Seguimos publicando una serie de notas sobre Cuba con el deseo de aportar a un debate abierto y reavivado cuando el 11 de julio miles de cubanos salieron a las calles a manifestarse por un sinnúmero de reclamos que pusieron sobre el tapete la profunda crisis económica, social y cultural que cruza al pueblo cubano, como así también a los sujetos políticos que se mueven en su trasfondo.

Así como repudiamos el bloqueo de Estados Unidos y cualquier  injerencia extranjera y defendemos el derecho del pueblo cubano a su autodeterminación, partimos de decir que el bloqueo no explica, por sí solo, la crisis actual y el proceso político abierto hace años. Así, también defendemos el derecho de su pueblo a manifestarse contra las políticas de la  burocracia del PC Cubano, su accionar y la forma de manejar el estado a partir de sus prebendas. Así como defendemos los restos de las conquistas que aún quedan de la revolución, repudiamos la censura, la persecución y la represión contra quienes hoy, legítimamente, levantan esos reclamos, exigiendo además la libertad de todos los presos políticos.

Considerando que esta crisis expresa no solo la agresión imperialista sino el proceso de restauración capitalista en Cuba llevada adelante por el gobierno cubano durante décadas a través de su política nacional e internacional (marcadas por mucho tiempo por las políticas de la URSS estalinista), esperamos con estas publicaciones aportar a un debate franco y honesto sobre un tema tan caro a los pueblos y revolucionarios de Latinoamérica y el mundo.

Las opiniones vertidas en este espacio pueden no coincidir con la postura editorial de Borrador Definitivo, pero nos parece importante recoger diferentes testimonios que puedan enriquecer las posiciones propias y ajenas.

COLECTIVO BORRADOR DEFINITIVO


“Vengo por el aviso del Granma”

Sobre el levantamiento del bloqueo y la estructura económica de Cuba

Publicado el 27/07/201627/07/2016  en El Aromo nº 91 y en Razón y Revolución

Como veremos en este artículo, el Estado cubano opera como intermediario y partícipe de las ganancias, ligado al capital extranjero que le permite repartirse parte del plusvalor que extrae a los obreros. Un “socialismo” empresario, basado en la coparticipación Estado-privados en la explotación del trabajo asalariado.


Por Jonathan Bastida Bellot y Juan Manuel Duarte

Entre finales de 2014 y comienzos de 2015, Cuba y Estados Unidos restablecieron relaciones diplomáticas. El impacto fue significativo: la isla en donde triunfó la única revolución socialista del continente recibía, por primera vez desde 1928, al representante del “imperialismo yankee”. Es decir, al mandatario del estado que allá por 1961 Fidel calificara como “amigo de cuanto traidor, de cuanto mercenario y de cuanto enemigo de los pueblos hay en el mundo”. Sectores de izquierda no castrista, como aquí el Partido Obrero, consideraron que el hecho, con el levantamiento del bloqueo, expresarían la victoria de David sobre Goliat. De esta forma la heroica isla habría logrado, en soledad y con una economía en decadencia, lo que la Unión Soviética y el bloque de naciones asociadas no pudo conseguir en más de tres décadas: “ganarle” a los EEUU. En consecuencia, lo caracterizan como una “victoria de todos los pueblos del mundo que defendieron la independencia de Cuba”.1

En la necesidad de comprender el fenómeno sin apelar al disparate, es necesario tener una correcta caracterización de la estructura económica de Cuba y sus principales transformaciones durante los últimos años. Desde la caída del Muro y el derrumbe del campo del mal llamado “socialismo real” a finales de los ’80, el gobierno de la isla intentó diversas alternativas con el fin de sostener las deterioradas finanzas públicas. Las conquistas de la revolución resultaron socavadas, convirtiendo a Cuba en un buen lugar para que los capitalistas hagan sus negocios.

La magnitud del bloqueo

En el sentido común, y también en gran parte de la izquierda (que muchas veces no se distinguen), a Cuba se lo considera como un país aislado y autosuficiente, a pesar de todas sus dificultades. Quizás es esta imagen idílica la que permite suponer que el socialismo en un solo país, que supuestamente no era posible para una economía inmensamente más grande como la URSS, si lo es para la pequeña isla caribeña.2

Es cierto que la revolución dejó como legado una cobertura de salud, educativa y social en general de las más avanzadas en el continente, que continúa hasta la actualidad. Pero sin despreciar el enorme sacrificio de las masas cubanas, es necesario tener un cabal conocimiento de la estructura económica del país para entender las perspectivas que se abren. En ese punto, y a pesar de las limitaciones que existen para el comercio con los EEUU, lo cierto es que Cuba obtiene el grueso de los productos que consume del intercambio con el mundo capitalista. Incluso, de forma indirecta, con EEUU.

