A poco más de un mes de que la selección argentina de fútbol masculino se coronara campeona del mundo, seguimos reflexionando sobre lo que nos dejó el mundial de Qatar 2022.
Entrevista: Juanjo Lázzari y Elizabeth Moretti
Ya han pasado más de 30 días desde que la Argentina, su selección de fútbol más precisamente, se coronara por tercera vez campeona mundial en Qatar, desatando una algarabía que asombró al mundo y a los propios argentinos.
El tiempo transcurrido sirvió para poner las cosas en su lugar, la borrachera se esfumó y. como el Nano Serrat cantara hace ya muchos años, después de la alegría volvió el pobre a su pobreza, volvió el rico a sus riquezas y ese sentimiento de igualdad, de estar todos en el mismo barco, se deshizo por artificial e irreal.
Los medios volvieron de Doha, acompañaron la locura popular desatada al paso de los nuevos héroes y luego tornaron sus cámaras hacia un nuevo hecho: el llamado caso Báez Sosa. Cambiaron a los gladiadores de la pelota redonda por los asesinos de la pelota ovalada, pero siguieron haciendo lo que normalmente la mayoría hace: mierda supuestamente periodística.
Pero ocurre que para muchos de nosotros el futbol es algo más que un juego. Se conecta por todos lados con nuestras vidas y nuestras vivencias. Y nos da odio que el capitalismo nos haya robado buena parte de este sentimiento, convirtiendo a uno de los deportes más hermosos creados por el hombre en un gran negocio.
Por ello, no queremos quedarnos de brazos cruzados y ser meros espectadores de este robo o, peor aún, estúpidos engranajes de esta maquinaria infernal. Y en esta lucha, muy desigual por cierto, encontramos que no estamos solos, que de este lado de la grieta hay otros que piensan más o menos como nosotros y encima muchos de ellos saben más del tema que nosotros. Entonces la actitud inteligente es recurrir a ellos y pedirles que nos ayuden a pensar sobre estas cuestiones. En ese camino recurrimos a Pablo Alabarcés, licenciado en letras y doctor en sociología, quien ha dedicado la mayor parte de su trabajo a investigar la cultura popular. Pablo es muy reconocido por sus investigaciones sobre la cultura del fútbol y las hinchadas, con libros editados sobre el tema, como por ejemplo “Crónicas del aguante. Fútbol, violencia y política”; «Héroes, machos y patriotas. El fútbol entre la violencia y los medios»; «El fútbol en América Latina», entre otros.
Durante e inmediatamente después del mundial de fútbol, Pablo fue consultado por infinidad de medios, de un amplísimo espectro informativo y político, por lo que agradecemos doblemente su disposición a charlar con nosotros. Él mismo bromea con esta ligazón de su trabajo con un deporte tan popular, al referir: “Esto me pasa cada cuatro años, en los mundiales, o cuando matan a alguien en un estadio. Pero lo que no pasa cada cuatro años es que, además, se gane; entonces eso volvió todo muy desmesurado”.
Esta entrevista fue emitida en el último programa de Borrador Definitivo del ciclo 2022, a pocas horas de que Messi y cia. levantaran la copa, y a pesar de los días transcurridos creemos importante transcribirla aquí, porque el tiempo no le quitó justeza a estas reflexiones.
Borrador Definitivo- Alguien dijo alguna vez que desde la entrada en los ‘70 de Havelange en la FIFA ya no se discutía más de fútbol sino de negocios. El mundial es parte ¿Qué pensás vos de esto?
Pablo Alabarcés- Que el fútbol es un gigantesco negocio es anterior. Havelange lo multiplicó en proporciones nunca vistas. Y a eso le ayudó que, a partir del ’90, hubo un punto de cambio, de inflexión. Esa mercancía se volvió súper valiosa por dos fenómenos dicho esto de manera muy rápida: uno fue el ingreso de los grandes capitales televisivos. El ‘90 es el momento en que empieza la venta de televisión codificada y ahí aparecen tres figuras centrales que son Berlusconi en Italia, Bernard Tapie en Francia (que era el dueño del Marsella y de la de la televisión privada francesa) y en Inglaterra, Murdoch. Son los años en los que la televisión europea se privatiza, rompiendo la tradición en esa zona de la televisión pública, y entonces desplazan a las viejas televisoras estatales por estas privadas. Y además de privadas, la gran mercancía de la codificación era el fútbol y entonces cambia todo el escenario en modo radical. A eso le sumas que es el momento de la globalización, donde el futbol ya existía como fenómeno global, con transmisión vía satélite; ahora además se vuelve transmisión digital instantánea y eso les permite ganar mercados hasta ese momento insospechados como por ejemplo el mercado Oriental. Por eso es que diez años después, la coronación de este proceso es un mundial de Japón-Corea.
