Compartimos esta nota sobre un tema internacional de actualidad que, nos parece, no está siendo debidamente abordado por muchos medios de comunicación de los llamados «progres». La misma fue publicada en los portales Nuestra América y Contrahegemonía web.
Por Isabel Gutierrez 29 de junio, 2021
En Nicaragua la dictadura aumenta la represión y asfixia las voces críticas, mientras en el Cono Sur cree que aquí hay “revolución”.
Duele la foto de la militancia argentina y su (falta de) reacción ante la dictadura de Ortega y Murillo. La solidaridad ausente es una herida profunda que no va a sanar, porque se ha instalado y persiste a más de tres años de las masacres, que no han logrado despertar las voces de las y los que se llaman progresistas o de izquierda. Salvo algunas contadas excepciones, como las Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, Adolfo Pérez Esquivel o las Feministas del Abya Yala.
Duele el silencio de la mayoría de las feministas, que conocen –muchas veces con detalles escabrosos-, la persecución, el encarcelamiento, los juicios amañados, las condenas impuestas sin defensa alguna, el exilio, los abusos sexuales, las violaciones y hasta los abortos causadas por los violadores al servicio del régimen.
Sus víctimas son mujeres del pueblo y también feministas, las que participaron en la Revolución y las nietas de la Revolución, esas que se levantaron muchos años antes de abril 2018, las incontrolables, que ni Ortega, ni las élites políticas y económicas, ni las jerarquías religiosas pudieron callar. Las que no callamos.
Las que hemos dado suficiente muestra de compromiso con la lucha feminista por liberarnos del patriarcado, del colonialismo y del capitalismo, entre otras opresiones.
Seguir afirmando que en Nicaragua hay revolución y que los EE. UU. han orquestado un “golpe de Estado” para derrocar al “compañero” presidente, resulta además de absurdo, vergonzante, porque significa que en los últimos 14 años de gobierno de la pareja dictatorial nunca se interesaron por conocer su deriva autoritaria.
Significa que tampoco se quisieron enterar de “la Piñata” de 1990, cuando los heroicos revolucionarios devenidos en voraces capitalistas traspasaron los bienes de Estado y se hicieron propietarios y nuevos ricos con inmensos patrimonios y recursos que sólo debían administrar, no apropiarse en beneficio personal.
Quiere decir que nunca quisieron escuchar a Zoilamérica Narváez, adoptada por Ortega, a la que abusó y violó desde los 9 años. No quieren saber que su denuncia significó la traición de su madre, la actual vicepresidenta, que además de no acuerparla, acusó y denigró públicamente a su hija. Ella vive actualmente en el exilio.
Significa que esta izquierda no quiere saber que Ortega no podría volver a ser presidente, pero logró que su Corte adicta declarara que la Constitución era “inconstitucional” y ahí está encaramado de por vida en ese cargo. ¿Les recuerda a la Corte adicta de Menem que ustedes criticaban?
Significa que quieren ignorar que este gobierno “revolucionario” ¡a contramano de Sandino!, entregó la soberanía nacional para que un chino desconocido construya una gigantesca zanja llamada canal interoceánico, que partiría el hermoso Lago Cocibolca, el más grande de Centroamérica, para beneficio de la familia en el poder y de los capitalistas que lo acompañaron en su modelo neoliberal explotador de “diálogo y consenso”.
Significa que tampoco quieren saber que los sucesivos gobiernos de Ortega fueron felicitados reiteradamente por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial por ser sus mejores alumnos. ¿Les recuerda a la política económica de Martínez de Hoz y de Menem que ustedes criticaban?
Significa que tampoco quieren enterarse que en Nicaragua no pueden existir sindicatos que no sean controlados por Ortega y su mafia, todos los que hay están al servicio del capital, que es lo mismo que la dictadura, porque no se puede hacer huelga ni pedir aumento de salario, aunque las trabajadoras y trabajadores tengan el salario más bajo de América Latina, todo al amparo de un gobierno “cristiano, socialista y solidario” que ustedes no pueden condenar.
Tampoco se quisieron enterar que los votos del orteguismo en el 2006 sirvieron para prohibir el aborto en cualquier circunstancia, dejando a las mujeres nicaragüenses libradas a su suerte cuando las complicaciones del embarazo y el parto ponen en peligro sus vidas. ¿No es que en Argentina luchan por el derecho a decidir?
