El 16 de junio de 1946, nacía en la ciudad de Buenos Aires, Andrés Carrasco, médico de extensa trayectoria académica y que marcó un hito con sus investigaciones sobre los efectos del glifosato en embriones. Alguna vez definió al modelo transgénico que adoptó la Argentina como “un experimento masivo». Su digna posición frente al devenir científico las espurias relaciones de esta ciencia “oficial” con los grupos económicos lo llevaron a ser perseguido, atacado y a perder su trabajo en el CONICET.  Sin embargo nada de esto logró sacarlo de su combate por una ciencia al servicio de las necesidades populares. Así es que el día de su nacimiento ha sido tomado por quienes se consideran sus continuadores y por las comunidades que defienden el ambiente como el Día de la Ciencia Digna.

En un  escrito de 2012, Andrés criticaba a la ciencia hegemónica señalando que: “El recorte de la realidad que hace la ciencia moderna determina que la racionalidad científica no sea en sí misma científica. Por tal razón, la ciencia de la modernidad produce tanto conocimientos como desconocimientos. Es frágil en cuanto a su criterio de verdad y ciertamente no neutral cuando pretende constituirse en certeza. Eso la hace manipulable, promoviendo científicos que son en verdad ignorantes especializados, mientras que induce convenientemente en los ciudadanos una falsa concepción generalizada”.


Podés escuchar un extracto de la entrevista desde nuestro canal de YouTube.

Entrevista: Luis Cuello

Desde Borrador Definitivo, venimos encarando hace un tiempo una revalorización de la figura de Andrés Carrasco, su legado y su vigencia; de la mano con un debate que creemos indispensable: el de ciencia para qué y al servicio de quién.  En este camino, hoy publicamos una muy interesante entrevista a Anabel Pomar, periodista y activista ambiental, vecina de Exaltación de la Cruz, Bs. As, e integrante de Exaltación Salud por la vida contra la fumigación. Anabel fue también, parte del equipo periodístico de la Agencia La Vaca, que se encargó de traducir los archivos conocidos como Monsanto papers, que funcionaron como pruebas en varios juicios que la multinacional perdió en EE.UU. por su responsabilidad en enfermar a las personas con sus productos.

En verdad yo no conocí personalmente a Andrés Carrasco –nos cuenta Anabel-. Pero indudablemente dejó una huella sobre un grupo de investigadores y de científicos. Porque la importancia que tuvo el trabajo del doctor Carrasco fue que, además de ver y de hacer ese trabajo tan importante que hacen los científicos que trabajan en un laboratorio, publican papers, etc. En el caso de Carrasco, lo que él hizo fue acercarse a las personas fumigadas, a los pueblos fumigados y decirles: ‘eso que ustedes están denunciando en muchísima soledad, yo tengo pruebas de que sucede así como ustedes dicen’. Y se puso al servicio de esas comunidades para denunciarlo. Creo que ese ha sido el legado más importante. Porque esas comunidades siguen siendo fumigadas y hoy en la Argentina, sigue siendo el glifosato uno de los principales herbicidas. No es el único tóxico, pero es el más conocido y se sigue pulverizando en todos lados. Entonces eso lo hace muy vigente y la lucha de los pueblos también sigue”.

Borrador Definitivo: ¿Cómo empieza en Argentina esta invasión del glifosato?

Anabel Pomar: Lo que es más triste y tremendo de todo esto son las afectaciones que provoca la utilización del glifosato en Argentina, recordemos el país más pulverizado del mundo, lo cual es otro triste récord. 500 millones de litros de glifosato se tiran en este país. Esto hace que por persona y por año sea  el país más pulverizado. Mucha gente cree que se incorporó después, pero el glifosato se utiliza en Argentina desde los años ‘70. La diferencia es que en el ’96, cuando se incorpora la soja transgénica que es resistente al glifosato, con eso se vuelve el agro toxico número uno. Entonces, si bien la molécula es anterior, cuando se inventa este paquete tecnológico, es decir: la semilla resistente a ese veneno; es la semilla que adopta Argentina y rápidamente se empieza a plantar soja en todos lados. Cuando hablamos de soja, hablamos de soja transgénica, y obviamente se empieza a aplicar glifosato también en todos lados. Y desde aquellos días cuando se incorpora la soja, se calcula que el crecimiento de los volúmenes de glifosato que se utiliza creció en alrededor de 1.400% en nuestro país. Una sustancia que recordemos, es probable cancerígeno, que produce estrés oxidativo y que es genotóxico también. Digamos, por si hace falta, que es una sustancia muy peligrosa para las personas y para el ambiente.

