Allí donde hay naturaleza y agua, hay intereses económicos volcados a su explotación, y con ello, a la destrucción de los ecosistemas implicados. Pero la otra cara de esta moneda es sin duda la resistencia de las comunidades, que defienden el territorio en el que viven y del que forman parte. La Travesía por los Humedales fue, en nuestra zona, una muestra del heroísmo y el sacrificio que muchas veces toma esa resistencia.
Entrevista: Luis Cuello. Edición: Borrador Definitivo
Esta nota fue realizada hace ya varias semanas. Después vinieron las PASO, los cambios de gabinetes, las peleas electorales que en cierto aspecto ocuparon el centro de la información.
Sin embargo el río Paraná sigue estando, de distintas maneras en el centro, sobre todo de nuestra región. En una unidad absoluta, se entrelazan las quemas impunes de los humedales durante meses, los negocios agroindustriales o inmobiliarios, la discusión de la hidrovía asentada en las políticas extractivistas, ya sea en manos del estado o privadas (o con la complicidad de ambos sectores) y la bajante histórica del río, producto no ya de fenómenos naturales sino de la profunda depredación de los ecosistemas a partir de la desforestación y quemas sobre todo del Amazonas. Todo esto forma una unidad dramática e insoslayable que debe ser resistida y enfrentada como parte de la lucha que en general asumen pueblos enteros contra las políticas extractivistas.
En este contexto, pudimos tener esta muy estimulante y linda charla con Julia Vélez, una de las Encargadas de Prensa de la Multisectorial por los Humedales de Rosario, e integrante de la Caravana por los Humedales, travesía en embarcaciones a remo por el Paraná que partió de Rosario el 11 de agosto y culminó en una marcha de Plaza de Mayo al Congreso, siete días después. La caravana de kayaks buscaba exigir a las comisiones de Agricultura y Ganadería, Presupuesto y Hacienda e Intereses Portuarios, Marítimos, Fluviales y Pesqueros, que continúen tratando el proyecto unificado de la Ley de Humedales. En aquel momento, la Multisectorial recordaba que durante 2020 «se quemaron más de 400 mil hectáreas y en este 2021 continúa ese ritmo». Se presentó un documento impulsado por más de 380 organizaciones, grupos y movimientos de todo el país.
Al iniciar la charla, Julia nos cuenta cómo surgió la idea de esta travesía y cómo fue esa experiencia:
“Fueron siete días en agua y el último por tierra con la marcha. La idea surgió de manera graciosa. El año pasado, sobre final del año, hicimos un acampe intermitente con cortes sobre el puente Rosario-Victoria, también durante siete días para pedir que se trate, en las comisiones que faltaban, el texto unificado de la Ley de Humedales. Frente a no tener resultado positivo con esa acción de lucha, dijimos: ¿qué podemos hacer para que tome dimensión y vuelva a estar en agenda? Y un compañero dijo: ‘¿Por qué no vamos remando hasta el congreso?’. Todos nos reímos y asamblea tras asamblea, esa idea fue tomando forma. Y cuando tomó la suficiente dimensión de realidad de que la podíamos llevar a cabo, empezamos a trabajar durante tres meses sin descanso, en todos los detalles que implica una caravana por agua, de 350 kilómetros, por los canales principales del rio Paraná, pasando por alrededor de 12 puntos, y llegando finalmente a desembarcar, y luego cerrar esta travesía con una marcha desde Plaza de Mayo a Congreso. En el medio pasaron un montón de planificaciones y actividades locales, pero fue así: vamos por más. Si todo empuja a que tengamos que estar en el agua, en el territorio del rio propiamente, hacernos rio para llegar, lo haremos. Y lo hicimos”.
«… al calor de los fuegos, cuando estaba toda la isla incendiada… lo que pasó es que la ciudadanía se empezó a organizar frente al silencio de los distintos niveles del estado frente a esta situación».
BD: Igual parece que esto fue un paso más de una lucha que viene de largo, desde casi el inicio de la pandemia enfrentando las terribles quemas, con muchísimas actividades.
JV: Sí. La Multisectorial es muy joven, se conformó en julio de 2020, en plena pandemia. Con lo cual se le sumaba la dificultad de ocupar la calle, porque el mensaje era “quedate en casa, nos cuidamos y cuidamos al otro”, mientras los hogares de todos los rosarinos y alrededores se llenaban de un humo visible en el ambiente. Así, al calor de los fuegos, cuando estaba toda la isla incendiada en ese momento, y que se podía ver porque el viento nos traía el humo, lo que pasó es que la ciudadanía se empezó a organizar frente al silencio de los distintos niveles del estado frente a esta situación.