El flujo de comercio exterior se incrementó de manera acelerada desde 1995, con la sanción de la ley de inversiones extranjeras. En la actualidad, exporta a 69 países e importa de unos 84. Sus principales socios comerciales son China y España, que desde hace más de una década cuentan con casi el 50% del intercambio cubano. Con respecto al vecino del norte, si bien su comercio bilateral es acotado (en 2015, exportaciones por 180,3 millones de dólares), hay empresas estadounidenses que desarrollan un intercambio indirecto a través de triangulaciones con otros países en operaciones mercantiles con Cuba.

Las principales importaciones de Cuba corresponden a combustibles, maquinarias, equipos de transporte, productos alimenticios y manufacturas diversas, provenientes en su mayor parte de Venezuela, China y España.3 En relación a las exportaciones, si bien la economía no se basa como antaño en los despachos de azúcar de caña y subproductos que alcanzó un 90% del valor de exportación en 1975, produce poco más que materias primas, minerales y algunos derivados. El mayor peso los tienen los hidrocarburos, minería, tabaco, pesca y medicamentos. La minería cobró mayor peso durante la última década: en níquel, tiene un tercio de las reservas del globo y es el octavo productor mundial. A su vez, posee la segunda reserva mundial de cobalto. Esta disponibilidad es un atractivo para inversiones extranjeras: capitales canadienses como la Sherrit International, o australianos como la Western Mining Corp. tienen inversiones en el sector minero de la isla.

Camaradas S.A.

Durante los últimos años, las sociedades anónimas crecieron no solo en número, sino también, y más importante, en relevancia económica. Un conglomerado de compañías se ubica en el corazón económico: la industria hotelera, la minera, los puertos (en especial la ZED Mariel y sus terminales de carga) son regenteadas por sociedades anónimas que garantizan la parte cubana de las explotaciones mixtas (asociadas a capital extranjero) de gran parte de la actividad productiva. El gobierno sostiene que pese a su crecimiento, su peso no es grande en la economía, ya que de las 3.000 empresas que integran las 21 ramas industriales que existen en Cuba, solo 120 funcionan bajo esa forma jurídica (en 1989 apenas existían 20). Sin embargo, más allá de la proporción de esta forma en el total, lo relevante es lo que expresan. Es necesario analizar el peso real de estas sociedades en el PBI o, a falta de datos confiables, las ramas que ocupa el capital extranjero bajo la forma de empresa mixta.

En el caso del petróleo, la estatal Cupet ha firmado desde 1990 (cuando celebró su primer acuerdo con una extranjera, la francesa Total) a la fecha 42 contratos petroleros con capitales extranjeros. El proceso fue favorecido por la modificación de la Constitución de 1992, que reconoce la propiedad de empresas mixtas y asociaciones económicas constituidas de acuerdo a la ley.4 En la producción minera también se observa esta tendencia: la mayor mina de níquel es explotada por la canadiense Sherritt International, que también tiene explotación de crudo y gas que vende al gobierno cubano. Asimismo, se firmaron acuerdos con Brasil para la creación de varias empresas mixtas en níquel, tabaco y la gestión de un ingenio azucarero, operado por Oderbrecht (salpicada por el Petrolao en su país).

En el sector hotelero, están presentes las grandes cadenas internacionales que administran otros centros turísticos. A fines de 2006, existían 32 empresas mixtas con 25.633 habitaciones en 60 hoteles bajo contrato de administración con 14 cadenas internacionales.5

La ZED Mariel

Luego de los impulsos de la ley de Inversión extranjera de 1994, se buscó promover aún más la iniciativa privada con una serie de medidas que incluyen la legalización de ciertas actividades autónomas. A su vez, en 2014 se sancionó otra tanda de leyes para facilitar la radicación de capital extranjero.

En este sentido, el gobierno impulsó la creación de la Zona Especial de Desarrollo (ZED) Mariel. Inaugurada a fines de enero de 2014, cubre un área terrestre total de 465 km cuadrados. Su puerto, más accesible al comercio con cargas procedentes de EEUU y del Canal de Panamá, reemplazó al de la ciudad capital. La ZED es explotada en conjunto por la Terminal de Contenedores de Mariel S.A., propiedad de Almacenes Universales S.A., operador logístico cubano de más de 20 años de existencia y administrada por la compañía PSA International, de Singapur, operador portuario de importante trayectoria internacional.6

