“La gente no solo quiere pan, guacho quiere dignidad y la posibilidad de un rancho todos poniendo el pecho y tienen derecho a un cacho sin tener que revolver la esperanza en algún tacho” Puaj - Wos
Por Elizabeth Moretti
En un principio, la noticia fue una de tantas que habitan la sección de policiales de los diarios de Rosario y sus alrededores. Una muerte más, en una ciudad donde la muerte es cotidiana. Esta vez no fue una balacera entre bandas, ni un chico enfermo de cáncer, que creció en un barrio fumigado; no fue la policía con esas armas que se disparan solas o esas comisarías donde la gente va a suicidarse. Esta vez fue solo un acto delictivo que salió mal; terriblemente mal. Un hombre intenta robar cables de alta tensión de un pozo que la Empresa Provincial de Energía (EPE) había dejado abierto y recibe una descarga que calcina el 90 % de su cuerpo.
Y después del desenlace y de los titulares que poco hacen por ayudar a comprender que detrás de un delito puede haber un ser humano, con todas sus complejidades, lo que también es habitual. Comentarios envalentonados de quienes siempre gustan de celebrar que haya “uno menos”, sin importar demasiado si ese “uno” es un ladrón, una persona que cobra un plan, un dirigente sindical o una adolescente embarazada. Para cierto sector de la sociedad, la lista de los que sobran tiene límites difusos y se va ampliando cada día.
Pero de a poco la vida se abre paso. Y la vida de Ezequiel se fue imponiendo por sobre los discursos de odio, y la cosificación.
Así supimos que “el hombre que intentaba robar cables”, era en realidad un pibe, de esos que se cayeron de la infancia apenas anteayer. Que cursó hasta tercer año en la Escuela Secundaria Carlos Fuentealba (justamente Carlos Fuentealba…), del barrio Santa Lucía de Rosario; un barrio donde las carencias son lo único que abunda. Que vivía en situación de calle y tiraba de un carro con el que juntaba cualquier cosa que pudiera vender, o comer.
Supimos todo esto por sus docentes, que recuerdan su sonrisa, los mates y las charlas que con él compartieron, y cómo, aún después de abandonar la escuela, seguía yendo a visitarlas siempre que pasaba cerca.
Días después de su muerte, y cuando incluso algunos medios de comunicación importantes tuvieron que hacerse eco de la vida de Ezequiel y reflejarlo como el ser humano que era; la EPE manifestó que, si bien detrás del robo de cables “hay bandas organizadas con inteligencia e interrelación con otras provincias”, el caso de Ezequiel se trataría de un “efecto contagio”[i].
Habrá que preguntarse entonces, qué tipo de virus o bacteria infecta las periferias de las grandes ciudades, que hace que la pobreza y la desesperación se “contagien” con tanta facilidad, mientras que los cuerpos que allí habitan parecen inmunizados contra las riquezas, que salen por lo puertos o se acumulan en barrios privados, shoppings y casinos, sin siquiera rozarles.
El precarísimo Barrio Santa Lucía, donde Ezequiel (y tantos y tantas como él) vivía y encontró su muerte, no tiene cloacas y el agua se corta, un día sí y el otro también. Fue noticia en febrero de 2015, cuando tres jóvenes murieron en menos de 36 horas, producto de un enfrentamiento entre bandas. En ese momento, los pobladores de lo que fue calificado por La Capital como “un triángulo de violencia”, reclamaban la construcción de, por lo menos, una canchita de fútbol, para que los niños del barrio crecieran con otra escuela que no sea la de la violencia. La respuesta de la ciudad fue inundar el lugar con Policía de Acción Táctica[ii].
Pero no todo es carencias en la ciudad por cuyo puerto sale el 85 % de las exportaciones del país. A sólo 14 kilómetros por autopista, después de pasar por el Howard Johnson de Funes (el hotel de cuatro estrellas donde pasar una noche cuesta, para dos personas, por encima de los 100 mil pesos), está el barrio privado Kentuky Club de Campo: 242 hectáreas de verde, un lago artificial de 7 hectáreas, un campo de golf de 18 hoyos, etcétera. Nada menos que el lugar donde Messi tiene la mansión en la que pasa sus vacaciones cuando visita su ciudad natal.