Así fue que hicimos cantidad de actividades. El puente Rosario-Victoria es como un ícono para nosotros, porque fue el lugar que fuimos a ocupar, de distintas maneras. Cruzamos el puente hasta el peaje con una gran marcha de 4000 personas, en plena pandemia. También hay que decir que como somos responsables y conscientes del contexto (acá no hay anti cuarentena ni nada de eso), generamos protocolos de Covid con médicos que nos ayudaron a realizarlos, siempre promovimos la distancia, el uso del barbijo, los sanitizantes. Pero sí entendíamos que había que salir y ocupar el territorio, alzar la voz.
También, cuando digo territorio no es solamente el puente. El año pasado hicimos una actividad muy significativa y también muy poética y sobre todo política, que fue esta unión con embarcaciones a remo, unimos las dos orillas, de Rosario con las islas, en un abrazo simbólico pero también en esto de significar que el río es un río y no una hidrovía, y que el río necesita del elemento consciente de la humanidad para ser cuidado, para hacer de guardia de todo este ecosistema que hoy está en peligro. Digo ecosistema y nosotros somos parte, entonces nuestras vidas y nuestra salud también se ponen en juego cuando se violenta de esta manera al territorio.
«… el río es un río y no una hidrovía, y necesita del elemento consciente de la humanidad para ser cuidado, para hacer de guardia de todo este ecosistema que hoy está en peligro»
BD: Está claro que el río es un río y no una hidrovía. Pero esas dos concepciones, conllevan formas de actuar completamente distintas sobre el ambiente en el que vivimos.
JV: Totalmente. De hecho, pensando en esto de que el río es el río y que arriba le quieren implantar una hidrovia, y que la discusión está puesta en que si es público o privado y no en la otra pata fundamental que es tener en cuenta el ecosistema, la naturaleza.
Reflexionábamos en las asambleas sobre lo pobre que está nuestra democracia en cuanto a dimensión ambiental. Porque poner en esos términos la discusión deja por fuera comprender que por más que los ingresos de divisas sean los que después generen puestos de trabajo (y lo podríamos discutir), lo que se está poniendo en peligro es la vida y la salud de todo el ecosistema: fauna y flora, y de nosotros también como humanidad. Y esa arista del asunto está, por lo menos, silenciada.
Cuando silenciamos algo no le damos entidad, no lo dejamos existir. Pero no significa que no existe o que no estén sucediendo cosas de ese orden, como perjudicar la salud de la población, por más que no lo hablemos. Y eso le compete directamente a la democracia de los países que, por ejemplo, tienen cuencas tan importantes como es la del Paraná. Entonces apuntamos a esto: que por más que hayan intereses muy fuertes sobre este territorio que es el rio Paraná, y que sabemos que por acá se van las producciones de “alimentos” (también discutible) para el mundo entero, pensamos: qué floja que tiene que ser la democracia o qué tambaleante es, que los intereses económicos le puede torcer el brazo tan fácilmente, agrediendo directamente a la población que teóricamente debería cuidar y guardaniar. Ahí está la gran contradicción de lo que está pasando y eso es lo que se debería discutir.
«El territorio está compuesto por pescadores, por gente que siempre vivió a la vera del río, que tiene un vínculo con el río y sus tiempo, y sus inundaciones y sus sequias y hay una relación de justicia, de justo vinculo. Mientras que por otro lado se imponen fuerzas y poderes que rompen esos vínculos y que ni siquiera los estiman como válidos».
BD: ¿Todo esto que vos decís se puso en escena con la acción de la caravana?
JV: Era lo que buscábamos con esta acción. La marcha fue el broche de oro porque entrábamos en territorio capitalino, donde se concentran casi todas las decisiones. Todos sabemos que lo que hace ruido en Capital, genera un efecto dominó en el resto del país, por lo menos a nivel mediático y político. Pero en realidad, acá la fuerza de todo fue ocupar el territorio. Mejor dicho: ocupar no, sino ser parte, dimensionar esto de manera concreta: nos metemos en el rio con nuestros botes a remo con la intención de llevar este mensaje que no es solo nuestro sino que es del territorio. Territorio que está compuesto por pescadores, por gente que siempre vivió a la vera del rio, que tiene un vínculo con el río y sus tiempo, y sus inundaciones y sus sequias y hay una relación de justicia, de justo vinculo. Mientras que por otro lado se imponen fuerzas y poderes que rompen esos vínculos y que ni siquiera los estiman como válidos. Entonces la intención de hacer esta travesía fue un poco eso: hacernos cuerpo del río y atravesar todas estas comunidades. Si tomamos el ejemplo de San Nicolás, donde tiene tremendos conflictos, inclusive con el estado local.
