcamos aquí, y los engloba en lo que él llama el capitalismo de las plataformas. Este capitalismo que tiene elementos de proto capitalismo, del origen del capitalismo: trabajadores sin ningún derecho, sin ninguna asociación a través de la cual negociar la venta de su fuerza de trabajo, trabajando la cantidad de horas que la plataforma lo requiera. Empresas como Amazon y un sin números de empresas más, se están erigiendo en la punta de lanza del capitalismo en su etapa actual, caracterizada por la aplicación de una flexibilización laboral a nivel mundial.
Nos preguntamos una vez más, pidiendo disculpas por ser tan reiterativos: ¿será este el capitalismo eficiente para Cristina? Creemos que sí, para ella y para la burguesía a la cual representa, sí. El problema es que para nosotros no, para las y los trabajadores no. El problema es que el capitalismo ha logrado tal sobrevida que nos ha llevado a estas condiciones.
Permítasenos pensar que, más que la eficiencia del capitalismo, estamos pagando por la falta de eficiencia de los sectores explotados para derrumbarlo y crear, sobre las bases que deja, una sociedad nueva, una sociedad que realmente esté en condiciones de eliminar la explotación del hombre por el hombre.