La victoria de Gabriel Boric para las elecciones presidenciales chilenas fue sin duda uno de los eventos políticos resonantes de la última parte del 2021 en América Latina, sobre todo para la prensa autodenominada “progresista”. Pero ¿qué pasa en las bases chilenas, en ese pueblo que hace dos años salió a las calles con la intención de darlo vuelta todo? Cuando se habla de los nombres que integran el gabinete, desde Borrador Definitivo queremos analizar los pasos que llevaron a esa situación y presentar algunos de los debates profundos que se dieron en el activismo chileno durante las elecciones y que, creemos, signarán la vida política de los primeros años de esta gestión.


Por Juanjo Lázzari, Foto: Luis Cuello

El 18 de octubre del 2019 estallaba en Chile una rebelión cuyo grito de guerra, “no son 30 pesos, son 30 años” asombraba a toda la región. Si bien hacía parte de un alza en las luchas que se venían dando en la región por esos días, lo del país trasandino sorprendía por partida doble: primero por la magnitud y la profundidad del estallido y segundo porque Chile era la meca de las burguesías latinoamericanas, el paradigma del sueño capitalista del subdesarrollo.

Desde Borrador Definitivo hemos seguido con mucho interés el proceso chileno desde los primeros días, tanto que en su momento pisamos tierra chilena tratando de entender mejor qué era lo que se estaba viviendo allende los Andes. Esto no nos convierte en expertos en la realidad política chilena, pero nos da cierta autoridad. En la siguiente nota trataremos de abordar el triunfo de Boric y las complejidades de este proceso apoyándonos en las voces de militantes de distintos sectores con quienes hemos trabado relación política en nuestro paso por allí.

El Acuerdo de Paz y la Constituyente, las salidas de la burguesía

No se pueden ver las elecciones de diciembre pasado, que llevaron al reformista Boric a la presidencia del país, separadas del proceso que se abrió a partir del 18-10-19. Esa movilización que cuestionó todo tuvo sus límites y la burguesía, a pesar del desconcierto y la perplejidad de la primera hora, logró reaccionar y tener políticas. El acuerdo de paz del 15 de noviembre, del cual Sergio Boric es uno de los firmantes, fue un primer intento de sacar al pueblo trasandino de las calles y una forma, en parte exitosa, de sostener a como dé lugar el gobierno de Piñera y recuperar la institucionalidad burguesa. Esto es expresado por Gustavo Burgos en una editorial de la revista digital “El porteño” de Valparaíso:

“Según cómo se hagan los cálculos, el año que termina el pueblo chileno ha sido convocado en cuatro oportunidades a elecciones generales. En ella ha debido elegir concejales, alcaldes, gobernadores, convencionales constituyentes, diputados, senadores y presidente. Calculemos 8 votos mínimo, si a eso le sumamos los proceso electorales de primarias, el impacto de los procesos electorales ha resultado enorme. Una verdadera «fiesta democrática» con la que el régimen capitalista ha perseguido denodadamente hacer revivir las ilusiones democráticas que legitiman el orden social patronal. Para el gran capital tal esfuerzo importa una ganancia inmediata del momento que le permite dirigir un ataque político directo contra los trabajadores y los explotados, materializando un verdadero bombardeo ideológico sobre las organizaciones políticas de base, asambleas, cabildos, coordinadoras y ni hablar del efecto ocasionado sobre las organizaciones de la izquierda revolucionaria. En un sentido histórico, con los procesos electorales burgueses esta clase se permite dirimir sus conflictos internos y al mismo tiempo dividir, ahogar y sacar de las calles a las organizaciones de trabajadores, aislándolas de su entorno social originario”.

Repasemos, a vuelo de pájaro, el desarrollo de los acontecimientos políticos a partir de aquel 18 de octubre.

Ya fue dicho que el régimen tardó casi un mes en reaccionar y lo hizo con el llamado “Acuerdo de Paz” firmado por la mayoría de los sectores políticos del régimen, incluido Boric. Este acuerdo, en lo sustancial, contenía el llamado a una Convención Constituyente para reformar la constitución chilena, Convención amañada desde su origen porque, entre otras cosas, se veía impedida de revisar los acuerdos y tratados comerciales con las potencias extranjeras.