BD: ¿Te referís a que la familia del intendente tiene tierras en las islas?
JV: Sí. Ya tener tierras en las islas es fuerte. Pero además es el intendente, que toma decisiones políticas coyunturales en relación a ese territorio, y por lo tanto son decisiones políticas. Preguntamos: ¿dónde están las voces de las poblaciones de esos territorios? ¿Hay lugar para que los vecinos y las vecinas opinen sobre qué se quiere hacer en esos lugares? Yo opino que no. Y eso pasa, por lo menos en los 350 kilómetros que atravesamos a remo, compartiendo con organizaciones socio ambientales y con vecinos y vecinas de cada lugar. Hay una pluralidad de voces que están reclamando ser escuchadas y no hay lugar.
Y acá vuelvo al punto de la democracia: ¿de qué democracia hablamos si los territorios no tienen voz? Y luego, por ende, el voto carece de sentido si no hay una expresión para esas poblaciones.
«Hay una pluralidad de voces que están reclamando ser escuchadas y no hay lugar… ¿de qué democracia hablamos si los territorios no tienen voz? Y luego, por ende, el voto carece de sentido si no hay una expresión para esas poblaciones».
BD: ¿Y cómo se enfrenta esto entonces?
Vivimos en esa contradicción. Mientras los territorios no se impliquen y no se organicen, hay una vía libre para que estas personas que tienen un discurso pero hacen exactamente lo contrario, profundicen esas prácticas. Y lo interesante de lo que está sucediendo es que, justamente, se empieza a implicar fuertemente el territorio. Y desde lugares que la política no entiende y no los suma a su forma, que tiene que ver con la relación de amor que hay con el territorio. Y cuando digo amor no lo digo como una cuestión romántica. El amor que trasforma lleva un trabajo, un compromiso, una prespecialidad, un sentirte parte de una hondura que es difícil de voltear. Y eso es lo que yo experimenté con la Multisectorial en este sentido, pero que hay un montón de organizaciones y de vecinos y vecinas juntándose por temáticas parecidas.
Y esto es lo que hace que vengan los golpes bajos: no nos sacan la ley, quizás pierda estado parlamentario este año y el texto no pase a recinto. Pero la red que estamos armando ya no se puede volver atrás. Porque estamos enlazando desde un amor que potencia a una organización que va más allá de estas formas, para mí, obsoletas, de la política partidaria. Hay otro tipo de organización a la que deberían prestarle atención los que ocupan cargos públicos.
Yo pienso que estas movidas lo que están haciendo es poner en evidencia algo que está sucediendo hace ya varias décadas: la decadencia de esta democracia representativa.
Cuando hablo de territorio hablo de no sentir distancia entre la persona que tenés al lado aunque no la conozcas, porque te une un sentido de territorialidad. Contra eso es muy difícil ir cuando se establece esa lógica, y para mí ese sería el gran cambio de paradigma: que las estructuras políticas comiencen a integrar esta forma de sentir y hacer política, que tiene que ver con que el otro es parte de uno, el río es parte de uno, el carpincho, perdido en Nordelta, buscando su espacio perdido, es parte de uno. Y en este sentido, los barrios empobrecidos y golpeados también entran en esta lógica, porque son la consecuencia de esa forma de producir y de sentir, que no oye ni ve a nadie más que a los grandes poderes con los que se dan la mano. O sea: no nos representan.
«… la red que estamos armando ya no se puede volver atrás. Porque estamos enlazando desde un amor que potencia a una organización que va más allá de estas formas, para mí, obsoletas, de la política partidaria».
BD: Leyendo cosas para hacer esta nota me encontré que en Argentina el 23% de la superficie del país son humedales, que están presentes en todo el territorio y no solo en el centro del país.
JV: Ese porcentaje de territorio tan grande que están conformados por humedales, su servicio ecosistémico, no solamente es para Argentina, sino que están trabajando en un nivel regional. Nosotros aplicamos fronteras y líneas imaginarias pero esa no es la lógica de la naturaleza. Son ecosistemas, que cubren una gran región del sur del continente, junto con el Amazonas en Brasil. Entonces, al deteriorar esto, lo que se deteriora es la calidad de vida, que ya está deteriorada con nuestra forma de producción que nadie quiere discutir y nadie la quiere poner en juego. Y la gente que lo tendría que hacer, los políticos que ocupan cargos no lo hacen.
