Hace un año que el mundo vive pendiente del Covid.Surgida a inicios de 2020, la pandemia de Covid-19 ha ayudado a desnudar, en gran parte, el funcionamiento y la realidad del sistema capitalista en crisis en el que vivimos. Las distintas estrategias estatales de “lucha contra la pandemia” mostraron, hasta ahora, pocos éxitos. Las estadísticas resultan tan amañadas que se torna difícil la comparación en términos sanitarios de los resultados entre los estados que implementaron medidas más restrictivas y los que adoptaron medidas más laxas. Aún es necesario analizar más datos para poder concluir. A priori, una cosa resultó exitosa: el ajuste apoyado por todas las medidas represivas tomadas en nombre de la pandemia es un dato en casi todos los estados. Mientras se conculcaron libertades democráticas y derechos laborales (en nuestro país, las asambleas sindicales siguen prohibidas por DNU y la CORREPI calcula en más de 400 los asesinatos en manos de las fuerzas estatales en el marco del ASPO) se llegó al extremo de reducir el salario nominal de los trabajadores en blanco en el marco de un colosal proceso inflacionario con la justificación de que “en pandemia se gasta menos”.
En la actualidad, podemos decir que nos encontramos en una segunda etapa de este proceso, que es el de la vacunación. En medio de esto estalló el escándalo de los vacunados VIP. Y no sólo en la Argentina sino en varios países (Chile, España, Portugal entre otros). Aprovechamos este contexto para hacer una necesaria reflexión sobre el tema vacunas y la política necesaria desde lo que nosotros consideramos la perspectiva de les trabajadores y oprimidos.
No es el objetivo principal de este artículo analizar los mecanismos prebendarios expresados en el escándalo de los vacunados VIP, de un lado y otro de la supuesta grieta K vs M; cosa que abordaremos en otro texto. Sumándonos al profundo repudio general, no podemos dejar de reflexionar que los mismos, no hacen más que mostrar el verdadero funcionamiento de este régimen político llamado democracia (burguesa), y que no sólo cuenta para las vacunas sino para casi toda la vida social. Las instituciones al servicio de las grandes patronales, la coima, los acuerdos políticos debajo de la alfombra, la justicia al servicio de los gobiernos y las patronales. Todo hace a un régimen político al servicio del capitalismo que, como siempre, huele a podrido.
Porque esta no es la “política” que necesitamos los trabajadores. A esta “política” al servicio de los patrones la repudiamos como lo hicieron miles en el 2001, expresando con sus canticos “que se vayan todos”. Lamentablemente, la falta de una salida de fondo permitió a los distintos gobiernos la restauración de esos mismos mecanismos. El “evento” de las vacunas, repudiable en sí, no es más que una demostración de esto: el Estado burgués no es garante de la equidad en el acceso a los bienes sino de la reproducción de la desigualdad en un régimen que, centrado en las mercancías, perpetúa la insatisfacción de las necesidades más básicas para las clases desposeídas, mientras busca garantizar “la paz y el orden” para las poseedoras.
Pero más allá de los escándalos y las acusaciones cruzadas, hoy el lema imperante, incluso a nivel internacional, parece ser el de “Vacunas para todes”. Desde los gobiernos de la UE, Alberto Fernández, López Obrador y hasta Piñera hacen campaña y política con la vacunación como una salida celestial a la pandemia.
En este marco, la declaración conjunta del FIT-U (“¡No a las patentes! Vacunas para todos. ¡Por un plan de vacunación universal y gratuito!” [1]) tampoco se sale de la norma. Ir contra los intereses económicos de las farmacéuticas es desde ya un objetivo loable. Sin embargo quienes hacemos Borrador Definitivo consideramos que en esta posición hay algunos supuestos y silencios que nos parecen importantes enunciar, revisar y criticar, algunos de los cuales destacaremos en esta nota.
No tenemos el ánimo de desacreditar a sus firmantes, pero creemos que este debate (que exceden la polémica con Uds.) es de importancia para los luchadores, en especial para los obreros, populares y socio ambientales.
