El pasado 7 de julio hubo elecciones legislativas en Francia, adelantadas por la crisis abierta por las elecciones al parlamento Europeo que dejaron en debilidad al gobierno de Macron. Luego de una primera vuelta donde la gran vedette fue la fuerza de ultraderecha de Marine Le Pen, todo indicaba que en segunda vuelta se profundizaría esta tendencia. Sin embargo ocurrió lo que nadie esperaba. Una fuerza de “izquierdas” llamada Nuevo Frente Popular (NFP) salió victoriosa en esta pelea electoral. Su nombre no es casualidad, intenta recuperar el espíritu del Frente Popular de la década del ‘30. A pesar del tiempo trascurrido y atendiendo a la importancia de estos comicios, es que nos parece importante reproducir aquí el reportaje que, en su momento, le realizáramos a Nara Cladera. Nara es francesa, hija de exiliados uruguayos. Es docente de primaria y miembro de la central sindical Sud Solidaire.


Entrevista: Luis Cuello. Edición: Juanjo Lázzari

Borrador Definitivo: Nara, por un lado, todo preveía un triunfo aplastante de la ultraderecha, Se hablaba de que el partido de Le Pen obtendría 300 diputados, y apenas llegó a los 130. Por otro lado hubo una especie de batacazo del Frente Popular. ¿Cuál es tu mirada? ¿Cómo se vive ahí en Francia?

Nara Cladera: Bueno, en realidad la elección de la extrema derecha no fue una sorpresa, ya que este último gobierno de Macron, en sus dos periodos, y el anterior de Sarkozy, en realidad se fueron cada vez más a satisfacer exigencias de la extrema derecha; realmente todos saben que la política del gobierno fue hacia la extrema derecha. Por ejemplo la última ley contra los migrantes, que fue muy muy dura, la que sacó Darmanin (NR: Ministro del Interior), y también obviamente toda la lucha que hubo contra la ley de jubilaciones, pero eso es un tema complementario, no es el que estamos tratando hoy, pero da un marco.

Me parece importante, antes de dar una mirada a lo que pasó en las elecciones legislativas, ver primero el resultado de las elecciones del 9 de junio para el Parlamento Europeo. Aquí en Francia, la primera fuerza, con un poquitito más de 30 %, fue el partido de extrema derecha de Marine Le Pen, y sabiendo que había otros tres grupos de extrema derecha que también llegan a 5 o 6 %, esto muestra que las fuerzas de extrema derecha llegan a ser realmente la primera fuerza política en Francia. En segundo lugar llega el partido de Macron con 14%, o sea que hay una diferencia de 16 % entre la primera fuerza política nacional y el oficialismo. Esa misma noche del 9 de junio, Macron decide de manera unilateral, porque parece que ni lo habló con los ministros, decide en realidad llamar a elecciones legislativas y disolver la Asamblea Nacional.

El primer turno de legislativas fue el 30 de junio, en ese primer turno las fuerzas de izquierdas (para hacerlo corto, las fuerzas progresistas) salen separadamente. Y el 60% de los diputados y diputadas electas en el primer turno, que son más o menos 80, la gran mayoría son de Agrupación Nacional. Ahí hay un shock realmente muy fuerte y, teniendo en cuenta que quedan casi 250 comunas que tienen que pasar al segundo turno, ese shock hace que, entre el primer y el segundo turno, que son dos semanas, las fuerzas de izquierda se agrupan y toman el nombre de Nuevo Frente Popular. Obviamente, hace referencia al Frente Popular de 1936, cuando la izquierda llega al poder y se consiguen leyes fantásticas, fruto de muchas huelgas. No nos olvidemos que en el ’36 fueron las huelgas las que hicieron que el gobierno de izquierda cumpliese con su programa, yendo más allá del programa, porque se consiguen, por ejemplo, las vacaciones pagas.