Sin embargo este llamado terminaría convirtiéndose en un ariete que dividiría aguas dentro de las filas de la rebelión. Algunos sectores veían en él la posibilidad de barrer el régimen pinochetista aun gobernante y otros solo veían una nueva maniobra que buscaba desmontar las protestas. De hecho en nuestro paso por tierras chilenas pudimos presenciar cómo algunas asambleas surgidas al calor del estallido se trababan a la hora de discutir una política con respecto al llamado a elecciones constituyentes. Cierta baja en las movilizaciones y luego la pandemia terminaron de complejizar el tema y derivar a un sector del activismo a la pelea por la convención.

Este proceso no dejó de tener sus contradicciones. En la editorial ya mencionada, Gustavo Burgos nos dice:

El primer hecho lo configura la llamada Lista del Pueblo, un fenómeno electoral que se filtró por la excepcional norma que habilitó la posibilidad de presentar listas de independientes para elegir convencionales constituyentes. Agrupados a nivel nacional por un equipo de publicistas que explotó el desprecio popular hacia los partidos políticos, la Lista del Pueblo tuvo un rutilante resultado en las elecciones para la Convención Constitucional eligiendo más de veinte convencionales, el hecho sacudió el ambiente político partidario del momento que se transformó en la práctica en la principal fuerza política del órgano que habrá de redactar una nueva Constitución. Su vocero Rafael Montecinos se expidió enfáticamente en el sentido de que no conversarían con ningún sector político, que sostendrían una línea de enfrentamiento con las fuerzas del Acuerdo por la Paz y que no permitirían el funcionamiento de la Convención mientras no se liberen a los presos políticos. Todo un desafío al orden establecido que explicaba la gran participación de militancia de izquierda radical en el conglomerado.

Sin embargo, una vez aterrizados en la Convención Constitucional el discurso de Montecinos era eso, un mero discurso. No habían pasado ni dos horas desde la instalación del organismo y los convencionales de la Lista del Pueblo permitieron que funcione la Convención con presos políticos, aplaudieron a la secretaria del organismo y concurrieron decisivamente en la elección de la convencional cupo pueblo originario y ex PPD, Elisa Loncon como Presidente de la Convención. A partir de este momento, una sucesión vertiginosa de decisiones políticas terminarían con el levantamiento de la candidatura presidencial de Cristián Cuevas, aprobada en una asamblea por 40 personas, seguido por el retiro de esta candidatura y el levantamiento de la fallida postulación presidencial de Diego Ancalao quién llegó a inscribir su candidatura con 23.000 firmas falsas. Finalmente los convencionales de la Lista del Pueblo se retiran del movimiento en casi su totalidad, sumando escándalos como los de Rojas Vade y la deserción de otros hacia la Derecha. Como guinda de la torta, se hace público que el factótum de la Lista, Mauricio Menéndez (alias Chancho de Guerra) inscribió a su nombre la marca comercial «Lista del Pueblo»”.

La defección de la “Lista del Pueblo” que había levantado enormes expectativas entre los sectores más activos del levantamiento popular y la propia izquierda trasandina, dejó a la propia convención en mano de los firmantes del acuerdo de paz. A partir de allí se hizo difícil, por no decir imposible, abrir una grieta que permita tan siquiera reformas reales. De hecho todo intento de exigir al gobierno de Piñera la libertad de los presos políticos de la revuelta terminó bloqueado por los sectores de la derecha, que contaban con la ventaja de un funcionamiento antidemocrático que exigía mayorías especiales para aprobar cambios profundos, demostrando que lo que perseguía el llamado era la recomposición del régimen y la vuelta de Chile a una institucionalidad burguesa “normal”.

Por eso es preciso decir que, aunque el llamado a la reforma fue una respuesta a la rebelión de octubre, no puede considerarse un triunfo de ésta.

El triunfo de Boric y el estado de la lucha de clases

Con este panorama, con las movilizaciones en baja sin haber podido dar a luz una organización independiente que aglutine la bronca que provocó el estallido en un programa que cambie a Chile desde sus cimientos, con los sectores burgueses aprovechando la pandemia para descargar sobre trabajadores y sectores populares el peso de la crisis, apareció en el horizonte el recambio de un desgastado Sebastián Piñera y un nuevo y largo proceso electoral comenzaba a rodar. Recordemos que el sistema electoral chileno tiene elecciones primarias, donde se dirimen los candidatos de cada sector, luego una primera vuelta donde quedaron los dos candidatos más votados (ninguno de los cuales pudo imponerse en esta instancia) y por último la elección final que dirimió quién de los dos sería el nuevo presidente.