“… desde aquellos días cuando se incorpora la soja, se calcula que el crecimiento de los volúmenes de glifosato que se utiliza creció en alrededor de 1.400% en nuestro país”.

BD: Desde el ‘96 a la actualidad, vos misma decís que siguió creciendo la implementación de este modelo. Parece que esto es, ya, una política de Estado.

AP: Eso que vos estás diciendo es una afirmación que yo comparto, el desarrollo de este modelo es absolutamente avalado por el Estado. Aparte le llaman “agricultura”, lo cual es mucho más grave porque son tantas cosas que hay que desarmar, ¿no? De Argentina como “productor de alimentos”.

En realidad lo que se ha consolidado es un estado que tiene un rol potenciador y que es el que propicia  esto que se ha consolidado, que es la producción de commodities, que avanzan sobre los territorios, que avanzan sobre la biodiversidad. Porque donde antes había montes o bosques, se deforesta para plantar soja y más soja. Y eso se da sin distinción, no hay grieta partidaria. El modelo se profundiza porque se ha consensuado que esa es la única salida. Y las consecuencias de esto es lo que sufrimos en el presente y vamos a sufrir, lo cual es más lamentable, a futuro. Y el Estado no cuestiona esto, lo avala.

En su momento, Andrés Carrasco decía que Argentina era un gran experimento a cielo abierto. Y seguimos siendo eso. Con una situación tristísima porque no es solamente el glifosato lo que inunda nuestros campos sino que además estamos utilizando 139 plaguicidas altamente peligrosos, que ya están prohibidos en otros lados del mundo. Entonces, Argentina sigue siendo ese gran experimento a cielo abierto, donde tampoco entra en el análisis, cuando una sustancia se aprueba para su utilización, que esas sustancias se combinan con otros plaguicidas, con consecuencias que aún desconocemos. Entonces, todo esto hace que realmente sea una tragedia para la biodiversidad, y sobre todo para las personas que viven muy cerca.

“… lo que se ha consolidado es un estado que tiene un rol potenciador y que es el que propicia  esto que se ha consolidado, que es la producción de commodities”

Esto además de que en Argentina llueve glifosato en las ciudades. Hay campañas que han demostrado que hay personas que nunca pisaron un campo, que tienen adentro del cuerpo agrotóxicos. Eso significa que están en nuestros ambientes, en nuestros alimentos, en el agua. Y estamos hablando de sustancias peligrosas para la salud por un lado, que llegan a las ciudades también, pero que son sustancias que no se pueden reparar, que están haciendo daño en bienes naturales comunes que no se pueden reparar y sin los cuales no podemos vivir, como son el aire y el agua.

BD: Vos fuiste parte de un equipo que trabajó en la investigación de los Monsanto papers, que se usaron como pruebas en juicios donde esta empresa terminó condenada en Estados Unidos. ¿Cómo fue esa experiencia y qué es lo principal que sale a la luz en esos archivos?

AP: Tuve el privilegio y la oportunidad de trabajar colaborativamente con una propuesta que en su momento lanzó la cooperativa La Vaca, que siempre siguen estos temas y tienen una revista que se llama MU y un sitio especial: monsantopepers.lavaca.org. Ahí yo participo de la traducción, porque es documentación que estaba en inglés, entonces en su momento la cooperativa La Vaca dice: esta documentación la necesitamos leer en castellano, y tienen que leerla personas que vivimos justamente en el país más pulverizado con glifosato. Estamos hablando de documentación que se consiguieron como pruebas en juicios que se llevaron, y siguen en la actualidad todavía, contra el Roundup, que es el nombre comercial del glifosato de Monsanto en su momento, que después compró Bayer. Toda esa documentación generada en Estados Unidos, ¿en qué nos interpela o nos involucra? Nos tiene que involucrar y mucho, porque es esa misma sustancia la que recibimos acá en Argentina, la que es pulverizada en nuestras casas y que está en nuestros ambientes.

