El 26 de abril de 1937 se perpetraba uno de los crímenes más atroces sobre una población indefensa. El Bombardeo de Guernica.
Esa mañana de lunes los habitantes del lugar y de las zonas aledañas acudieron al mercado del poblado como la hacían comúnmente. Unas 10 mil personas se reunieron para realizar las compras. Pero por la tarde se desató el infierno desde el aire.
Pasadas las 16 horas, aviones bombarderos y cazas de la Legión Cóndor de la fuerza aérea alemana, la Luftwaffe, comenzaron a dejar caer miles de toneladas de bombas, entre ellas incendiarias, sobre el poblado de Guernica. También participó de la operación la aviación italiana. Más del 85 % de las construcciones fueron destruidas. Las victimas todavía continúan inciertas pero los datos más aproximados hablan de entre 200 y 2 mil asesinados.
Guernica fue una acción conjunta de la alianza fascista integrada por la Italia de Mussolini, la Alemania de Hitler y la España de Franco, quien estaba llevando adelante su escala belicista contra el gobierno republicano, en el marco de la denominada «guerra civil española».
La campaña de terror planificada por el eje fascista tenía el objetivo de causar terror entre los explotados que estaban protagonizando un proceso revolucionario con armas en mano, dar un salvaje escarmiento a una de las ciudades importantes del nacionalismo vasco, y también, fue un campo de prueba de sus armas de destrucción masiva, un ensayo que puso en marcha los métodos de la guerra moderna. Lo de Guernica significó un tipo de matanza que se generalizó durante la Segunda Guerra Mundial por parte, no solo del bando nazi fascista, sino también, fue empleado por el bando aliado con sus incursiones sobre las ciudades alemanas y japonesas.
El uso de la armas implica la búsqueda de imponer objetivos políticos, por eso, la matanza de Guernica tiene que ser vista como parte del aplastamiento de la revolución española, de sus protagonistas, de los obreros y campesinos que osaron rebelarse contra el poder de los imperialista. La acción tenía que quedar como lección para resto de la clase obrera y de los oprimidos de España, Europa y del reste del mundo.
Los crímenes de los Estados imperialistas sobre las masas explotadas deben permanecer en la memoria para que tengamos presente las consecuencias de las aventuras guerreristas de las potencias, y de lo que son capaces de hacer para conseguir sus objetivos políticos y para proteger y extender sus dominios y privilegios.
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