Tampoco pudieron entender que en julio 2018, en la “Operación Limpieza”, más de 4 mil paramilitares orteguistas acabaron con las barricadas levantadas para proteger a la población y arrasaron pueblo por pueblo, asesinando a mansalva y obligando al exilio de más de 100 mil nicaragüenses, en su mayoría jóvenes, verdaderos protagonistas de la insurrección ciudadana. Más de una decena llegaron a Argentina, recibiendo solidaridad de algunos grupos trotskistas. Argentinas exiliadas por la dictadura militar, tuvieron que volver a exiliarse, regresando desde Nicaragua a su país de origen.
La llamada izquierda argentina parece haberse quedado congelada en las viejas consignas revolucionarias de los ´70, cuando del imperialismo yanqui atacaba a la pequeña Nicaragua que se defendía con las uñas del tirano opresor. Podemos comprender qué doloroso puede ser reconocer la realidad tal cual es y dejar de creer que quienes nos presentaban como la vanguardia de la revolución eran villanos. Hoy no gobierna el sandinismo, el orteguismo es la traición de todos los ideales de aquella Revolución.
Contamos con quienes supieron separarse a tiempo del orteguismo, y hoy, esa antigua militancia honesta y comprometida, con guerrilleras que tomaron ciudades o guerrilleros que liberaron al propio Ortega de la cárcel de Somoza, está sufriendo la cárcel del nuevo dictador; otras y otros viejos compañeros están en el exilio o viven en la clandestinidad. El dictador no tiene límites en su furia represiva, porque sabe que sus días están contados y que Nicaragua florecerá porque lograremos ¡QUE SE VAYAN!
En Argentina parece que no quieren saber que el 18 de abril 2018 estalló la furia popular y más de 400 personas, jóvenes en su mayoría, fueron asesinados por los fusiles de los “revolucionarios” que empuñaron las armas contra su pueblo y que las balas de los francotiradores de Ortega se estrellaron en la cabeza, el pecho o el corazón de cientos de jóvenes que sólo llevaban en sus manos la bandera azul y blanco. Sepan que las balas asesinas salieron de fusiles de alto alcance, Dragunov, de fabricación soviética.
¿Qué más le hace falta a la izquierda argentina y las feministas para alzar su voz?
Y por si todo esto fuera poco, al gobierno argentino -que afirma que su política internacional se basa en el respeto de los derechos humanos-, le cuesta tomar una decisión, va y viene y gira en redondel, mientras la comunidad internacional, 26 países de América Latina en la OEA y 59 en la ONU, ya condenaron las violaciones de derechos humanos en Nicaragua.
El Canciller se pierde en explicaciones leguleyas, afirmando que “aún hay democracia y que funciona la Corte Suprema que regula la legislación”. No se puede creer tanta ignorancia sobre la situación real. Habría que recomendarle que lea a Rafael Solís Cerda, Magistrado de la Corte Suprema de Justicia de Nicaragua, actualmente en el exilio en Costa Rica.
Como uno de los mayores cómplices de Ortega y artífice de su reelección indefinida, el magistrado Solís declaró que la represión fue ordenada por Ortega, que las armas fueron proporcionadas por el Ejército de Nicaragua y que, a ellos, los cortesanos, les ordenaban qué sentencias dictar, en al menos 200 presas y presos políticos. Afirmó que las leyes se dictan en El Carmen, la residencia de la pareja dictatorial y que NO existe separación de poderes de ninguna institución del Estado nicaragüense, mucho menos de la Fiscalía, que acusa a inocentes armando causas. Recomienden al Canciller que se informe.
Finalmente, la gran prensa argentina, se divide entre los cómplices de la oligarquía, representantes del gran capital, los que añoran la dictadura, los celebradores de facks news y del macrismo que dejó en ruinas un país que merece un mejor destino; y la prensa progresista, militante, que creyendo que defiende la “patria grande latinoamericana” mira para otra parte, repite el inventado golpe de Estado contra Ortega, insiste en que todo es obra de los EEUU, sin que les de vergüenza tamaña complacencia. Mientras tanto, le da la espalda a la ciudadanía en resistencia, que en Nicaragua lucha cada día por justicia y libertad.
Isabel Gutiérrez. Feminista autoconvocada.
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