¿Y qué es esa documentación? Como para resumir muchísimo, es documentación oficial, es decir que es de la propia empresa, en ese momento Monsanto, y de gente que trabaja en la propia empresa, que habla sobre este producto. Es el día de hoy, 2023, que a veces en Argentina se escucha a alguien decir que el glifosato no es peligroso; tuvimos un Ministro de Ciencia en Argentina que decía que era como tomar agua potable con sal. Bueno, en este caso las propias personas que venden el producto, admiten que hay pruebas suficientes para asegurar lo que decimos en los pueblos fumigados, que esa sustancia enferma, mata. Es decir, que tiene cancerígenos, que el propio glifosato es un probable cancerígeno, pero además, según la IARC, tiene tres cancerígenos; que es genotóxico. Fijate que la sustancia recién fue categorizada como genotóxico en 2015, pero la empresa, en esos papeles se demuestra, que lo sabía décadas antes y lo ocultaba.

Toda esa documentación ha permitido, en Estados Unidos por ejemplo, condenar a Monsanto-Bayer, concluyendo que el Roundup fue sustancial para producir el cáncer de la persona que lo llevaban a juicio, pero además han condenado la empresa por actuar con malicia. En esa documentación lo que se muestra, es que la empresa sabía y sabe de los daños, cuando públicamente decían otra cosa.

Cuando acá se popularizó el uso de glifosato, se decía a los productores: “esto no hace nada, no pasa nada”. Es el día de hoy que la SENASA, que es el organismo que autoriza el glifosato en la Argentina, lo categoriza como banda verde o azul, que son las que se consideran de menor peligrosidad (una sustancia considerada peligrosa se categoriza con banda roja). Y en la propia página se habla de una sustancia “amigable con los productores y con el ambiente”.

BD: Hace unas semanas el investigador Rafael Lajmanovich nos decía que se puede comprar por Internet. ¿Es tan así?

AP: Sí, cualquiera lo puede comprar por Mercado Libre. Se puede encontrar en la “Línea Jardín” y no necesita siquiera una receta agronómica. Entonces vos vas y lo comprás para tirarlo como matayuyo, en el jardín de tu casa. Bueno, esa sustancia fue categorizada en 2015 (tardíamente, lo que tiene una explicación por el lobby de la empresa). Pero en 2015 se categoriza finalmente como Probable Cancerígena o Genotóxica. Esa sustancia, hacía décadas que la empresa sabía que había indicios de cancerigenocidad. Hay documentación sobre esto y ver los papeles realmente indigna, porque es una sustancia que es la más popularizada hasta el día de hoy en Argentina.

Una rápida búsqueda en una de las plataformas de compras en línea más usadas, arrojó estos y muchos otros resultados, sin ningún tipo de regulación.

Hay una documentación en la cual la empresa contrata a un especialista en genotoxicidad, para las evaluaciones del producto. Entonces, lo primero que hacen los científicos ahí es un meta-análisis, es decir que no hacen estudios nuevos, sino que analizan la biografía científica existente. Este genotóxico contratado por Monsanto en ese momento hace sus primeras conclusiones de la genotoxicidad, y dice: “Sí, hay índices de genotoxicidad”. Y hace unas recomendaciones: por ejemplo, hay que hacer un nuevo estudio, y bla bla bla (insisto que esto está en los documentos que figuran dentro de los papeles de Monsanto, que se los pueden leer). Ahí hay un cruce de correos entre los jefes de asuntos regulatorios, los toxicólogos (estamos hablando de capos de la empresa, no un cuatro de copas), en los cuales dicen: “Este señor que contratamos, este científico que contratamos, no está entendiendo para qué lo contratamos”. ¡Fíjate lo que dice, así nomás! (porque la documentación son correos, mails internos, básicamente es material de trabajo; entonces se tratan con familiaridad, porque están trabajando entre colegas). Y dicen: “este señor no está entendiendo para qué lo contratamos, que alguien se lo explique”. Entonces, parece que fueron y le explicaron y el científico (ya fallecido, Parry es el apellido, por eso había hecho el Parry Report, el reporte de Parry). Y él vuelve a decir: “No, mirá, mi conclusión es esta”.

