Fotos: Emergentes, Laura Dalto para ANRed y Borrador Definitivo
Por Elizabeth Moretti
Hay algo muy particular que tiene la Argentina y es la forma de mantener viva la memoria del genocidio vivido en los ’70. Se puede hablar de la falta de memoria de amplios sectores de la población, y con mucha razón. Podemos también denunciar la forma en que los gobiernos “democráticos” han violado sistemáticamente los derechos humanos de los sectores más empobrecidos y criminalizados de la sociedad, y lo hacemos de manera constante. Pero también hay que mencionar que un fenómeno masivo como lo es la marcha de cada 24 de Marzo, que moviliza a decenas de miles de personas en todo el país en reclamo de memoria, verdad y justicia, es un hecho inédito en el mundo. Más cuando están por cumplirse 50 años de iniciado el proceso represivo cuyos inicios podemos marcar, mes más, mes menos, entre fines de 1973 y principios de 1974, con la aparición pública de la Triple A.
Otro fenómeno significativo en este sentido es la ronda de las Madres de Plaza de Mayo (hoy sostenida fundamentalmente por Madres Línea Fundadora). Después de ser las primeras en plantarle cara a la dictadura de manera unificada en el lejano 1977, las Madres de los detenidos desaparecidos y Abuelas de niños y niñas (hoy adultos) expropiados, continúan cada jueves dando vueltas alrededor de la pirámide de la Plaza de Mayo, nombrando a cada una de las víctimas del genocidio y respondiendo ¡Presente!, ante cada uno de ellos.
No lo hacen solas. A lo largo de las décadas, la hoy tradicional ronda de los jueves se ha convertido en el lugar de reunión del activismo comprometido en la defensa de los Derechos Humanos, un espacio donde dar lugar a todas las luchas y, en momentos en que sabemos que la cosa se viene fea, donde volver a encontrarnos, abrazarnos, reconocernos y motorizar la resistencia.
Y las madres, y en particular algunas de ellas, luchadoras incansables y personas entrañables, han sido en estos 40 años de “democracia”, un faro hacia dónde mirar para buscar un polo y una orientación. Estuvieron en la oposición a las leyes de impunidad de Alfonsín primero y menemistas después. Se opusieron al remate del país que se hizo durante los ‘90. Supieron ponerle el cuerpo a la represión en diciembre del 2001 al lado del pueblo que salió a la calle en aquellas jornadas inolvidables. Supieron solidarizarse con cada lucha obrera de quienes sufrían la precarización en aumento durante la “década ganada”. Reclamaron y siguen haciéndolo, por la aparición con vida de Jorge Julio López, por justicia para Santiago Maldonado y Rafael Nahuel, por la aparición de Tehuel y tantos otros y otras, víctimas de la represión estatal y la violencia para estatal. Abrazaron a las familias desalojadas en Guernica y al Tercer Malón de la Paz, llegado desde Jujuy en defensa de su territorio. La ronda de las Madres fue y es un lugar de encuentro y solidaridad.
Así fue también, el pasado jueves 23 de noviembre, la primer Ronda después de la victoria electoral de La Libertad Avanza, un sector político que expresa la profunda decadencia de la política argentina y reivindica abiertamente el genocidio y la sumisión al imperialismo llevados a cabo por Videla, Martínez de Hoz y sus acólitos y promete abiertamente ajustes y desastres para los trabajadores y sectores populares. Un amplio sector de organizaciones y activistas independientes, convocadas por el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia se hicieron presentes allí y acompañaron la ronda, detrás de Taty Almeyda, Mirta Baravalle y Nora Cortiñas.
Nuevamente se reclamó, en la voz de Norita, la apertura de los archivos de la dictadura, el fin del hambre y la desigualdad social y el juzgamiento a los genocidas. Y uno se queda con la sensación de que esa fue la primera manifestación clara de oposición al nuevo gobierno.
Alguna vez, dialogando con una militante antiextractivista de Esquel, la ciudad que viene resistiendo desde hace más de 20 años a la megaminería, ella se refirió a la marcha que mes a mes recorre las calles de la ciudad como una “llama piloto”, que sirve para mantener el calor y reorganizar la resistencia desde allí en momentos en que la amenaza se vuelve patente. La Ronda de los Jueves, de las Madres de la Plaza, quizás sea también esa llama piloto de las luchas sociales y las resistencias de un pueblo que sabemos que saldrá a luchar (como lo ha hecho siempre) cuando los dinosaurios quieran ir a por todo.