Entrevista: Juanjo Lázzari
En las últimas semanas, el éxito de taquilla de la película Argentina 1985, ha dejado de manifiesto que la sociedad argentina no ha cerrado definitivamente la herida de la represión ejercida por la última dictadura militar.
La película en sí tiene muchas aristas para analizar y la abordaremos más en específico en futuras entradas en este sitio. De lo que queremos hablar en esta nota es de otra cosa.
¿Qué pasó después de 1983 y la supuesta recuperación democrática? ¿Qué son esos nuevos monstruos que surgieron en la sociedad? Esos a los que muchos llaman gatillo fácil, violencia institucional, desapariciones forzadas, muertes en comisarías y demás lugares de encierro, atropellamientos policiales. Monstruos que, tal como en la dictadura, tiene a sus víctimas predilectas entre los trabajadores, la juventud de barrios marginales las y los luchadores sociales. Los monstruos que atacaron a Esteban Bellido, por ejemplo; trabajador de Manaos y padre de dos niñes que fue fusilado por la espalda por la policía el pasado 31 de octubre.
¿No estamos hablando, acaso, también de represión estatal, de un plan sistemático que atraviesa todas las fuerzas armadas estatales y para-estatales y la totalidad del territorio nacional?
El calvario de Luciano
Uno de los casos insignia de esto que venimos diciendo es el de Luciano Arruga. Un joven de La Matanza, que a sus 16 años, y después de sufrir de acoso policial por años, fue secuestrado por la Bonaerense. Su cuerpo recién apareció el 17 de octubre de 2017, más de cinco años después de su secuestro, gracias a la incansable lucha de su madre, su hermana y de un grupo de activistas políticos, sociales y culturales reunidos en la Asociación Amigos y Familiares de Luciano Arruga. Para saber más del caso es que entrevistamos a Rodrigo Ferreyro, miembro de esta asociación y encargado de la radio comunitaria que, al día de hoy, funciona en el espacio cultural y político que construyeron donde estaba el destacamento en que se lo vio a Luciano por última vez.
Él empieza por contarnos que “El calvario de Luciano empieza en 2008. Luciano empezó a tener problemas con la Policía Bonaerense desde septiembre del 2008, cuando hubo un episodio donde él termina detenido en un destacamento policial -que no estaba autorizado para detener personas, porque el destacamento solamente estaba para hacer denuncias-. Ahí es torturado y después liberado. Y es a partir de ahí que Luciano comienza a tener mucho hostigamiento policial; él les comenta a su hermana y a su mamá que le ofrecieron robar para la policía, le ofrecían una arma, le ofrecían garantías de que si caía en cana iba a salir rápidamente, le liberaban la zona. Él se negó y comenzó un hostigamiento continuo. Y esto siguió hasta enero del 2009, el 31 de enero en la madrugada, cuando Luciano desaparece”.
Borrador Definitivo: ¿Qué pasa a partir de la desaparición de Luciano?
Rodrigo Ferreyro: Hay testigos, hay bastantes pruebas que pueden decir que Luciano fue secuestrado por la Policía Bonaerense, fue asesinado y luego desaparecido. Y se mantuvo desaparecido desde ese 31 de enero del 2009 hasta el 17 de octubre del 2014, cuando aparece enterrado como NN en el cementerio de Chacarita. Por supuesto que todos esos años de búsqueda para la familia fueron muy dolorosos. Y también los años posteriores donde aparece, en circunstancias muy particulares. Porque al parecer, él es atropellado por un vehículo en la General Paz, que es una avenida de mucha circulación de autos, muy rápido, por donde, por lo general, no cruza la gente porque es una Avenida que no tiene cruce peatonal. Y la persona que lo atropelló dice que corría, que lo vio correr desesperado.
Por eso la campaña posterior a la aparición de Luciano fue “que parezca un accidente”. O sea, el intento del estado es hacer parecer que fue un accidente, cuando en realidad es evidente que alguien lo llevó hasta ahí, lo obligó a cruzar, etcétera.
BD: El calvario de Luciano, entonces, empieza por no querer robar para la policía. Me pregunto, entonces, ¿cuánto Lucianos hay hoy en la calle, que no tuvieron la fortaleza de decir que no?
RF: Nosotros no tenemos un número estimativo, pero sí, a partir de hablar con amigos de Luciano o con vecinos, o del trabajo de militancia que hemos llevado a cabo, en estos años desde la desaparición de Luciano nos hemos encontrado con denuncias similares, nos hemos encontrado con zona liberadas. Nosotros sabemos que para la policía -y para la Bonaerense fundamentalmente- los pibes de los sectores populares son materiales descartables. Si el pibe se liga un balazo en esa zona liberada donde va a robar y se queda parte del botín, nadie lo va a reclamar, o la familia que va a reclamar es una familia de las clases populares a la que le cuesta todo mucho más. Entonces, si bien no tenemos un número estimativo, sí era, al momento de la desaparición de Luciano, algo que se comentaba a voces que el destacamento hacía eso.