“Rosario (Argentina), tierra de contrastes”, podría ser el lema de un promocional turístico que venda nuestras desigualdades y miserias al exterior. Y sería un buen negocio sin duda, porque miserias no faltan, sino que crecen día a día. Cáritas de Rosario denuncia que el aumento en la demanda de alimentos en los comedores comunitarios les obliga a reducir las raciones[iii]. Otro tanto se vive en comedores escolares, merenderos y cualquier otro lugar donde se intente alimentar a los más pobres; cada vez con menor o nula asistencia estatal.
Mientras, en los barrios marginales de las grandes ciudades, miles de pibes se debaten entre la precarización laboral o la desocupación; entre cartonear o hacer de soldadito para alguna banda, entre robar (con o sin protección policial) o pedir limosna en la puerta de algún banco.
Para diciembre de 2023, el 44,7% del total de la población se encontraba en la pobreza; cifra que ascendía al 62,9% en el caso de niños y adolescentes, según el Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA) de la Universidad Católica Argentina (UCA)[iv]. Nada hace pensar que las cosas hayan mejorado en estos primeros dos meses del año, sino todo lo contrario.
En el mismo año, las exportaciones registradas del país, sumaron 5.273 millones de dólares[v], lo que es incuso menos que las divisas que salieron en concepto de turismo, que sumaron 8.420,9 millones de dólares[vi].
Reversionemos aquel lema turístico que proponíamos y digamos lo que es: “Rosario (Argentina), tierra de desigualdad”.
Queremos cerrar este artículo haciendo lo poco que, desde nuestro lugar podemos, que es colaborar a que Ezequiel sea recordado como el joven que era, con todos sus matices, y no simplemente como la persona que intentó robar y calló en el intento. Para ello, nada mejor que las palabras de una de sus docentes, que compartimos a continuación.
No quiero que lo recuerden así:
Melina Gigli, docente de la Escuela Secundaria Carlos Fuentealba
Él era Eze, mi alumno. Nuestro alumno.
Él era muy dulce y andaba con un carro.
Tuvimos muchas mañanas de mates y risas. Se medía en todo, pero siempre sonreía.
Los últimos tiempos han sido difíciles para nuestros pibes, él tiraba de su carro. Andaba cirujeando.
Le gustaban los cuentos, pero no leer. Era bueno. Tiraba de su carro.
Leyendo comentarios en notas de diarios, veo que festejan su muerte tan dura y cruel. Él tiraba de su carro.
Quizás, la posibilidad de unos pesos más para el morfi… No lo sé. Era tan dulce y siempre sonreía.
Yo no quiero que lo recuerden así.
Estamos en deuda. Qué crueldad. Él tiraba de su carro, andaba cirujeando.
El hambre no espera.
Era tan dulce, tiraba de su carro.
Y el que esté libre de pecado, que tire la primera piedra.
Cuánto dolor.
[i] https://www.lacapital.com.ar/la-ciudad/la-epe-dice-que-detras-del-robo-cables-hay-bandas-pero-que-el-caso-ezequiel-es-un-efecto-contagio-n10118440.html
[ii] https://www.lacapital.com.ar/policiales/santa-lucia-un-triangulo-violencia-donde-los-vecinos-reclaman-vivir-paz-n488110.html
[iii] https://www.lacapital.com.ar/la-ciudad/caritas-detecto-un-incremento-del-40-la-demanda-alimentos-las-parroquias-n10118344.html
[iv] https://www.telam.com.ar/notas/202312/648588-pobreza-tercer-trimestre-adolescentes-uca.html
[v] https://www.indec.gob.ar/indec/web/Nivel3-Tema-3-2#:~:text=Por%20su%20parte%2C%20el%20%C3%8Dndice,tres%20trimestres%20de%20ca%C3%ADdas%20interanuales.&text=Su%20navegador%20no%20soporta%20audio,Por%20favor%20actualice%20el%20mismo.&text=En%20diciembre%20de%202023%2C%20las,importaciones%204.255%20millones%20de%20d%C3%B3lares.
[vi] https://tableros.yvera.tur.ar/mulc.html#:~:text=En%20el%20acumulado%20enero%20%2D%20diciembre,vs%20mismo%20per%C3%ADodo%20de%202019).