En la primera instancia mencionada, la única primaria que concitó cierto interés fue la de Apruebo Dignidad, que enfrentaba al representante del Partido Comunista Daniel Jadue y al que a la postre resultaría triunfador, Sergio Boric. Sobre este proceso, Daniel, un activista independiente oriundo de Santiago analiza:

“Las elecciones en Chile se han dado de tal manera que fue una sorpresa para unos y para otros. Lo primero que hay que decir es que, en las elecciones primarias, los dos principales candidatos de la centroizquierda eran Jadue y Boric, interna en la que no quiso participar la Democracia Cristiana, dando como resultado que el ganador fuera Boric. Esto todavía se está discutiendo mucho en la DC. Sectores como el PPD (Partido por la Democracia) y el PS (Partido Socialista) votaron por Boric, efectivamente para dejar fuera al comunista Daniel Jadue. Dicho esto, en la DC, con su candidata Provoste, se sobaban las manos antes de la primera vuelta pensando que esta candidata, por ser mujer,  por ser cristiana, se iba a imponer como segunda minoría y la derecha histórica iba a tener buen apoyo; y que la primera vuelta sería una cosa entre Provoste y Sichel o Provoste y Kast, o Provoste y Parissi. Entonces, en la primera vuelta los resultados fueron absolutamente inesperados, inesperados pero lógicos desde el punto de vista de la politización que se fue dando desde el estallido social hasta hoy”.

Recordemos como dato importante que, si bien en Chile el voto no es obligatorio, esa primera vuelta de una elección presidencial fue marcada por un bajo porcentaje de votantes: el 47,3 % del padrón, el segundo más bajo desde 1989; y que Kast, que fue el ganador en esa primera vuelta, sacó algo así como el 13% del total del padrón.

La segunda vuelta estuvo marcada por la grieta “a la chilena” entre el “fascista” Katz y el “comunista” Boric, esta falsa polarización estuvo, muy probablemente, en la base que permitió sumar cerca de un millón de votos en la segunda vuelta, pero también metió a toda la vanguardia surgida del estallido y a la propia izquierda en un debate interno. Daniel lo explica de esta manera:

Desde entonces se dio rienda suelta a una campaña propagandística, donde hubieron distintos sectores y donde se dieron distintas conversaciones de Boric y de Kast. Boric cambiando el vocabulario de uno más izquierdista a uno más de centro para poder aglutinar a la DC, al PPD y al Partido Radical. Y por otro lado la ultraderecha de Kast continúa con la columna central de su discurso, descalificando a Boric por ser comunista, comparándolo con Venezuela, con Cuba sin darse cuenta que ya había ejercido una reacción adversa en el electorado, sobre todo en las mujeres, diciendo que su gobierno eliminaría el Ministerio de la mujer, que solo las mujeres legalmente casadas tendrían apoyo en su gobierno; y eso caló mucho más profundamente que el miedo que él había infundido sobre un posible gobierno de Boric.

Al mismo tiempo se daba una enorme discusión al interior de la izquierda, entre los sectores  legalistas con los sectores más radicalizados, movimientos unitarios con una historia más revolucionaria, sectores anarquistas… donde estos sectores extraparlamentarios sostenían que en ningún caso había que ir a votar, porque en definitiva daba lo mismo votar a Boric o a Kast, porque los dos representan el sistema capitalista y no darían soluciones al pueblo en ningún caso. En este debate se dieron discusiones muy complejas, donde sectores radicalizados incluso llegaron a realizar una mini campaña de desprestigio a compañeros y compañeras que quisieran votar contra Kast, tratándolos de ratas, que las ratas saltan cuando el barco se hunde, descalificaciones personales, históricas; y fue una campaña bastante tediosa y muy compleja donde quedaron muy dañadas las relaciones dentro de esta izquierda. Y en medio de esto, hay un grupo que se desprende con una tercera posición: llamar a votar contra Kast para impedir que el neofascismo se instale en Chile”.