Entonces el camino a Qatar es en realidad un resultado lógico y esperado. O sea, no debe sorprender a nadie. Es escandaloso, claro; y estamos totalmente de acuerdo en esto. Pero es un corolario lógico de ese camino puramente mercantil, de la lógica de pensamiento de seguir ganando mercados a ver quién paga, quién es el mejor postor para que la levantemos en pala en el próximo mundial. Y los qataríes tenían todos los números.
BD- Parte de ese negociado fue también el anterior mundial de Rusia, que es otro paraíso donde el respeto a los DDHH tampoco abunda.
PA- Rusia… Hay otro elemento en eso, no solamente lo antidemocrático o, digámoslo así, poco respetuoso de los derechos de las minorías sexuales, donde en Rusia no le van en zaga a los cataríes. Y es el hecho de que el gran flujo de capitales oscuros que se inyectan sobre el fútbol europeo en los años ’90, primero lo encabezan los rusos y después le siguen los árabes. Con lo cual esto es nuevamente un corolario adecuado a un proceso que ya tiene 30 años.
Quizás recuerden que cuando empieza la invasión de Ucrania, una de las primeras cosas que hace la Premier League inglesa es agarrarlo del forro del culo a Abramovich, dueño del Chelsea, y obligarlo a vender. Abramovich era el símbolo de la primera entrada de los capitales rusos; que nos toca de cerca: ¿saben que los capitales rusos fueron los que hicieron la compra bastante poco clara de Mascherano y Tévez allá por comienzo del siglo? Detrás de eso vienen los cataríes y compran el PSG; vienen los Emiratos Árabes Unidos que invierten en el Manchester City. Entonces insisto: el mundial de Rusia, el mundial de Qatar, son los mundiales de esos capitales clandestinos que inundaron el fútbol europeo a partir de mediados de los años ‘90, corruptos y con una alta capacidad de corromper. Está largamente probado que el mundial de Qatar se consiguió con sobornos, ¡por los que la dirigencia latinoamericana se volvió por una alegría digna de mejor mérito!
BD- De hecho cayó toda la cúpula de la FIFA Y eso no cambió absolutamente nada.
PA- ¡Al contrario!, salió Infantino a decir: “¡Uy, qué mala gente!, pero ahora seguimos adelante”. Todo sigue exactamente igual. Y ese es el lado oscuro que no debemos dejar de tener presente y que nos toca y también nos repercute. Yo he disfrutado y criticado a la vez este mundial, pero lo que más me preocupa es el peso político que viene ganando el Chiqui Tapia al lado del cual Grondona se va a transformar en un administrador de una sociedad de fomento. Y en serio es un tipo jodido, muy jodido. Bancado hoy por los medios privados y la Televisión Pública, que a pesar de la disputa interna entre el gobierno nacional y Tapia, que se manifestó finalmente en el papelón del martes pasado (NR: refiere al intento fallido del gobierno de que los campeones saluden desde el balcón de la casa de gobierno), aparece como el tipo que lo bancó Scaloni. Cuando todos sabemos, con más o menos detalles, que Scaloni fue un salvavidas; pero que en realidad Tapia le ofreció la selección a Gallardo, a Simeone y a Pochetino y todos le dijeron que no. Y por suerte, porque finalmente se verificó que funcionó. Digamos que Scaloni es un tipo inteligente: supo armar el grupo, no le tembló la mano cuando tuvo que cortar jugadores o sacarlos de la titularidad; Si no, piensen en el equipo contra Arabia y piensen en el equipo con Polonia y en el camino se quedó la mitad afuera. Entonces el equipo termina funcionando, pero la apuesta del Chiqui Tapia fue por descarte, y nadie va a recordar ese descarte. Y Tapia se vuelve peligroso porque es un tipo corrupto, con las peores tradiciones del peronismo, las peores del sindicalismo: el amarillismo, el apriete, la corrupción, etcétera. Desde ya, promete un grondonismo potenciado.
BD- Te cambio un poco el ángulo. Ahora hay un intento (más allá de que todas las experiencias anteriores han demostrado lo contrario) de creer que un triunfo deportivo se traslada rápidamente a un triunfo político de los oficialismos; y por otro lado está otra cuestión de creer que ahora somos todos iguales, estamos todos empujando el mismo barco, este discurso de la unidad nacional por fuera de las clases y que ahora parte de un hecho deportivo ¿Es posible eso?