Además ese destacamento es abierto -y esto es interesante también- a partir de un reclamo vecinal de más seguridad, que para algunos vecinos y vecinas es sinónimo de más policía. Y por otro lado esa policía, ese destacamento, lo que generaba no era más seguridad, sino que liberaba zonas y reclutaba a pibes para chorrear. O sea que, evidentemente, seguridad nada. Es como un círculo vicioso de nunca acabar.
BD: ¿Alguien fue juzgado por estos hechos que nos relatás?
RF: Hay un policía que está preso por el caso de Luciano pero no está vinculado a su desaparición. O sea, para nosotros y nosotras sí está vinculado con la desaparición, pero para el estado y para el poder judicial, está preso solamente por las torturas, que sí fueron probadas. Ese policía es Torales, que fue condenado en el año 2015. La lucha de la familia de Luciano y nuestra es tratar de vincular eso que pasó en 2008, que es la tortura y la detención de Luciano y el posterior ofrecimiento para que robe -que eso no se pudo probar aún-, con la desaparición de 2009. Para el Estado argentino, esas dos situaciones no tienen nada que ver; nosotros no tenemos ninguna duda de que sí.
Por eso, cuando hablamos de la responsabilidad estatal es una responsabilidad que, por supuesto incluye a la policía, que es el estado en la calle, pero también incluimos al poder judicial. En una primera etapa pasamos por dos jueces, que lo primero que hicieron -y esto es algo que se repite en los casos de represión Estatal- fue investigar a la familia. Se tardó muchísimo en empezar a buscar el cuerpo de Luciano, se rechazaron dos Hábeas Corpus, al tercero, que finalmente es aceptado, Luciano aparece al poco tiempo. Ese Hábeas Corpus se presenta en marzo del 2014, más de cinco años después de su desaparición. A los pocos meses, cuando se cruza la huella digital que el estado tenía en su poder -porque Luciano había estado detenido- con las huellas digitales de los hospitales cercanos a la zona de la desaparición de Luciano, en la noche del 31 de enero, se encuentra que había una huella de alguien que había ingresado al Santojanni, que queda ahí nomás, y así se lo encuentra.
Nosotros no decimos que es desidia solamente, probablemente haya decidida por parte del poder judicial, pero también hay complicidad. ¿Por qué se rechazó dos Hábeas Corpus? ¿Por qué se investigó a la familia?, se le pinchó los teléfonos, pensaban que la familia mentía. ¿Por qué no se investigó a la policía? ¿Por qué no se apartó a la bonaerense en un principio de la investigación como sí se la apartó después?
BD: Sin embargo, a pesar de todo esto, algunas cosas se consiguieron gracias a la lucha.
RF: Lo que hemos conseguido hasta ahora no es poco, es cierto. Hemos conseguido, por un lado, no vinculado específicamente a la causa sobre la desaparición de Luciano, pero conseguimos el cierre del destacamento, la expropiación del destacamento y la condena a Torales, en un juicio que fue contundente y que para nosotros es importantísimo. Pero en relación a la desaparición de Luciano, lo real es que no hemos conseguido demasiado.
Y cuando hablamos con otras familias alrededor de la problemática de la represión estatal, nos encontramos con lo mismo: casos que tardan un montón en ser llevados a juicio; fallos que terminan siendo poco condenatorios en el mejor de los casos. El poder judicial es un poder de clase, claramente, en donde la policía muy pocas veces es juzgada, lamentablemente. Entonces, hay una estructura que permite que la policía pueda operar en los barrios sin temer ninguna represalia, porque por lo general ya que sean llevados al banquillo es dificilísimo, y cuando son, en la mayoría de los casos no son condenados.
¿Violencia Institucional o Represión Estatal?
Escuchando el testimonio de Rodrigo, cuesta no pensar en un caso recientemente juzgado en la ciudad de San Nicolás, provincia de Buenos Aires. Dos jóvenes que circulaban en una fría noche de junio de 2020 y son atropellados por un patrullero que circulaba en contramano, sin luces ni sirenas. Producto de la presión social que pudieron motorizar las familias y amigos de Ulises Rial y Ezequiel Corbalán, el juicio se realizó relativamente rápido y terminó con la condena a 17 años de prisión contra Pablo Moresco, el policía que conducía el patrullero. Pero, además de no evaluar la cadena de encubrimiento que se activó al momento mismo del choque, el asesino salió del juzgado en libertad (exactamente como antes del juicio), porque el fiscal no consideró pertinente solicitar su detención hasta tanto el fallo quede firme.