La izquierda y las vacunas para todes
Desde ya que repudiamos como Uds. los mecanismos capitalistas de los laboratorios, permitidos por los gobiernos burgueses, y deseamos y promovemos la intervención de los trabajadores, no sólo en el control sino también en la gestión y ejecución de cualquier programa de salud.
Uds. nos dicen que: “sostenemos una salida global (frente a la pandemia) y de fondo, que pasa por la abolición definitiva de todas las patentes y por un sistema nacional único de salud, estatizando los laboratorios, la industria farmacéutica y la medicina privada poniéndolos bajo control y gestión de sus trabajadoras y trabajadores para terminar con el negocio capitalista de la salud y así poder garantizar al pueblo trabajador el disfrute de una salud pública, universal, gratuita y de excelencia, es decir, terminar con el régimen que impone esta situación acuciante a la humanidad.”
Es indudable que cualquier revolucionario pueda estar de acuerdo con esto “en general”. La salud ha sido, tanto en el terreno de los laboratorios como en el de la manipulación de los avances tecnológicos por parte de grandes grupos (sobre todo en la aparatología), uno de los sectores de la economía capitalista que más ganancia ha proporcionado a sectores de la burguesía que han participado en ella. A esto hay que sumarle la proletarización de profesionales, médicos, técnicos, enfermeros que participan en ella. Por ello resulta obvia la necesidad de pelear por el derecho de todos a una salud digna que no dependa de esas ganancias.
Pero limitar el problema de la pandemia y pretender que se está sosteniendo “una salida global y de fondo” a la misma, restringiéndola sólo a la eliminación de las patentes sobre vacunas y medicamentos nos parece no sólo un error, sino obviar las verdaderas causas de fondo de estos desastres a los cuales nos enfrenta el capitalismo en las últimas décadas. Lo limitado de esta perspectiva debilita la comprensión de la necesaria pelea que se debe dar y de su magnitud.
Decenas de investigadores y científicos anti sistémicos (y muchos de ellos no) de primer orden, advierten que el nacimiento y la propagación de esta pandemia (y de las por venir) se debe a las formas brutales e incontroladas de producción capitalista, tanto de mercancías en general (incentivando desaforadamente el consumo innecesario y casi frívolo), como particularmente de “alimentos” por parte de las grandes cadenas multinacionales. Esta producción alimentaria industrializada, generalmente a base de transgénicos, desforestación, uso de agro tóxicos, cría irracional de animales en estado de hacinamiento, promueven y benefician, además de destrucción de la biodiversidad, cambio climáticos, etc.; la multiplicación de virus y bacterias de origen zoonótico, que han sido el origen de varios de los grandes brotes epidémicos del presente siglo.
Como una demostración más, la información de estos últimos días nos cuenta que en Rusia, siete trabajadores han sido infectados por un nuevo tipo de virus aviar [2]. ¿Una nueva pandemia quizás?
Éstas y tantísimas otras cosas deberían estar en la base de “una salida global y de fondo” ante el problema de la salud para la población, y en especial para las clases laboriosas; y no sólo (cosa que seguramente hay que hacer) pelear contra las patentes médicas.
Hoy, este panorama de lo que muchos científicos llaman el Antropoceno, con el desarrollo por distintas vías de la destrucción del planeta por parte del capitalismo, debe necesariamente ser punto de primer orden de la pelea contra el mismo. Y por ende, central no sólo en los programas sino en la acción y la propaganda y denuncia por parte de las organizaciones que plantean un cambio radical.
Porque si estas políticas del capitalismo en su conjunto son las que llevan a la pauperización y marginalidad a millones, y a poner en riesgo no sólo la salud sino la propia existencia humana: ¿Cómo entender, entonces esa salud sólo como sinónimo de medicamentos y vacunas, como parece hacerlo vuestra declaración? ¿Cómo no resaltar que cuando hablamos de salud deberíamos estar hablando de trabajos no precarios; ciudades sin sobrepoblación del tipo que se ve en las grandes urbes del mundo, con servicios de transporte, educación, recreación, para todos sus pobladores por igual; acceso a agua limpia, a alimentos de calidad y en cantidad suficiente, producidos sin agro tóxicos ni explotación; a un aire no contaminado y a una vida sin el stress propio de pelear por la existencia?