PA- Ninguna de las dos cosas. No se puede producir una apropiación política del éxito deportivo, pero todos los políticos creen que sí se puede producir. Por eso lo que vemos ahora es la multiplicación de la búsqueda de esa captura. Pero lo que vamos a encontrar en las declaraciones públicas, en los gestos públicos y políticos y muy especialmente en las declaraciones en las redes sociales, es el combate a codazos para ver quién se queda con algo de este triunfo. Llámese la foto, llámese la declaración de apoyo, llámese lo que sea. Ahora bien, esto ocurre porque nuestros políticos, o mejor dicho, los políticos en general, y esto es un fenómeno mundial y tampoco somos excepción universal. Todos los políticos en el mundo están absolutamente convencidos de que se produce aquello que no se puede producir. Es decir, no existe esa relación; está largamente probado que no hay relación de causa-efecto entre un éxito deportivo y un éxito político. Y no me muevo ni un centímetro de esto porque no se trata de una opinión. Lo que quiero decir es que esto no ocurre, pero lo que sí ocurre es que todos creen que ocurre, y entonces actúan en consecuencia. Pero bueno: estos políticos son semi analfabetos, son ignorantes, actúan en base a este tipo de mitologías.
Hay un dato más, muy interesante y es que si vos repasás quiénes fueron los políticos latinoamericanos que usaron la camiseta de la selección de su país en campañas políticas, te encontrás que son todos populistas de derecha: el presidente Santos en Colombia, el presidente Peña Nieto en México, el presidente Bolsonaro, y ahora el candidato de Juntos por el Cambio, Rodríguez Larreta. Es decir el populismo de derecha, mientras acusa de populistas a todo el resto, verifica el gesto populista de futbolizarse.
La segunda parte de tu pregunta era respecto de la unidad. Lo que ocurre es que el fútbol permite mostrar esa supuesta unidad, sencillamente porque el fútbol es transversal. Es decir, el fútbol no es peronista, ni de derecha, ni de izquierda. Al fútbol lo aman y le proporciona alegría a millones y millones de personas, cruzadas transversalmente por clases sociales, por tradiciones políticas, por pertenencias partidarias, por género, por edad, por territorio. Lo del género no es menor, una de las diferencias más potentes del ‘86 hasta hoy es justamente la aparición del público femenino, que es un fenómeno. Ahora, que hayamos podido festejar juntos el domingo o el martes, no significa que haya desaparecido el patriarcado.
BD- ¿Opinás que en esta masividad de los festejos (muy superior a la de mundiales anteriores) pudo haber tenido influencia el ingreso de lleno del mundo digital, el fenóimeno redes sociales, de seguir a los jugadores en Instagram y otros lados?
PSA – Sí, pero hay muchos elementos. Uno es una mayor transversalidad que capturó otros públicos, por ejemplo los femeninos. Pero inclusive capturó fuerte a gente de la clase media y alta: vos en el ‘86 preguntabas sí a algún intelectual le gustaba el fútbol y todos se hacían los boludos. Preguntabas en las clases altas y la idea de que un hijo de la burguesía industrial como Macri llegara a ser presidente de Boca no le cabía a nadie en la cabeza, ahí ya tenés varios cambios. Otro cambio es lo que estás señalando: hay otra manera de comunicación que sin ninguna duda no había en 1986. Casi no había cable y a nadie se le cruzaba por la cabeza que hubiera tres cadenas deportivas, transmitiendo las veinticuatro horas diarias; tres cadenas más las subsidiarias, más la duplicaciones. No había un diario deportivo como OLE. Apenas había suplementos deportivos en los diarios, y Página 12 no tenía página deportiva en ese momento.
Entonces estamos frente a cambios muy brutales que, por ejemplo, transforman la relación del público con el fútbol en una suerte de conversación cotidiana inagotable. Por ejemplo, a los jugadores vos los veías cada tanto en algún programa televisivo semanal; y ahora se transformó en absolutamente cotidiana, minuto a minuto. “Uy, a ver qué dice el jugador tal; a ver qué dice el Instagram de Antonela”. ¡Ya ni siquiera el jugador sino la mujer del jugador!; todos vivimos el romance De Paul como la telenovela cotidiana, como si fuera un pariente nuestro.
BD- Hay dos fenómenos sobre lo que nos interesa reflexionar. Por un lado, esta generación de jugadores argentinos que, salvo los casos de Enzo Fernández y Julián Álvarez que se fueron hace muy poquito, el resto prácticamente no han jugado en el país, ni sabemos de qué clubes salieron. Y ahora aparecen como la identidad del fútbol argentino, y más: la identidad popular argenta, porque van tomando Fernet con coca en una botella cortada… Por otro lado, hay un fenómeno, qué se reflejó en el cántico horroroso de la hinchada argentina contra Francia, de que la mayoría de la selección gala y podríamos decir lo mismo de varias otras selecciones europeas, tienen jugadores de origen africano. ¿Esto habla de una multiculturalidad, del respeto hacia el inmigrante o solamente si tenés éxito como futbolista podes gozar de esto?