Pero si seguimos insistiendo en estas formas, lo que va a suceder es eternas pandemias. O hacer agresivo el ambiente en que vivimos. Volverlo contra nosotros, porque nosotros lo estamos devastando, lo estamos exterminando. El planeta va a seguir su camino, pero nosotros estamos agotando las posibilidades de salubridad para convivir y vivir en este mundo. Eso es lo importante.
El humedal, limpia el aire que respiramos y contiene reservas de agua dulce que bebemos. Básicamente la vida es eso. Y a la vez: ¿por qué los negocios extractivitas están, la mayoría, enclavados sobre humedales? Porque necesitan agua para “poder ser”. Sin agua no se puede producir. Ya tengas animales, ya quieras reventar una montaña. Entonces acá el agua es lo fundamental. Y los humedales son el vínculo con el agua, pero ésta, está puesta a disposición de las peores formas de producción y de extractivismo de una manera absolutamente exagerada. A la vez hay un discurso que quiere insistir en que las divisas las sacamos de ahí: vos te compras la ropa con ese dinero que entra al país, como algo muy recortado. Al mismo tiempo que no se les da lugar a nuevas formas que están surgiendo y que están dando resultado, formas de producir regionales que atienden al territorio inmediato, y no se les quiere dar lugar a discusión, por lo menos para que se pongan en práctica en simultáneo. Esto lo decide gente que seguramente esta resguardada y que va a poder pagar sus remedios el día de mañana, pero todo esto es a costa de los millones de personas que estamos en los territorios y no vamos a tener esos recursos para estar mínimamente sanos. Todo esto se pone en juego.
BD: Esto que vos decís nos pone frente a la posibilidad de que muy pronto se tenga que decidir a quién darle el agua, si a las personas y a los emprendimientos extractivitas.
JV: Es que eso ya está pasado. Yo creo que nosotros estamos un pasito atrás siempre. Pero porque el sistema se encarga de que esto sea así. Básicamente porque todos los recursos los tienen los Estados y los pone al servicio de estos grandes lobbies. Entonces cuando llegamos a entender la información de lo que está sucediendo, ya se avanzó de manera exponencial.
Lo que sí me parece positivo de todo esto es que lo empecemos a nombrar como es: extractivismo en contra de la vida de la mayoría de las poblaciones; agua al servicio de esta forma de producir, en contra de la calidad de agua que reciben los pueblos.
Esto pasa en todos lados. En Andalgalá el agua escasea porque están en la montaña y dependen de los deshielos, ahora escasea el triple o el cuádruple, y el agua que baja está contaminada. Pero Andalgalá está lejos, entendemos los territorios como algo lejano. Y en realidad está todo unido: el agua esa envenenada de Andalgalá va a llegar a la cuenca del Paraná y se va a ir al mar.
BD: Y la producción minera, además, va a ser exportada a través de los puertos que están sobre el Paraná.
JV: Exacto. En los barquitos estos que entran pensando que el Paraná es una gran autopista cuando es un rio, detalle no menor, en una bajante histórica, en donde se sobre draga el rio… Yo lo veo como una agresión constante. No lo puedo dejar de ver como el abuso hacia la inocencia. No hay diferencia entre pensar el abuso contra pueblos originarios en su momento, contra mujeres e infancias, contra la naturaleza… es la misma lógica. Y acá es donde aparece la cuestión, que para mí son palabras medio similares, entre capitalismo, patriarcado y formas de producir. Es lo mismo. Vos sobre un rio castigado en una bajante historia, sobre dragás para que tu barquito pase, es violencia, no hay otra forma de decirlo. Violencia sobre el rio y sobre las poblaciones que van a sufrir las consecuencias de tu accionar absolutamente poco empático, frío e insensible. Y lo que nosotros tenemos que lograr es que esta sensibilidad de la vida atraviese los lugares donde se toman decisiones.
Yo siento que fue ese llamadito de atención lo que hicimos con esta travesía y con la marcha. Fueron alrededor de siete mil personas, en CABA, por una causa ambiental. Así la llaman los medios pero que en realidad claramente es una causa social, además de ambiental. Fue un ruido desde el amor, desde la alegría, desde la fuerza de los territorios, diciendo acá estamos, no nos callamos más. Y eso me parece un logro súper importante.