Entonces, estas personas, ¡qué hacen?, ¿sacan la sustancia?, ¿cambian la formulación para que no sea genotóxica? No, lo que hacen es cambiar a quien contratan: prescinden de los servicios de Parry y ocultan esa información. Y esa información no fue pública, no le dijeron a las agencias regulatorias del mundo que lo autorizan. Lo cambian y ponen otro científico que, por supuesto, termina concluyendo que no había indicios de genotoxicidad. Y en uno de esos correos dice textualmente: “no podemos hacer lo que Parry dice porque eso saldría mucho…”, ellos están hablando de dólares, pero con el signo $ escrito muchísimas veces, como 10 o 12 veces. Lo ves en el correo así, diciendo que eso saldría mucha plata. Entonces lo que queda claro como si faltaran pruebas  es que nuevamente la industria prioriza vender su producto a como dé lugar, o sea prioriza la maximización de su ganancia.

BD: O sea, la ganancia capitalista tiene más importancia que la salud de la población.

AP: Claro, el tema es, ¿qué pasa cuando los gobiernos que autorizan?. Yo recién mencionaba al SENASA, que es la que dice qué es banda verde, azul, etc. Pero ahí deberían representar y defender la salud pública, la salud de todos y todas, no la maximización de las ganancias de las corporaciones. Yo participo de un grupo vecinal que trabajamos para la erradicación de los plaguicidas, de los agrotóxicos, y tenemos vecinos y vecinas que tienen, adentro de su cuerpo, glifosato. Y por supuesto, tienen problemas de salud y sus hijos y sus hijas tienen problemas de salud. Entonces vos ahí decís: ¿qué hace el Estado? Permite sustancias que las propias corporaciones saben y ocultan el daño que hacen. El Estado lo permite y las personas mientras tanto enferman o son contaminadas, enferman o mueren. Entonces, ahí tenemos un problema gravísimo.

(El Estado) tiene confianza ciega en las empresas. El procedimiento por el cual se aprueban estos plaguicidas es basado en informes de las propias empresas.”

BD: Entonces el estado, a la hora de autorizar sustancias, ¿no hace estudios independientes, simplemente toma como verdadera la información presentada por las empresas?

AP: Tienen confianza ciega en las empresas. El procedimiento por el cual se aprueban estos plaguicidas es basado en informes de las propias empresas. Entonces una empresa viene y tiene que demostrar dos cosas: que el producto sirve para lo que te dicen, por ejemplo para matar tal yuyo, o un insecticida para matar un insecto, es decir tienen que demostrar que sirve para eso. Y después, en el tema de salud, ellos te dicen: “que no provoca daño”. Bueno, ¿qué hacen los estados? El estado argentino le cree ciegamente a esa empresa. Y esos informes, en Argentina siguen siendo así, además son secretos, porque lo que hace el estado es proteger la reserva comercial de la empresa, el secreto comercial de la empresa.

BD: Esta parece ser una conducta habitual, no solo en relación a los agrotóxicos, sino en otras ramas, medicamentos, por ejemplo.

AP: Hay innumerables ejemplos de eso, y en el caso de los plaguicidas pasa en la mayoría de los países del mundo. En un momento hubo un cambio interesante en la Unión Europea, unos partidos políticos con organizaciones de base ambientales, lograron que se rompiera ese secreto y acceder a los estudios que presentaban las empresas. Entonces, cuando científicos independientes sin conflictos de interés pudieron acceder a esa información, lo que encontraron es que la mayoría de los trabajos tenían errores metodológicos y falseaban documentación, falseaban datos. Eso es tremendo. Es más tremendo cuando después escuchamos a los defensores de este modelo de agronegocio, drogadependiente, envenenador, porque depende de esos venenos para funcionar, decir: “la población no tiene que alertarse ni estar preocupada porque es una de las industrias más reguladas y controladas del mercado”. Cuando en realidad son las propias corporaciones las que hacen sus trabajos para defender sus productos, sin importar la salud pública. Sabiendo todo el tiempo de la peligrosidad, la ocultan y los estados repiten. Y después la academia repite en muchos casos lo mismo, lo cual es tristísimo, que científicos o universidades repitan eso que las empresas diseñaron y donde además dicen, con mentiras, que su producto es seguro. Realmente es muy complejo.