PA- Ojo, acá hay varias cosas mescladas. Vamos con la segunda: las sociedades europeas son multiculturales pero eso no las ha transformado en menos discriminadoras, y el crecimiento de las derechas anti inmigrantes en todos los países es una buena muestra de eso. Una cosa es que hay ciertas transformaciones en las leyes migratorias que permitieron a los hijos de las colonias acceder a la ciudadanía y en la mayoría de los casos se trata de hijos de migrantes y no de migrantes ellos mismos. Entonces ahí hay toda una transformación, que tiene que ver con las relaciones de esos países con sus viejas colonias y con los migrantes. La migración africana a Europa siempre fue importante, en algún caso más subrepticia, en otros casos más notorios y más visible. Y con inteligencia los clubes vieron una enorme cantidad de recursos en estas corrientes. Hay un dato que no creo que sepan los pelotudos que cantaban las tonterías contra Mbappé: tradicionalmente, los mayores exportadores de jugadores en el mundo fueron, en este orden, Brasil y Argentina ¿Saben cuál es el país mayor exportador de jugadores hoy?: Francia. La política de captación de recursos jóvenes de Francia, lo transformó en el primer exportador en el mundo, superando a Brasil y Argentina que siempre ocupaban el primer lugar. Entonces, a la Argentina y a Brasil le podía ir más o menos bien o más o menos mal en los desempeños internacionales, mal que le pese a Mbappé, pero eran los mayores exportadores de futbolistas. Hoy es Francia, porque sencillamente captura hijos de inmigrantes desde chiquitos (digamos, es lo mismo que acá hace cualquier empresario con un poco de luces, detectando pibes en Tilcara) y los buscan en los suburbios de las grandes ciudades.
Entonces a la vista, para los que vemos fútbol, si comparamos el equipo de 1986, donde en Francia había un jugador negro, que nadie recuerda; si lo comparamos con la selección francesa actual, donde casi todos son hijos de las comunidades africanas o de las colonias (Inglaterra tiene también la migración negra caribeña), la cosa cambia. Ahora eso no significa que las sociedades acepten esa multiculturalidad. Y vuelvo a lo que dije: recuerden que son sociedades en las, lo que organiza a las derechas es la antinmigración. O sea la resistencia a los migrantes es muy fuerte.
En la Argentina que yo sepa, los jugadores no son hijos de criollos viejos. Son los Fernández, los Álvarez, o el que se te ocurra, con excepción del irlandés Mac Allister. Porque el fútbol se populariza en la Argentina a partir de los hijos de los inmigrantes en los años ’20, por lo que se vuelve más ridículo ese reproche a los europeos.
Discúlpame que regrese a ese punto y para ver la extensión: el cántico anti-Mbappé, que comienza con esa barrabasada según la cual son de Angola, cuando Angola fue Colonia portuguesa, no fue Colonia francesa, manifestación de una ignorancia grosera. Yo hablando de ese cántico recordaba del cántico del 78: “Ya todos saben que Brasil está de luto / son todos negros, son todos putos”. Uno creería que hoy ya no se podía ser, a la vez, racista y homofóbico; sin embargo este cántico demostró que se puede ser racista y homofóbico. Y no es un punto del cual nos podamos enorgullecer para nada.
También podés leer: Que el fútbol no nos tape la realidad
BD- En una entrevista vos señalabas la característica de mercancía del jugador de fútbol y que en caso de que esa mercancía se politizara pasaba a ser una mala mercancía y reducía su precio de venta. No podemos dejar de ligar esto a la situación de Amir, el jugador de fútbol iraní que está con peligro de ser condenado a muerte (NR: finalmente, el estado iraní condenó a Amir a cadena perpetua por participar en las manifestaciones en apoyo a los derechos de las mujeres en ese país), y hace unos días, el asesinato por parte del Estado terrorista de Israel de otro jugador de fútbol palestino; y el silencio absoluto sobre esto en la mayor parte del mundo del fútbol.
PA- Sí. Vimos en escena la prohibición de la FIFA de cualquier afirmación política. La rebeldía que le reconocieron a Messi los medios pavotes argentinos, y a los jugadores que se peleaban con los holandeses, parece que no les permitió asumir posiciones tan básicas y tan justas como es la defensa de la vida de un colega. No estamos pidiendo que se pronuncien por un candidato peronista o por un candidato del Frente de Izquierda. Uno diría: “Che muchachos, pronúnciense para que no maten a un colega, que no asesinen un colega”. Pero no, parece que eso es mucho pedir.
También estoy tratando de manejar lo que digo en la nota que publiqué en estos días en el
Diario AR: “La felicidad es infinita”. Por supuesto, pero no bajemos la crítica. Estoy inmensamente feliz y estoy muy contento y me va a durar, o lo voy a hacer durar todo lo que pueda. Pero no claudiquemos en la crítica porque no puede ser así.