BD: Lo otro muy importante es que surjan, al calor de estos movimientos la necesidad de articularlos entonces.
JV: Eso para mí es clave: la articulación va sucediendo naturalmente. Pero también es como una apuesta. Desde la multisectorial, entendemos que la apuesta es hacer red. Saber qué pasa en el territorio inmediatamente vecino, pero también saber qué está pasando en territorios como Andalgalá, en el sur, o en Misiones. Son dos dimensiones de lo mismo. Lo que tenemos que lograr es una gran red de organizaciones socio ambientales y empezar a estar atentos. Yo siento que es como un gran despertar de esta parte nuestra que traemos de la naturaleza, porque somos animales. De traer a la conciencia este trabajo de cuidado profundo de lo que nos posibilita la vida. Y en ese sentido yo siento que empiezan a pasar cosas de otro orden.
Uno está acostumbrado al discurso cientificista, donde todo tiene que estar explicado, pero luego las cosas suceden. Yo siento que siete días por el canal del Paraná, remando seis horas, los cuerpos cansados, que no haya pasado nada del orden de la salud con la gente que remó, es mutuo cuidado: no llovió nunca, no hubo grandes sudestadas, es como que estuvo todo prestado para hacerlo. Y cuando pensamos la idea de hacerlo en agosto sabíamos que iba a hacer frio, la temperatura amablemente empezó a subir día tras día. Lo sufrimos un poco, pero también estuvo la amabilidad de la naturaleza acompañando este gesto. Yo me quedo con esas cosas que parecen pequeñas, pero que, cuando pasan en un montón de lados, pueden transformar, de lo chiquito a lo grande, todo.
«(En el Congreso) no estaban a la altura de las circunstancias, no hubo mayores compromisos respecto de la ley, de hecho se animaron a decir que era muy probable que pierda estado parlamentario este año».
BD: Y en el Congreso, ¿qué bola le dieron?
JV: Hubo varias llamadas previas. Obviamente que la estrategia nuestra fue hacerlo en el contexto de elecciones justamente para que nos atiendan, por eso nos cagamos de frio en agosto. Y finalmente nos recibieron dos diputados de la Comisión de Ambiente, comisión que ya aprobó el texto, y un diputado de la provincia de Santa Fe, que había escrito uno de los textos que luego se unificó. Nos explicaron, básicamente, que es difícil porque hay grandes lobbies y que si no hay empuje del Ejecutivo la cosa no se puede mover, siempre las leyes salen si hay una presión desde el ejecutivo…
Sin embargo para nosotros fue un logro, así como ocupamos el Paraná como territorio, ocupar el Congreso con 10 personas de la Multisectorial y 5 más de otras organizaciones socio ambientales, y sentarnos en esas sillas frías y decir acá está la voz de la gente. Ahora bien: no estaban a la altura de las circunstancias, no hubo mayores compromisos respecto de la ley, de hecho se animaron a decir que era muy probable que pierda estado parlamentario este año… flojo.
Nosotros lo que destacamos de esto es que pueden venir a explicarnos cosas que ya sabemos (me hace acordar un poco a eso del hombre queriéndole explicar las cosas a la muer), nos pueden decir cantidad de cosas de por qué es difícil, pero es el estado el que se tiene que ponerse firme cuando se trata de una demanda que es del pueblo, que entiende perfectamente por qué hay que cuidar los humedales. Entonces lo que esto demuestra es una gran flojera democrática, de los políticos y las políticas que están construyendo esta democracia. Y eso es lo que se está poniendo en jaque o por lo menos lo que nosotros evidenciamos cuando tuvimos este tipo de reunión, o simplemente diciendo que hace un año y pico que estamos pidiendo una ley y que así, muy fácilmente, dicen que probablemente pierda estado parlamentario. Entonces te pueden venir con presiones de un montón de lados, pero tu voluntad política se define para un lado o para el otro y entonces te desenmascara y demuestra quién y qué sos. Eso es lo que nosotros podemos rescatar de esas tratativas con el estado.
BD: Esto lleva entonces a otra reflexión y pregunta. En este contexto ¿alcanza con una ley para frenar la destrucción de los Humerales?