Al observar la coherencia en el accionar estatal de que habla Rodrigo y que observamos en casos que nos son cercanos, no podemos más que relacionarlo con la sistematicidad de la represión estatal en dictadura.
RF: Nosotros tenemos un debate bastante profundo con organizaciones y con compañeros que utilizan el concepto de violencia institucional, que hablan de instituciones violentas. Nosotros creemos que hay instituciones que son violentas, pero cuando hablamos de la represión policial, hablamos de Represión Estatal, y lo vinculamos a continuidades con respecto a la dictadura. Hay métodos que son muy parecidos, el método de la tortura, el método de la desaparición, por ejemplo.
Pero además, nosotros también planteamos que hay una sistematicidad. Pensemos en el caso de Santiago Maldonado. Primero, no es casualidad que tanto Santiago como Luciano hayan aparecido el 17 de octubre, justo el 17 de octubre. Hay situaciones similares, a Luciano lo obligan a cruzar por la vía rápida de la General Paz para hacer parecer que fue un accidente; con Santiago pasó lo mismo: no se ahogó. El caso de Ezequiel Demonty, por ejemplo, acá cerca de la ciudad de Buenos Aires, en el cruce con en la zona Sur; que se tiró el riachuelo y supuestamente se tiró a nadar sin saber, y después todo salió a la luz porque se quebró un policía. Pero después empezamos a ver otras cuestiones, como por ejemplo a quiénes la justicia les pincha los teléfonos: a la familia de Santiago se lo hicieron, a la familia de Ezequiel, a la familia de Luciano. Hay cuestiones que suceden todo el tiempo, que son sistemáticas.
Y nosotros pensamos que hay una represión de clase, hay un poder judicial de clase, hay sistematicidad. Y lógicamente que nosotros y nosotras entendemos que hablar de todo eso es plantear que en un sistema democrático esas cosas siguen pasando, pero no se puede esconder más. La democracia es eso también y eso tiene que quedar claro porque pasa en todos lados, pasa a lo largo y ancho del país.
El lunes pasado hablamos con Cristina, la mamá de Facundo Astudillo Castro, también un caso muy parecido: no se ahogó en un cangrejal. Recuerdo que Vanesa, la hermana de Luciano, cuando Luciano apareció, o creo que unos años después, hablando a propósito de Santiago, decía: “Además de reprimirlos, además de desaparecerlos, además de matarlos; nos quieren hacer creer que nuestros hermanos, nuestros hijos, nuestros amigos, nuestros primos… son boludos. Se tiran a un cangrejal, cruzan por la vía rápida de la General Paz cuando no se puede, se ahogan en 15 centímetros de agua…”. Bueno, eso es sistematicidad. Y eso es una continuidad de la dictadura.
Y también hay continuidades no solamente simbólicas. Muchos nombres, que ahora, claro, se van muriendo ya, pero muchos oficiales de la bonaerense estuvieron en dictadura y siguieron en democracia. Entonces ahí no hubo una purga, no hubo nada. Entonces esas continuidades no son solamente simbólicas sino también físicas; y esas personas son las que capacitaban a los policías jóvenes que luego salían a la calle a hacer exactamente lo mismo que se hacía en dictadura. Tal vez con menor gravedad, no sé si menor gravedad sino en número, cuantitativamente menor. Pero eso no quita que haya un carácter sistemático y que tengamos que denunciarlo, y que digamos que son prácticas de la dictadura.
Camino militante
BD: Imaginamos que, más allá del dolor, la contracara de todo esto es la organización que ustedes se dieron, al igual que tantos y tantas otros y otras. Incluso emociona pensar en todo lo que han hecho, reconquistar ese lugar simbólico de la comisaría, convertirlo en otra cosa. ¿Cómo es la militancia, qué es lo que ustedes hacen en el día a día por estas cuestiones?
RF: Como bien te decía al principio, el 17 de octubre, por ejemplo, es un día con muchas emociones, muy ambiguas. Este 17, nosotros estuvimos haciendo un programa especial dentro del destacamento donde Luciano fue torturado, entonces uno ahí siente miles de cosas, desde angustia, tristeza, alegría. Porque en ese destacamento, hoy hay un estudio de radio; y en ese estudio de radio, hacia el final del programa que hicimos, estuvieron dos pibes del Barrio 12 octubre rapeando. En ese estudio hay una cooperativa que hace trabajo con telas; vienen los chicos a estudiar; tenemos talleres; nos reunimos en Asamblea.
