(texto subido a la página de Facebook de Borrador definitivo el 31/12/2020)
Este fin de año estuvo cargado de noticias contradictorias. Por un lado el senado, bajo la presión de una inmensa marea de pañuelos verdes, convertía en ley la Interrupción voluntaria del embarazo, comúnmente llamada ley de aborto. Si bien, como lo explicamos en otra nota, esta ley tiene sus bemoles y su reglamentación y aplicación va a depender de no bajar los brazos y seguir la pelea, de cualquier manera no deja de ser un paso adelante que saludamos. Por otro lado, a esa misma hora y aprovechando que toda la atención estaba puesta en la llamada cámara alta, diputados, por la iniciativa del gobierno, perpetraba un nuevo robo sobre los jubilados votando la nueva movilidad jubilatoria, o mejor deberíamos decir “inmovilidad” jubilatoria, ni el Macrismo se animó a tanto.Esta paridad noticiable se rompió positivamente en la tarde del martes cuando conocimos que, tras 21 días de dura huelga, los aceiteros habían logrado, como en el 2015, quebrar la mano de las patronales y del propio gobierno acordando un básico de $93.647,51que equivalen al valor de la canasta básica según el relevamiento que el propio gremio realizó.En un párrafo del comunicado oficial de la directiva del gremio expresan: “El triunfo de esta extraordinaria huelga es un logro de todos ustedes, compañeras y compañeros, que impulsaron la solidaridad con conciencia de clase, que sostuvieron la unidad, que lograron vencer a la prepotencia patronal del poder económico concentrado de las empresas y multinacionales que controlan este sector clave para la economía de nuestro país”.En este párrafo, creemos nosotros, se encuentran las fortalezas y las debilidades de este sector. Por un lado marca la combatividad de los compañeros, demostrada hasta el hartazgo en estos 21 días de huelga general; y por otro lado el denodado intento de la directiva de omitir toda mención al gobierno nacional, sin denunciar su rol de socio de las empresas del sector, olvidando que fue contra un gobierno parecido a éste, con Cristina a la cabeza y Kicillof como su ministro, que pelearon en el 2015 cuando éstos se negaron a homologar el acuerdo salarial que habían pautado con las patronales, por romper el techo salarial. Olvidos que no son olvidos y que tal vez sirvan para no reconocer el error de haber llamado a votar al Frente de Todos en las pasadas elecciones.Pero más allá de todo, queda la alianza conseguida en la acción con otros gremios como la gran lección de esta huelga de cara al resto del movimiento obrero, demostrando que en la unidad y superando las losas de sus dirigencias sindicales al servicio de las patronales, es como se puede tener posibilidades de nuevos triunfos. Está de más aclarar que, ante tantas derrotas y peleas abortadas antes de dar, este triunfo trae una sensación de aire fresco que entusiasma. Pero para que este logro se transforme verdaderamente en un triunfo de todo el movimiento obrero, aceiteros debe aceptar esta vez, el reto de ser la punta de lanza para la reorganización de la clase trabajadora y sus direcciones. En el 2015 también tuvieron planteada la misma alternativa y no pasaron la prueba, la autoridad reconquistada a partir de esta victoria les otorga una segunda oportunidad, ¿podrán esta vez?Borrador Definitivo. Periodismo de claseRevista Disonancia