Volvemos a Engels cuando (incluso citado por Lenin) nos plantea la necesidad de desarrollar un programa que incluya las cuestiones sindicales, políticas e ideológicas.
Hoy es una necesidad denunciar la realidad que venimos marcando, para construir, con trabajadores, oprimidos y oprimidas, la consciencia necesaria para tomar en nuestras manos la defensa de la salud y el medio ambiente como una cuestión esencial de nuestras vidas y que permita un puente en la acción con los sectores que luchan contra esta depredación capitalista. Con los militantes contra las fumigaciones en los pueblos de la pampa húmeda, con los defensores de los bosques en Córdoba, con los militantes de las Asambleas de Andalgalá de Catamarca, de Mendoza, de Chubut en su pelea por el agua. Con quienes enfrentan los proyectos de la hidrovía y la instalación de granjas porcinas.
Pelear contra la pandemia y por la salud plena (cosa que precisamente no hacen los gobiernos) nos obliga a una reflexión sobre estas cosas que permita unir todas estas peleas en curso. Lamentablemente en nuestra opinión vuestra declaración poco ayuda a esta cuestión. Todo parece centrado en “las vacunas”.
En este sentido, como nos refería el médico Damián Verzeñazi en una entrevista que le realizáramos el año pasado [3]: sin garantizar todas estas cosas, podemos tener la mejor vacuna contra el Covid-19, pero vamos a tener más pandemias, y estaremos siempre corriendo detrás de una nueva (que tendrá seguramente un nuevo laboratorio y patente atrás).
¿Qué ciencia?
En otra parte de la citada declaración, expresan: “Las patentes y la propiedad intelectual no son nada más que la apropiación privada por parte de multinacionales imperialistas de un bien común, como lo es el conocimiento científico y técnico que se ha ido acumulando durante décadas producto de múltiples investigaciones en diferentes países (en universidades, hospitales o centros de investigación de todo el planeta) financiado centralmente con millones de dólares con dinero público. Esa propiedad monopólica está provocando todo tipo de crueldades, consecuencia directa de un capitalismo imperialista que se guía por la ganancia privada. Un sistema anárquico e irracional, todo lo contrario a la cooperación internacional para la producción y planificación imprescindibles en función de las necesidades sociales de los pueblos del mundo para que la vacuna se produzca y llegue a todas las personas sin distinción. La lucha consecuente para terminar con la pandemia adquiere características sociales y políticas muy definidas”.
Nos parece importante detenernos en esta reflexión de su parte.
Desde ya que la burguesía se apropia de los bienes comunes. El problema es cómo y de qué manera. Contra los teóricos del mercado, nosotros seguimos pensado que la expropiación inicial, la que da el sentido al capitalismo, sus normas y su existencia, se basa en el “pecado original” de la extracción de plusvalía a los trabajadores. Es a partir de eso que la burguesía, en tanto clase dominante, edifica su superestructura ideológica, en la que están incluidas la educación y la ciencia, el sistema jurídico y las fuerzas represivas, la religión, la forma de organización política (monarquía, democracia, etc.) funcionales todas, entre otras cosas, a ocultar el hecho mismo de la explotación.
Así la burguesía y los estados burgueses son los que establecen los mecanismos ideológicos que rigen estas actividades.
En vuestra declaración parece que existiera La Ciencia, como un conocimiento “universal”, un “bien común” de la humanidad, independiente de las relaciones de clase en las que ésta se produce. Y que en algún momento posterior a su producción (da la impresión que en el mercado), este conocimiento científico, virgen e impoluto, es expropiado por las grandes empresas, que lo usan para sus ganancias.
Más aun, dicen: “que se ha ido acumulando durante décadas producto de múltiples investigaciones en diferentes países (en universidades, hospitales o centros de investigación de todo el planeta) financiado centralmente con millones de dólares con dinero público”.
Es indudable que el desarrollo del pensamiento científico es una demostración de la capacidad humana de intervenir en la relación con la naturaleza. Ahora, escindir este desarrollo de las relaciones entre las clase sociales y en particular de estas relaciones en el capitalismo, en la etapa actual, nos parece un desatino completo.