“… cuando científicos independientes, sin conflictos de interés, pudieron acceder a esa información, lo que encontraron es que la mayoría de los trabajos tenían errores metodológicos y falseaban documentación, falseaban datos”

Esto, y para no irme de tema, es lo que demuestra que la ciencia (y es algo que decía también Carrasco) no es neutral; (como si hiciera falta aclararlo, lo volvemos a aclarar) que responde a poderes y en este caso, responde a poderes corporativos. Y la salud pública está amenazada por estos productos. Y es lo que hay que desarmar, porque los científicos y las científicas, lo que deben hacer es trabajar para la salud pública y no para estas corporaciones. Trabajar para desnudar estos mecanismos que permiten que, hoy por hoy, pase esto en el caso de los plaguicidas; y no que estén repitiendo como verdad científica lo que es una publicidad modelada y pagada por las corporaciones.

BD: Me quitaste con esto mi última pregunta

AP: Podés hacerla igual.

BD: Se usa muchas veces, como justificación universal, el que algo esté “hecho por científicos”, sin cuestionar ciencia para qué y al servicio de qué intereses o necesidades trabaja esa ciencia.

AP: Claro, pero es importante y es urgente desarmar eso, cuestionarlo. O sea, hay mucha gente que se lo pregunta y que pone esto en evidencia. Por suerte, cada vez hay más integrantes de la academia que se lo preguntan. En el caso particular de los plaguicidas (yo siempre se los digo a los científicos) hoy en la bibliografía científica hay innumerables papers revalidados, que dicen tener una verdad científica y se constituyen como tal, y que fueron escritos y pagados por las propias empresas que diseñan los productos. Entonces ahí se convierte en una pelea absolutamente desigual. Porque eso es lo que permite y que ha perpetuado y perpetúa los plaguicidas hasta el momento. Y que trae esta cosa de las “dos bibliotecas”. Y cuando dicen esto, hay que responderles que no hay dos bibliotecas, hay una. Y eso nos debe poner a pensar: ¿es peligroso o no es peligroso? Hay muchos científicos que dicen que sí, pero hay muchos que dicen que no. Bueno, qué casualidad que le están llamando “ciencia” a los informes que fabrica la propia empresa, y eso no puede ser considerado ciencia. Entonces, hay que trabajar en eso, de que cuando las corporaciones se meten, se entrometen y en realidad provocan esta distorsión de lo que es la ciencia. Y ahí, me parece, aparece el rol de los científicos independientes que es fundamental; porque los vecinos y las vecinas, o los periodistas, no podemos dentro del sistema cuestionar cómo se construyen ciertos papeles. Me parece que hay muchísimo para desarmar en eso.

“… los científicos y las científicas, lo que deben hacer es trabajar para la salud pública y no para estas corporaciones. Trabajar para desnudar estos mecanismos que permiten que, hoy por hoy, pase esto en el caso de los plaguicidas; y no que estén repitiendo como verdad científica lo que es una publicidad modelada y pagada por las corporaciones”.

Además esto es indispensable para las personas en los territorios. Yo aclaré que soy periodista, y que trabajo en temas ambientales hace mucho tiempo, mayormente especializado en agrotóxicos. Pero además soy una persona que vive en un pueblo fumigado. Y es tremendo ver, cuando las personas vamos y decimos: “mira, nos estamos enfermando, nos están matando”, ahí te revolean la “ciencia” por la cabeza. Y te dicen: “bueno, pero ustedes no entienden nada”, porque tampoco les parece evidencia la malformación, los abortos espontáneos, la cantidad de cánceres.

Yo vivo en un municipio en el cual, en 30 manzanas, hay 50 casos de cáncer. ¿Y qué es lo único que tienen en común? Que están completamente rodeados por campos ampliamente pulverizados con agrotóxicos. Y cuando los vecinos y las vecinas llevamos esa documentación, ¿qué hicieron?, nos ningunearon, sería la palabra más pertinente: “Ustedes no saben nada. Mira estos boludos lo que vienen a decir”. Y bueno, pero ahí había ingenieros agrónomos que vuelven a decir: “ustedes no entienden nada. Ustedes no saben nada”. 

BD: Para terminar, fue el 11 de enero, en un acto de Alberto Fernández cuando, desde el grupo al que pertenecés en Exaltación de la Cruz, desplegaron una bandera contra la fumigación y fueron reprimidos. ¿Cómo fue esa experiencia?