Si se presta atención en los números arrojados por las dos citas electorales, se podrá ver que, del ausentismo apabullante de la primera vuelta, la campaña del miedo “fascistas” vs “comunistas” logró un primer triunfo, que fue la recuperación, para el sistema democrático burgués, de casi un millón de votos. Pero por otro lado marcó claramente la ausencia, en la pelea final, de los partidos tradicionales del régimen: el PS, la DC, etc., dando paso a nuevos armados políticos, como Apruebo Dignidad, que si bien no buscan romper con la institucionalidad burguesa, presentan contradicciones internas de las que convendría tomar nota según reflexiona Miguel, militante social de las asambleas de Valparaíso:

“Lo primero que habría que decir es que la elección en sí fue histórica, movilizó sectores que no se habían movilizado, fueron casi un millón de votos, no fueron necesariamente de centro político en el sentido que la urgencia jugó mucho a favor de Boric, con las amenaza latente del pinochetismo.

Segundo, uno tendría que decir que en el sector triunfante, Apruebo Dignidad, deberíamos separar sectores: el sector concertacionista y el sector reformista. El primer sector ha profundizado su moderación, lo más probable es que se incorporen al gobierno sectores de la ex concertación. Por otro lado los medios de comunicación, que en Chile como en todo el mundo están en manos del empresariado, han recibido con alegría el triunfo de Boric. Por otro lado el empresariado también se ha mostrado complaciente, sobre todo con las últimas declaraciones de la Sofofa (Sociedad de Fomento Fabril) que se han mostrado encantado con la moderación y el llamado a la unidad nacional que ha hecho el nuevo gobierno.

Tercero, en concreto se podría decir que los cachorros de la concertación al mando, el ‘fraude amplio’ han presentado a Boric, este esperpento podría decir uno, como una quimera entre Allende y Aylwin (el presidente de la transición post Pinochet) a la vez que golpista contra Allende. Allende ha conferido a Boric como una imagen pop, las fotos, los respetos de Boric hacia el presidente asesinado, juego mediático en el fondo. Por otro lado la posición política de verdad, que tiene que ver con el eterno retorno de la concertación es Aylwin, es decir la conciliación de clases que se vivió en su gobierno a principios de los 90, luego de la derrota de Pinochet en el plebiscito. En fin, el gobierno entrante piensa que puede hacer la misma política de los 90, la democracia de los acuerdos y los cambios en la medida de lo posible. Y son ilusiones pendejas nomás porque en el fondo histórico el tránsito es diferente, aun entendiendo que hay sectores que se ilusionan con el triunfo, los sectores más de bases, militantes de la concertación o del Frente Amplio que ha ampliado su base de apoyo.

Yo creo que hay que tomar partido, hay que dividir aguas, hacerse responsables de lo que viene, no se puede prestarle ropas a este gobierno, en el fondo un gobierno burgués, transicional, muy similar a la concertación. No se puede llevar una política de tolerancia con el gobierno entrante. Al contrario, eso también ayuda a forjar la autonomía de clase. Igual creo que hay que distinguir, dentro del gobierno, los sectores concertacionistas de los sectores reformistas, si bien los primeros son hegemónicos, con los segundos creo que hay que llevar una política más abierta. Yo creo que hoy los reformistas no son los grandes enemigos, el concertacionismo por cambio es contrarrevolucionario y con ellos no se puede llegar a acuerdos con el proyecto que sustenta este sector. La verborrea de los derechos sociales, la unidad, la constituyente, se ponen como entes abstractos por sobre la lucha de clases. En definitiva estos gobiernos que dicen ponerse por arriba de la lucha de clases terminan tomando una posición desde las lucha de clases, o sea desde la burguesía. En el fondo no está la situación para los progresistas, como diría un grupo de rock chileno, Los prisioneros: ‘esos que nunca quedan mal con nadie, esa mierda buena onda”, eso ya no va porque la lucha de clases acá y a nivel mundial está que arde”.

Hasta aquí venimos viendo una dispersión en la respuesta de lo que consideramos movimientos de izquierda, esta falta de homogeneidad en sí misma no es mala, lo que complica todo y lo pone en un lugar más delicado es que esta dispersión se da en un proceso de reflujo de las movilizaciones. Como ya fue dicho, toda esa organización que se logró en la calle, ciertamente asombrosa, que luego fructificó en asambleas y cabildos por todos los territorios del país y que incluso diera lugar una histórica huelga general, no aglutinó en una organización independiente de los trabajadores y sectores populares que pudiera imponer las demandas de octubre por otra vía que no sea en el ilusorio camino de la democracia burguesa. El médico y militante José Miguel nos aporta otra mirada y calibre de lo que estamos hablando:

“En primer lugar diría que el fenómeno que ocurre acá en Chile, que está siendo observado a nivel internacional, corresponde al movimiento pendular que ocurre hoy día en el régimen capitalista mundial. En Chile se confrontaron básicamente dos ideas centrales, una representada por el ultraderechista Kast, cuya familia tuvo una destacada actividad en la dictadura asesina, el padre fue responsable de la muerte de decenas de campesinos en la zona central. Ellos hacían parte de una postura ultraconservadora que apostó por el rechazo al plebiscito y a la propia Convención Constituyente y son una amenaza a la propia constitución que se está escribiendo en este mismo minuto. Por su parte Boric, que es de Punta Arena, de la Patagonia chilena, es un egresado de derecho, un joven de 35 años, lo que lo convierte en el presidente más joven de Chile, su discurso fue asentado en el crecimiento de los derechos sociales, avanzar  sobre las AFP, la creación de un ministerio de la mujer. Boric lo que planteó en campaña es no achicar el estado, proteger la convención y el producto de la convención. Quizás ese sea el elemento central en disputa: la reforma constitucional.

Lo otro que habría que considerar es que esta elección funcionó como un plebiscito sobre quién administra mejor el régimen, porque  ni Boric, y menos Kast, van a poder terminar con los abusos de un empresariado que es muy potente en Chile, que en el fondo es el que maneja toda la economía, todo lo que son nuestras riquezas básicas, del agua, de la tierra, los minerales, los commodities están en manos de empresas privadas, terminar con eso de la noche a la mañana va a ser imposible. Por tanto, a mi gusto, esto fue un plebiscito de quién puede dar más garantía a los empresarios, para que en paz, en armonía, que son las consignas de lado y lado, se puedan llevar de mejor forma el desarrollo de esta economía generadora de esos abusos. Con todo, el mal menor que es Boric, provoca tranquilidad por lo menos en el movimiento de masas más de centroizquierda, y por cierto también de izquierda. Porque suponíamos que si Kast hubiera arribado al gobierno eso iba a implicar medidas punitivas y represiones a todos los que trabajamos en los movimientos de derechos humanos, en los territorios, en los sindicatos, etc.

En esta elección entraron en juego los temores racionales o irracionales de un posible gobierno de ultraderecha, y eso movilizó, por vez primera, a una importante cantidad de gente, fundamentalmente mujeres. El voto que obtiene el centroizquierdista socialdemócrata Boric es fundamentalmente de las mujeres, también le fueron votos de sectores medios y bajos, además del voto de los jóvenes, fundamentalmente personas de 40 años o menos. Por tanto hay una irrupción de una masa juvenil que es un fenómeno súper interesante, porque en elecciones anteriores, esta democracia de transición y de baja intensidad hizo que los jóvenes se marginaran y no les interesara meterse en política. Y esa generación es la que en este minuto se está moviendo.

En lo numérico habría que decir históricamente la participación rondaba el 46%, por vez primera se superan los 8 millones de votos, eso marca un cambio, hay mayor conciencia, la sociedad está cambiando, son cambios lentos, las estructuras de opresión en Chile de alguna manera se van a ir terminando, pero será un proceso muy largo, todo cambio en estas democracias muy restringidas se cocina a fuego lento y dependerá del grado de organización del movimiento de masas.

A la gente lo que le interesa hoy es que le solucionen los problemas, como en todos lados, y terminaron volcando sus expectativas en Boric, pero insisto que éste va a tener muchísimos problemas porque la crisis del régimen es mundial y se viene una crisis brutal en Chile, los próximos dos años van a ser terribles, lo que le queda a Boric es buscar la mayor cantidad de alianzas y tratar de contener a la derecha.

Por último hay que decir que los programas de ambos se modificaron entre la primera y segunda vuelta, ambos buscaron el centro y elementos que calmaran los mercados y poder atrapar los votos de los demás sectores. Así Boric, por ejemplo, que había hablado del 8% del PBI para gastos sociales, lo rebajó a 5% y cosas por el estilo, tuvo que ir atenuando el programa. Esa misma treta no le sirvió a Kast porque tuvo muchos ‘errores no forzados’, no tanto por él sino más por los que lo rodeaban, algunos diputados republicanos que tuvieron opiniones bastante desgraciadas en términos electorales, básicamente en lo que hace a la participación de la mujer en política, y eso en los últimos días le hizo perder muchos puntos y crecer las expectativas en Boric. Eso propició el avance de Boric que logró, incluso, dar vuelta la elección en algunas regiones que le habían sido esquivas”.