“… en el 2015 los terribles atentados en París y en el Bataclan, hicieron que haya un estado de urgencia, con leyes que dotaron al Estado de un arsenal represivo, con la excusa del terrorismo. Eso dio pie a que se estructure un arsenal de leyes represivas que, por supuesto, luego van a ser utilizadas para reprimir al movimiento social”

BD: Exacto. Ahora, nosotros vemos que desde hace unos años hay un proceso de movilización y de lucha muy muy grande: chalecos amarillos, la resistencia contra la reforma jubilatoria, lo que vos nombrás de la ley de migrantes, lo que fue la toma de universidades en solidaridad con Palestina, lo que fue en su momento el proceso de sindicalización de los Carrefour… Bueno, uno ve un proceso muy grande, en cierto aspecto. Este sector que vota a la izquierda, ¿expresa ese fenómeno por abajo?

NC: A ver, este proceso de unión de la izquierda, con un programa muy interesante: el programa del nuevo Frente Popular, realmente es un programa de avance social, no solo de protección de servicios públicos, tratar de anular las leyes más antisociales que justamente este gobierno ha podido concretar, como la ley de jubilaciones, la educación también… Efectivamente, el movimiento social acá en Francia fue creciendo y respondiendo a medidas económicas cada vez con ejes neoliberales más crudos, que es un proceso de los 10 últimos años. Pero es interesante ver que antes de los chalecos amarillos, lo que pasó en el 2015-2016, en el 2015 con los atentados, los terribles atentados en Paris y en el Bataclan, esos atentados hicieron que haya un estado de urgencia, con leyes que dotaron al Estado de un arsenal represivo, con la excusa -entre comillas y sin sacar una gota de lo terrible que fueron los atentados- del terrorismo. Eso dio pie a que se estructure un arsenal de leyes represivas que, por supuesto, luego van a ir mucho más allá del ámbito islamista, y que van a ser utilizadas para reprimir al movimiento social. Cosa que paso, en primer lugar, cuando en el 2016 tuvimos la lucha muy fuerte contra la ley de trabajo de aquel momento, que fue una ley que consiguió invertir la escala de las leyes del derecho laboral. Y que a su vez fue acompañado por un movimiento muy interesante, que fue el de nuit debout, las noches en pie; que fueron procesos interesantes, que a su vez subrayaron el tema de poner en cuestión el sistema democrático. En el 2016 hubo todo ese proceso, con asambleas en la calle, asambleas en la Plaza de la República, etcétera. Con todo el límite de ese tipo de movimientos, había un grito que decía que este sistema político, presidencial, etcétera, no satisfacía a la población y a lo que se considera la democracia, fue una crisis de la democracia. Y después viene el movimiento de los chalecos amarillos, que fue un movimiento muy heterogéneo, muy interesante, que con todos los límites y con las complejidades de un movimiento de masa, lo que puso ese movimiento de manera muy interesante es el tema de la lucha de clases en visibilidad. Y efectivamente con una represión que fue creciendo.

BD: Sí, sí, hemos visto, hemos visto represiones terribles. La policía francesa no le va en saga a la policía de los países latinoamericanos.

NC: Ah, sí, sí. La política represiva es durísima, inclusive se usa tecnología israelí. Ya sabemos que el Estado Sionista es muy perfeccionista en el tema de la represión. Un exportador exclusivo de mecanismos represivos.

BD: Vos integrás un grupo que se llama Sud Solidaire, que es un agrupamiento de sindicatos de base.

NC: Sí, Sud Solidaire es la octava central sindical, tenemos una historia, justamente Sud quiere decir solidario, unitario y democrático, ¿no? Efectivamente son  sindicatos de base. Las organizaciones sindicales, la historia sindical aquí en Francia está muy marcada por lo que se llama la Charte d’Amiens, es una carta, un texto de 1906, de congreso de la CGT de la época, que era la única central sindical, y que dice que el sindicalismo tiene dos funciones. Una, obviamente resolver el problema inmediato de los trabajadores y las trabajadoras; pero a su vez también tiene la doble tarea de transformar la sociedad, porque las problemáticas en el lugar de trabajo son consecuencias de la política. Y sobre todo guardar una independencia y una autonomía con relación a los partidos políticos, porque justamente el sindicalismo se considera una fuerza política. El tema es que había unión y consenso absoluto de decir “Ni un solo voto a la extrema derecha”, eso sí, pero de ahí a llamar a votar claramente a un partido, ya era un tema en que no había consenso. La CGT francesa fue clara: llamó a votar al nuevo Frente Popular, la FSU también, que es un sindicato principalmente presente en la docencia. O sea que tuvieron una multiplicidad de posiciones. Obviamente que el consenso absoluto era ni un solo voto a la extrema derecha.