JV: Esto no se termina de resolver hasta que no cambiemos la forma de producir, de eso somos conscientes, mientras la manera de hacerlo sea con el extractivismo siempre vamos a tener que estar al pie del cañón. Ahora, lo que se hace con una ley es: primero, saber, en el territorio, en qué lugar exactamente están ubicados los humedales, qué es un humedal, dónde están, y de alguna manera regular qué se puede hacer y en qué cantidad. Esto no significa que lo vayan a cumplir, pero por lo menos tenemos un instrumento del estado, que no es solamente la voz de la población (que para mí lo es todo), sino también un instrumento jurídico, y si hay un instrumento jurídico tenemos cómo nombrar cosas que se hagan mal o bien. Entonces es, por un lado ir por la ley como una demanda democracia, que nace desde abajo, de los pueblos, porque esto se puso en agenda porque se levantó la gente en los territorios, por todo lo que pasó con las quemas principalmente. Entonces que surja desde abajo es hacer una práctica democrática desde ese lugar.
Mientras tanto está sucediendo lo que está sucediendo: los territorios se juntan, se ponen en red, discuten las problemáticas, hacen acciones en conjunto y esto va creciendo. Entonces el día de mañana, la ley de humedales, ojala salga, y después vamos a seguir profundizando que se cumple esa ley, o generando otros instrumentos democráticos para lo mismo, quizás creándolos. Eso es lo que pienso que sucede en doble dimensión: por un lado estamos peleando por una ley que es estrictamente un instrumento jurídico, que tiene que ver con la democracia representativa porque necesitamos que lo aprueben en los recintos y todo esto. Y por otro lado, muchas otras formar creativas que van surgiendo, que van poniendo en jaque formas obsoletas.
«¿Una ley de humedales va a proteger los humedales?. No, lo van a hacer los territorios, haciendo cumplir la ley, o saliendo a denunciar, u ocupando el rio de nuevo, o de las maneras creativas que se nos ocurran. Ahora, mientras no se ponga en discusión, en los lugares de poder, las formas de producir, vamos a estar siempre al pie del cañón».
Hay enormes cantidades de organizaciones que vienen desde hace añares luchando, pero siento que ahora, todo esto empieza a tomar fuerza cundo se hace red. Entonces, que en Chubut quieran hacer caer una ley para seguir rompiendo la montaña, y que todo el territorio (no solamente el sur, sino de norte a sur) se levante a decir NO es NO, hace que no puedan continuar. Profundizando estas redes me parece que vamos a poder marcar la cancha.
¿Una ley de humedales va a proteger los humedales?. No, lo van a hacer los territorios, haciendo cumplir la ley, o saliendo a denunciar, u ocupando el rio de nuevo, o de las maneras creativas que se nos ocurran. Ahora, mientras no se ponga en discusión, en los lugares de poder, las formas de producir, vamos a estar siempre al pie del cañón. ¿Quiénes son los que van a poner en agenda eso? Está claro: vamos a ser los territorios, no es una intención ni del estado ni de los poderes eso. Es un protagonismo que nos toca ocupar como ciudadanos pero también como parte de la naturaleza. Eso es lo que está sucediendo y me parece que está bueno.
¿Qué son los Humedales y por qué es importante protegerlos?
Los ecosistemas de humedales desempeñan funciones de las cuales se derivan enormes beneficios (bienes y servicios) para la humanidad y realizan una contribución fundamental a la salud y el bienestar humano. Entre ellas se pueden mencionar el almacenamiento de agua, la regulación de caudales (acumulan y retienen agua en épocas de crecientes), la recarga de aguas subterráneas, la fijación de dióxido de carbono y la retención y exportación de sedimentos y nutrientes. Las plantas absorben los nutrientes del suelo y el agua y los almacenan en sus tallos, hojas y raíces.
Además, en las lagunas y llanuras de inundación donde se encuentran densas formaciones vegetales, como los lechos de juncáceas, también actúan como barreras físicas que frenan el agua y retienen los sedimentos. La retención de sedimentos y nutrientes aumenta la fertilidad y productividad natural de las llanuras inundables y contribuye a mejorar la calidad del agua.
El agua subterránea representa el 95% del agua dulce disponible en el planeta y es fuente de agua potable de casi un tercio de la población mundial. Muchos ecosistemas de humedales tienen un papel esencial en la regulación de la cantidad y calidad del agua subterránea.
La gran extensión de nuestro país y su variación latitudinal y altitudinal determinan la existencia de una gran diversidad y riqueza de humedales, que incluyen lagunas altoandinas, mallines, turberas, pastizales inundables, bosques fluviales, esteros, bañados y marismas, entre otros. Se estima que cerca del 23% de la superficie de la República Argentina está ocupada por humedales. Por ejemplo los valles de la cordillera, sierras, lagunas, etc. son considerados humedales. De ahí también la participación en esos lobbies de las mega mineras.