Sin embargo no todos tienen una opinión parecida a la de este galeno del puerto de Valparaíso. El militante revolucionario e integrante del colectivo Prensa Digital Laguna Verde nos acerca una mirada acaso mucho más refractaria que las anteriores:

“En la segunda vuelta nosotros llamamos a votar nulo o no votar, en primer lugar porque Boric representa el acuerdo del 15 de noviembre del 19, es decir bajar las movilizaciones y salvar el gobierno de Piñera. Según los últimos índices económicos la inversión extranjera ha fugado cerca de 30 mil millones de dólares de las grandes empresas, junto a la previsión del crecimiento que se supone que este año (2021) estará entre el 7 y el 11 %, pero para el próximo año se habla de un 2 a 2,5%. Eso significa que la crisis económica se sentirá sobre la clase trabajadora, por lo tanto el gobierno de Boric lo que va a hacer es implementar a rajatabla el plan del FMI. La clase obrera va a tener que pagar los costos de las empresas que han llevado a una crisis económica parecida a la del 29, la del crac financiero. Esto es lo que significa darle un cheque en blanco a Gabriel Boric, de lo que nosotros estamos absolutamente en contra, porque entendemos que hay que privilegiar los procesos de autoorganización y de movilización.

La segunda cuestión es que a medida que el debate presidencial se acercaba a su fin, Boric bajó las expectativas, ya no era la libertad de todos los presos políticos, sino que terminó diciendo que se iban a ver caso a caso. Eso significa que las demandas que se expresaron desde el 18 de octubre y se extienden a diferentes regiones y a todo el país a partir del 19 de octubre, esas demandas quedan estancadas y no van a ser resueltas. Sobre los tratados internacionales: el gobierno de Boric ya ha señalado, él y su vocero Yoyo Jackson, actual diputado, que van a ser respetados la mayoría. Estos tratados, como ya sabemos, conllevan perder la poca soberanía económica que tiene el gobierno chileno.

Es incontrastable que el proceso va a estar abierto y va a depender de la capacidad de la clase trabajadora en forma independiente y cómo se organice para enfrentar estos planes. Por otro lado, la llamada convención constituyente está poniendo límites a las iniciativas populares, pidiendo que se presenten discusiones, no proyectos, sobre algunas cuestiones, por ejemplo la renacionalización del cobre y del litio, proyecto que emana de un sector de convencionales.

En esta elección votó cerca del 52% de la población, algo más de 8 millones, pero significa también hubo un alto número que no fue a votar, si bien es cierto que aumentó el voto juvenil y de las mujeres hacia Boric, pero también hay que ver que algunos sectores liberales no estaban convencido del proyecto de Kast, eso significa que la burguesía veía con buenos ojos a Boric en el gobierno, porque la socialdemocracia garantiza la estabilidad social que requieren para la explotación de la clase trabajadora y los recursos naturales, principalmente el cobre, el litio y aquellas materias primas que salen del país, como es la harina de pescado o el chip de madera la celulosa.

El gobierno de la socialdemocracia de Boric tendrá que sentarse a negociar, en primer lugar, los acuerdos sobre la deuda, en segundo lugar va a tener que respetar los tratados y ventas a futuro del cobre, tiene que resolver el problema de la ley de pesca que aun pertenece a 7 familias, desde el Frente Amplio y el PC  plantearon la derogación de dicha ley, pero como no tienen mayoría parlamentaria, también eso va a estar en discusión. Por lo tanto las expectativas van a chocar con la realidad, de un lado las cesantías y por otro lado las promesas que no se van a llevar a cabo en la cuestión minera, del cobre, del litio, ni la liquidación de las AFP, ni la ley de pesca. Nosotros caracterizamos que este va a ser un gobierno débil, desde el punto de vista de que no va a tener las herramientas, pero se va a asentar en el éxito electoral para calmar a la clase trabajadora y en esto jugarán un rol fundamental las centrales sindicales que manejan estos sectores, donde tienen presencia los socios del gobierno, el FA y el PC, en el sector estatal y en aquellos estratégicos. Esto por fuera de la organización independiente o de corrientes que se organicen al interior de los sindicatos del cobre, de salud, de la educación o estatales en general.