Vecinos y vecinas de Exaltación de la Cruz, en lucha contra las fumigaciones

AP: Casualmente fue en el pueblo donde yo vivo, donde se inauguró un centro modular de salud (que le dicen Hospital, a pesar que la palabra queda grande). En el grupo vecinal que trabajamos para, justamente, denunciar el daño de los venenos, nos pareció pertinente estar ahí. Justamente denunciar el daño de los venenos, porque se inauguraban algo de salud. Con una bandera que decía: “Basta de cáncer. Paren de fumigarnos”. Nos acercamos hasta esa inauguración, intentamos desplegar la bandera y no pudimos porque fuimos censurados, nos quisieron arrancar la bandera. Después nos empezaron a querer sacar a nosotros, y a un compañero que estaba filmando le pegaron. Cuando le pegaron al compañero, nos dimos cuenta de que esta gente, que era personal de civil que formarían parte de la custodia presidencial o lo que fuera; entendimos que se estaba poniendo muy violento. Así que dijimos: “Tranquilos, ya nos vamos a retirar”, previo denunciar que nos estaban censurando pero nos retirábamos. Y a una cuadra y media de ahí, apareció Policía Bonaerense, varios móviles, y nos detuvieron a tres personas del grupo, yo estaba entre esas personas, nos llevaron detenidos ilegalmente, nos retuvieron ilegalmente. Junto a nosotros había un periodista que empezó a filmar todo el procedimiento irregular. Al periodista le pegaron, le robaron el celular y fue uno de los primeros que lo subieron al patrullero. Terminamos los cuatro imputados por resistencia a la autoridad. Tenemos imputaciones penales actualmente, digamos que por intentar ejercer un derecho democrático. Por expresarnos y manifestarnos.

“Es urgente cambiar este modelo, es urgente defender los bienes naturales comunes que no son nuestros, que  pertenecen a las futuras generaciones que también están siendo amenazadas y es urgente denunciar que nos están matando”

BD: En este medio hemos cubierto distintas variantes de la resistencia contra el extractivismo, y vemos que la represión y la judicialización de luchadores, siempre está presente.

AP: Sí, claramente no fuimos ni somos, tristemente, el único ejemplo de personas que quieren tener este tipo de manifestación y que somos reprimidas. Eso es una muy mala noticia también para la democracia. Pero es sistemático, y es la demostración también de que este modelo, que profundiza actividades extractivas que van en contra de la vida misma, en contra de los territorios, que nos ponen en esta emergencia social y ambiental tremenda, va acompañado de la represión de los poderes del Estado. Cuando hablábamos de qué rol cumple el Estado, vemos que también cumple ese rol: de reprimir a quienes cuestionan ese modelo elegido en pos de un desarrollo que jamás llega, en pos del progreso de la Argentina y de los dólares que dicen necesitar para sacarnos del hambre, cuando tenemos la mitad de la población bajo la línea de la pobreza. Entonces la represión es parte del modelo. La sufrimos acá en primera persona. Nosotros salimos al segundo a contar algo, que es lo que sentimos ese día. Ese día no solo imputaron a tres personas y reprimieron en Exaltación de la Cruz, sino que fue claramente un intento de silenciar a todos los pueblos fumigados de la Argentina. Es una triste noticia para la democracia, ya tan enflaquecida y tan sufrida por estas cosas que comentábamos y que tienen relación con las corporaciones, con los dueños de todo, que también se van apropiando de la democracia misma y de nuestros gobiernos. Es algo que no se puede permitir, y vamos, por lo menos acá, en nuestro rol en mi caso como periodista y como militante, activista ambiental, no lo vamos a permitir, no vamos a naturalizar este estado de cosas. Es urgente cambiar este modelo, es urgente defender los bienes naturales comunes que no son nuestros, que  pertenecen a las futuras generaciones que también están siendo amenazadas y es urgente denunciar que nos están matando.

BD: Como decía Bertolt Brecht, que nada de lo existente se nos vuelva natural y sea imposible de ser cambiado. Anabel, te agradezco muchísimo esta hermosa charla que hemos tenido.

AP: Les agradezco yo. Y a las personas que quieran visitar el sitio de Monsanto Papers de La Vaca, que lo hagan, que sigan a la gente de la cooperativa La Vaca, y de la revista Mu. Encuéntrenlos ahí, hacen un periodismo necesario. Y en el caso que quieran comunicarse conmigo o conocer la lucha de Exaltación de la Cruz, lo pueden hacer en Instagram: @ExaltaciónSalud y en Facebook: ExaltaciónSaludOK . Ahí nos pueden encontrar, y si no, nos vemos en las calles.