Entonces ver eso es ambiguo, porque eso pasó porque Luciano desapareció. Y cuando hablamos con Vanesa y con Mónica, la hermana y la mamá de Luciano, muchas veces decimos: “Ojalá esto no estuviera”, porque eso significaría que Luciano estaría con nosotros.
Pero por otro lado, también es cierto que hemos logrado muchísimo a partir de la lucha, porque fue una lucha que nosotros entendimos que nunca se puede dar en soledad, es una lucha que se tiene que dar con el otro, con otras organizaciones, con otros compañeros. Por muchos motivos, por motivos estratégicos pero también por motivos emocionales y por motivos políticos. Porque el dolor que sentimos nosotros y nosotras es un dolor que compartimos con otra familias, con Emilia (mamá de Paly Alcorta, asesinado por la policía en 2013), con Alberto y con Leo Santillán (padre y hermano de Darío Santillán, asesinado junto con Maxi Kosteki en la masacre del Puente Pueyrredón en 2002), con Vanina Kosteki (hermana de Maximiliano Kosteki), con Cristina (mamá de Facundo Astudillo Castro).
Entonces se van Tejiendo redes. Cristina y Mónica charlaron el lunes como si fueran amigas de toda la vida y se conocen hace dos años, ¿por qué se conocen hace dos años?, porque Cristina hace dos años tenía su hijo con ella. Cuando Facundo desapareció, enseguida se empezó a armar una red alrededor de Cristina, con las Madres Contra el Gatillo Fácil, con un montón de organizaciones, que cobijó a Cristina, que la acompañó. El abogado, Aparicio, de Cristina es el abogado de la familia de Daniel Solano (trabajador golondrina desaparecido en 2011, después de reclamar por su salario), de Gualberto, su padre. Entonces hay conexiones que nacen a partir de la miserabilidad en la represión estatal, que son interesantes, que son emocionantes y que realmente dan cuenta de un trabajo que hemos hecho, que cuesta muchísimo.
Nosotros somos una organización que no recibe absolutamente nada del estado, que lo que hicimos lo hicimos de abajo, que nos juntamos con otros compañeros y compañeras y que a partir del dolor intentamos hacer algo distinto. Sabemos que es difícil pero lo real es que es bastante lo que hemos conseguido. Conseguimos que se cierre un destacamento y que se expropie por primera vez en Latinoamérica. A veces uno en el trajín diario y cotidiano no termina observando lo que conseguimos. Conseguimos meter un policía preso, un montón de cuestiones.
Hay otras cosas que no conseguimos. Hoy, el intendente de La Matanza es Fernando Espinoza, el mismo que cuando desapareció Luciano; el gobernador de la provincia de Buenos Aires de ese entonces, Daniel Scioli, debería ser un cadáver político y no lo es. Bueno, es complejo también, pero lo real es que sí hemos construido un camino militante muy importante, donde hemos conocido muchísima familias. Y los 31 de enero, cuando hacemos nuestra jornada, otras jornadas y otros días, los encuentros son con alegría también. Hay mucha gente que viene de otros lugares de Argentina -y eso marca también el carácter sistemático de la represión- con quienes nos vemos tal vez una, dos o tres veces por año como mucho; y lo real es que viene bien abrazarse, viene bien tomarse una cerveza, compartir un buen rato. Creo que este costado de alegría frente al dolor también hay que resaltarlo, y sin eso tampoco podríamos haber construido mucho. Así que sí, la verdad es que fue un camino doloroso, con también momentos de alegría; y en donde el Espacio Luciano Arruga, que es un espacio cultural comunicacional y político, es fruto de esta lucha que llevamos a cabo.
BD: Rodrigo has logrado emocionarnos, te agradecemos esta charla que tuvimos y te pedimos que les hagas llegar a Mónica y a Vanessa nuestro saludo más fraternal y nuestro agradecimiento.
RF: Yo les agradezco mucho a ustedes porque hay una cosita breve que te voy a plantear que no lo dijimos, y es que la represión estatal tampoco sería tan eficaz sin un montón de medios tradicionales detrás, sosteniéndola. No solamente medios como TN, la distinción que hacen medios más afines al peronismo y al kirchnerismo entre Santiago Maldonado y Luciano Arruga también es muy dolorosa y nos causa mucha indignación. Y sin medios como ustedes, sin periodistas alternativos como vos y como tus compañeros y compañeras, la historia de Luciano no hubiera llegado adonde llegó. Así que gracias por darnos este espacio y son necesarios los medios alternativos.