Desde el punto de vista político, a nivel nacional e internacional, Gabriel Boric va a plantear la defensa de la democracia a nivel continental, esa defensa de la democracia es la que nosotros debatimos con todos aquellos que llamaron a votar a Boric , porque nosotros no podemos defender la democracia de los patrones, la democracia de la burguesía, la democracia que en los últimos 37 años ha asesinado a dirigentes sindicales, activistas medioambientales, ha asesinado a comuneros mapuche, a estudiantes, ha reprimido fuertemente movilizaciones de trabajadores y de la juventud; la democracia que dejó con graves consecuencias oculares a cientos de jóvenes y que mantiene en prisión política a muchos luchadores. De hecho una de nuestras consignas centrales es la libertad de todos los presos políticos chilenos y mapuche, por lo tanto nosotros no hacemos diferencias entre los presos de la revuelta y los que fueron presos antes por el estado burgués chileno.

El proceso eleccionario abrió ciertas expectativas, tanto la socialdemocracia que agitó que se venía el fascismo, como la derecha de Kast que decía que votar por ellos era votar por la libertad contra el comunismo. Cuestiones alejadas de la realidad: ni el fascismo está encaminado, porque no hay un proceso que se podría dar con un apoyo del estado en el sur donde el conflicto mapuche está aun sin terminar, por lo tanto el nuevo gobierno tendrá que enfrentar el problema de la tenencia de tierras de la nación mapuche. Por otra parte va a existir, ya existe, un reposicionamiento respecto de lo que se tiene que hacer, es decir ellos han planteado mantener el orden social y defender las instituciones y hacer que funcionen, eso en política nosotros sabemos que es el funcionamiento de las instituciones burguesas, el parlamento burgués, la justicia burguesa, las fuerzas armadas burguesas y las leyes que mantienen el país bajo el saqueo de las trasnacionales. Para eso este gobierno se va a asentar sobre las ilusiones de las masas, tal como lo hizo el primer gobierno posdictadura del golpista patricio Aylwin. Sin dudas el rol que van a jugar los dirigentes del partido más viejo de la izquierda o de la socialdemocracia, para caracterizarlo mejor que es el PC, entendemos que van a mover todo su aparato para no hacerles olitas al gobierno, por eso las expectativas son altas y van a chocar con la realidad”.

Hemos tratado de abarcar en esta nota, distintas posturas, con la conciencia de solo haber rascado la realidad política que pasa por estas horas en Chile. Desde no votar o anular el voto, votar contra Kast y no por Boric, o votarlo como mal menor, debates que, a casi un mes de asumido el nuevo gobierno, siguen latentes en el conjunto del activismo trasandino, y que determinarán, entendemos, buena parte de cómo responda la movilización popular al nuevo gobierno. ¿Qué política tendrán, los sectores que consideran que con Boric se derrotó al fascismo, cuando el nuevo gobierno reaccione contra las demandas que lo llevaron al poder? Por el contrario aquellos  que opinaron que la disyuntiva no era “democracia” versus “fascismo” y entienden que el triunfo de Boric representa un triunfo del programa y del régimen burgués, a la par de un retroceso de la posición de los trabajadores y los sectores populares y aun de las propias demandas por las cuales empezó el estallido social, ¿serán capaces de interpelar y ponerse al frente cuando las ilusiones en el nuevo gobierno choquen contra la realidad, recuperando las calles y sobre todo la pelea por la auto organización independiente que borre de la faz de la tierra la Chile Pinochetista y burguesa como la conocemos hoy?

La crisis económica que afectará a Chile en los próximos meses, y que Boric, como cualquier gobierno burgués, intentará descargar sobre los trabajadores, pondrá todo esto nuevamente en discusión. Particularmente nosotros entendemos que las expectativas en el nuevo gobierno son claramente  injustificadas, a tenor incluso de declaraciones de los propios integrantes del frente ganador, por tanto apostamos que cuando estas expectativas choquen con la inevitable realidad que bajo el nuevo gobierno les espera según entendemos, esto signifique un resurgir de las movilizaciones, que con los distintos atajos que la burguesía fue poniendo en su desarrollo, han sufrido un empantanamiento pero lejos están de haber sido borradas y derrotadas definitivamente.