BD: La pregunta es, ¿cómo ha sido vivido este proceso del que estamos hablando por la base del movimiento obrero? Porque ustedes también marcan  una suerte de división o de tensiones dentro de la propia base del movimiento obrero frente a este proceso electoral y seguramente frente al proceso más general, ¿no?

NC: Mirá, yo soy maestra primaria, en esas dos semanas hicimos la vuelta de todas las escuelas, de los liceos, de los colegios, para volantear; o sea, que fueron dos semanas muy intensas; eso por un lado. Y después, todas las mañanas, a las seis y media de la mañana, éramos varios grupos que íbamos a volantear a las estaciones de tren. En el sector de la educación la extrema derecha no entra, en mi escuela, por lo menos, no hay ninguno que vote a la extrema derecha; de ahí a movilizarse en contra ya es otro paso, pero estaban bastante aterrados de ese resultado electoral. Ahora, por ejemplo, ya en el liceo, los profesores del liceo, era un poco diferente, ahí fui a volantear y era un poco diferente la reacción. Por un lado, los que en realidad estaban reticentes, diciendo que los sindicatos no tienen que hacer política -pero eso es un clásico justamente de las personas bien reaccionarias, que ven la herramienta sindical sin más allá, no la ven más allá de una solución inmediata, en fin, que no tienen simpatía por la herramienta sindical- y también se escuchaba mucho el tema de  los extranjeros.

Y después, en las estaciones de tren, también lo que me llamó mucho la atención es que los jóvenes no aceptaban el volante, eso me llamó mucho la atención, pero, bueno, conseguimos volantear, y mucha gente también que decía que no, que no quería el volante directamente. También escuchaba eso de que nunca habían probado con la extrema derecha y que había que darle una oportunidad.

Lo que fue aterrador, es cómo aumentaron en estas dos semanas, entre los dos turnos, las agresiones racistas, las agresiones a la comunidad LGBTI, ataque a árabes, a inmigrantes. Por ejemplo, concretamente hubo en una escuela, en un suburbio parisino muy cerca de donde yo vivo, un auto con militantes de la extrema derecha, estaban pegando afiches. Cuatro y media de la tarde, había varias madres, muchas inmigrantes de origen iraní y los militantes de extrema derecha cruzan la calle, insultan a los niños, insultan a las madres, y se van. Y un grupito de madres empieza a despegar uno de los afiches. Vuelve el auto, con los militantes estos, con capuchas, y agreden, agreden con bastones de baseball. Claro, como se dice ahora, ¡un empoderamiento completo de impunidad! Por eso fue aún más increíble el resultado del segundo turno. Lo mismo que, seamos claros, es una catástrofe, porque no hay ninguna mayoría.

BD: Claro, claro, porque ahí se abrió lo que llaman los tercios, los tres tercios.

NC: Exactamente, hay tres tercios no se sabe muy bien qué va a pasar. Y a su vez es un momento interesante políticamente, porque es un momento también de reivindicar y exigir ciertas cosas, ¿no? Y ahí también, con los límites de esta unión de izquierda donde, obviamente, no tardó mucho en que empiecen a pelearse entre ellos, pero bueno… no sabemos mucho qué va a pasar.