La ZED Mariel ofrece facilidades fiscales para la radicación de empresas extrajeras (10 años de eximición fiscal). Brasil se ha comprometido con una inversión de 800 millones de dólares para la construcción del puerto. Ya cuenta con 11 empresas que tienen la aprobación gubernamental para radicarse. Entre ellas, la anglo-holandesa Unilever (que proyecta una inversión de 35 millones de dólares), la mixta cubana-brasileña de cigarros Brascuba, las mexicanas de carnes Richmeat y de pinturas Devox, la española de alimentos ProFood, y la belga BDC. Asimismo, empresarios estadounidenses que visitaron Cuba junto con la comitiva de Obama estiman que la isla tiene un gran potencial para ser un centro clave de transporte marítimo para la región, ya que solucionaría problemas de infraestructura portuaria en la costa este norteamericana y del norte de México.7

Mano de obra barata y tercerizada

Para comprender las perspectivas de la economía cubana, debemos trascender la observación de la circulación y las formas jurídicas de la producción. Es necesario analizar cómo se procesa esta última, las relaciones sociales que organizan la reproducción social y lo que se vislumbra con la expansión del capital privado en los últimos años.

En 2015, Cuba tenía 4,86 millones de trabajadores ocupados, siete de cada diez vinculadas directamente con la producción (operarios y técnicos). Cuentan con alta calificación: un 73% tiene nivel terciario o universitario completo. Esto ya es un atractivo para el capital privado. Pero además, Cuba ofrece la inestimable colaboración del Estado para lidiar con los trabajadores al actuar como tercerizador de mano de obra. Esto es así porque la ley 77/95 impide que una empresa contrate directamente personal. Para proveerse de fuerza de trabajo, debe hacerlo a través de una contratista cubana de reclutamiento, habilitada por el gobierno. Eso no impide que la empresa establezca criterios para la contratación. En el artículo 40 del decreto 316 del Consejo de Ministros se prevé que la empresa extranjera puede “devolver” al trabajador que no es de su conveniencia por “razones justificadas”, previo pago de una indemnización, y solicitar su reemplazo por otro. Esa indemnización es bastante miserable: según el artículo 41, para un trabajador de hasta diez años de antigüedad es de apenas un salario mensual.

Por otro lado, el salario se determina de común acuerdo entre el inversor y la parte cubana. El salario medio que recibe el trabajador cubano es de 687 pesos en moneda local, mientras que en la manufactura es de 804. En dólares, entre 26 y 30 mensuales. Pero la firma extranjera paga en pesos cubanos convertibles a la contratista estatal, a una tarifa establecida para cada categoría y tipo de compañía: el costo para la empresa puede estar entre 400 y 1.000 dólares como media en función de la categoría profesional.8 En resumen, el capitalista extranjero abona en divisa a la contratista cubana, y luego ésta liquida los salarios en moneda local. El trabajador percibe poco menos del 5% del costo que abona quien utiliza su fuerza de trabajo de forma directa (por eso el capital extranjero presiona por una mayor liberalización de la contratación de asalariados). Como el bajo salario atentaría contra el incremento de la productividad la empresa suele abonar incentivos adicionales, que no son legales, pero que desde 2008 se gravan con impuestos, lo que implica un reconocimiento tácito. Además, el Estado percibe el impuesto a la utilización de fuerza de trabajo, que grava a todo aquel que contrate trabajadores, lo que hasta 2012 representó cerca del 10% de los ingresos tributarios.

En definitiva, nos encontramos frente a relaciones capitalistas de venta de fuerza de trabajo, en la cual el trabajador se reproduce como tal por su relación con el capital. El Estado opera como intermediario y partícipe de las ganancias, conformando una joint-venture con el capital extranjero que le permite repartirse parte del plusvalor que extrae al obrero. Un “socialismo” empresario, basado en la coparticipación Estado-privados en la explotación del trabajo asalariado. La tendencia no es hacia la victoria de las conquistas de la revolución frente al imperialismo. Al contrario, bajo la presión del capital y de la crisis mundial de la cual no es ajena, las reformas en la sociedad cubana tienden a fortalecer la reestructuración de una economía capitalista.

NOTAS:

  1. Prensa Obrera n° 1345, 18/12/2014 , http://goo.gl/12TLPp.
  2. Izquierda Revolucionaria, 30/11/2014, en http://goo.gl/GFf4I6.
  3. Ministerio de Asuntos Exteriores, Gobierno de España. Ficha País Cuba, s/f, http://goo.gl/VkQgr2.
  4. http://goo.gl/Rk6sKx
  5. http://goo.gl/IsPSxS
  6. PanamericanWorld, 12/01/16. http://goo.gl/4XhGp2; y sitio de ZED Mariel, http://goo.gl/CaZeKk
  7. WSJ, 29/03/16; http://goo.gl/2YMKto
  8. Oficina Económica y Comercial de España: Guía de Cuba, La Habana, 2016.