“… si en estos dos años no hay un avance social profundo, no se arranca nuevas leyes que lleven a un progreso social, donde haya un aumento de salarios, etcétera; si nada de esto ocurre, en el 2027, en las próximas elecciones presidenciales, tenemos la extrema derecha en el gobierno, sin lugar a dudas… tenemos una responsabilidad muy, muy grande… y sabemos que lo único que puede combatir realmente la extrema derecha, es el socialismo”

BD: Primero, parece ser que, más allá de esta crisis superestructural del régimen que plantea el problema de que nadie puede llegar a tener la mayoría absoluta para nombrar Primer Ministro, parece ser que está todo abierto para el movimiento obrero, para el movimiento de masas.

NC: Bueno, yo lo veo así, y además Macron hizo un escrito, no apareció en la tele, no fue un discurso, hizo una carta a los franceses y francesas, donde no reconoció la victoria de nadie. Nosotros creemos que es una victoria relativa, que hay que tener mucho cuidado y no dormirse en los laureles, no perdamos de vista que el partido de Le Pen, como partido único, es el que más votos sacó: tiene 10 millones de votos, y es monolítico.

Estamos viviendo, es una situación muy, muy, muy difícil. Y de cualquier manera no sé cómo va a salir, qué pirueta va a hacer Macrón, no sabemos, un salto atrás, un salto adelante, no sabemos. De cualquier manera, dentro de dos años, en las próximas elecciones presidenciales, si en estos dos años no hay un avance social profundo, no se arranca nuevas leyes que lleven a un avance social, un progreso social, donde haya un aumento de salarios, etcétera, si nada de esto ocurre, en el 2027 tenemos la extrema derecha en el gobierno, sin lugar a dudas.

O sea que, de alguna manera, está en nosotros seguir la organización y la lucha por estas reivindicaciones, por lo que es ese aumento de salarios, la derogación de la ley, la defensa de los migrantes… Bueno, por este paquete inmenso de reivindicaciones. El gran problema es si eso va a estar cruzado también con la política de algunos sectores del Frente Popular. Sabemos perfectamente cuál es la clave para que la extrema derecha, en cualquier punto del planeta pierda fuerza: es cuando se avanza en el punto de vista social. Y eso depende del movimiento obrero. Porque podemos tener mañana un gobierno izquierda, pero sabemos perfectamente que es el movimiento obrero el que puja para que el gobierno haga realmente las cosas. O sea que sí, tenemos una responsabilidad muy, muy grande. Lo cual avizora que este triunfo plantea futuras batallas bastante importantes. Conocemos con qué bagaje llega la extrema derecha, y sabemos que lo único que puede combatir realmente la extrema derecha, es el socialismo, ¿no? Es eso, es por ahí.

BD: Una pregunta casi al margen, en el Frente Popular está el Partido Socialista, que gobernó Francia. Eso también plantea un problema, ¿no?

NC: Plantea un gran problema, claro, más que un problema, un gran problema, tenés razón. Obviamente que no nos olvidamos que los que llevaron adelante las medidas económicas que produjeron el empobrecimiento de los trabajadores, y que, de alguna manera, llevaron a votar a la extrema derecha, fue el Partido Socialista, los gobiernos del Partido Socialista. Y sabemos muy bien que, justamente cuando los gobiernos de izquierda dejan de lado las banderas de la izquierda y no hacen los cambios estructurales que se precisan, eso lo único que hace es facilitar la llegada de la derecha, que empiece a avanzar la extrema derecha. Digamos, para decirlo de alguna manera, el gran desafío es que no sea un Syriza en Grecia.

BD: Nara, te agradezco muchísimo, ha sido muy interesante la charla y la seguiremos, porque apareció lo de Francia, para muchos sectores, como un pequeño soplo de aire fresco, que plantea quizás escenarios para el movimiento obrero un poquitito distintos, que habrá que aprovechar seguramente.

NC: Obviamente que es mucho mejor un gobierno de izquierda, entre comillas. Pero me parece que no podemos esperar mucho del primer ministro que va a llegar. Pero de cualquier manera, cuando no se la oye más a la extrema derecha es cuando hay un movimiento fuerte en la calle, durante todo el proceso justamente de lucha por las jubilaciones, no se la oyó a la extrema derecha. Bueno, como diría un viejo amigo, todo va a depender de la lucha de clases.