No pensar que estos “progresos” científicos están enmarcados, marcados, dirigidos e impuestos por los gobiernos capitalistas que manejan estados capitalistas al servicio de los intereses de las pequeñas, medianas, grandes y multinacionales empresas capitalistas, peca, como mínimo, de una ingenuidad imperdonable.
La verdad es que este relato tiene poco y nada que ver con el proceso vivo de estas cuestiones. Sabido es (y es un hecho, por lo menos desde el Renacimiento) que la investigación científica y la utilización de sus resultados están determinadas apriorísticamente por las necesidades y negocios de las empresas a las cuales el estado burgués, de distintas maneras, apaña y desarrolla. La mística: el estado desarrollador de la ciencia, esconde el verdadero rol de clase de este estado. La burguesía desarrolla la ciencia que le conviene en función de sus intereses, de distintas maneras de acuerdo a distintas políticas en su seno. A veces privatizando completamente esas investigaciones, a veces combinando la acción de lo privado y lo público, o bien directamente con los “fondos que todos ponemos” pero que además tiene en lo oculto los fondos que ponen las empresas.
La figura del científico genio, que investiga solo en su laboratorio, la fórmula que él cree, salvará a la humanidad, es una imagen mítica. En la actualidad más que nunca, ningún equipo de investigación cuenta, por sí mismo, con los fondos y recursos necesarios para desarrollar conocimiento de manera independiente; y mucho menos pueden reclamar ningún tipo de derecho por sobre los conocimientos generados y su posible utilización.
En nuestro medio abundan los ejemplos de alianza entre las instituciones estatales de investigación científica y el agro negocio, desde la promoción de investigaciones acerca de la inocuidad de los agro tóxicos, la promoción de nuevos cultivos resistentes al glifosato y otros químicos y la penalización de los investigadores científicos que estudian sus efectos sobre la salud humana son sólo algunos ejemplos que van en el sentido de la no neutralidad de la ciencia financiada por el estado burgués en nuestro país.
Cada uno de los espacios que Uds. nombran como “desarrolladores” de la ciencia, son espacios donde las empresas marcan su cancha. Vale mencionar sólo algunos ejemplos para la mejor comprensión:
Las universidades (ni hablar de las privadas, sino las estatales que funcionan tras un proceso de reconversión desde a hace décadas) guían generalmente su accionar institucional sobre las bases impuestas por las grandes empresas: Las de ciencias sociales en función de generar profesionales dispuestos a naturalizar las “bondades” del régimen; las de medicina en función de criterios médicos que sean funcionales a las ganancias de las farmacéuticas y las prepagas; las agronómicas en reproducir las normas de la agroindustria. Y todo esto con fondos que ponemos “todos”, pero sobre todo las empresas. De esta manera el relato K sobre el desarrollo de la ciencia es un relato viciado de mentiras, ya que centralmente ha sido un desarrollo al servicio de las grandes empresas del agro negocio, entre las más importantes.
Pero vender por parte de la izquierda este relato más digno de socialdemócratas, no nos parece lo más adecuado. Todo lo contario, consideramos que justamente el pensamiento científico y técnico, así como las ideologías a las cuales está íntimamente vinculado, es un territorio de disputa y parte substancial de la lucha de clases.
Nos apoyamos en estas afirmaciones en lo dicho por el colectivo UCCSNAL ( Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad y la Naturaleza de América Latina), impulsado desde la Facultad de Medicina de Rosario y conformado por investigadores de distintos países y militantes socio ambientales que consideran que “…el conocimiento científico es siempre parte de un proceso social, atravesado por tensiones, conflictos e intereses y que los sistemas científico-tecnológicos, junto con sus potenciales beneficios, son también generadores de riesgos sociales y ambientales, consideramos imprescindible desarrollar análisis integrales y críticos de sus posibles aplicaciones” [4].
¿Ciencia de quién, para qué cosa? ¿Ciencia de quiénes, para quién?
Esa discusión está presente en las declaraciones de investigadores, científicos y militantes que se levantan, por lo menos lo que conocemos, en América Latina, contra las políticas depredatorias, extractivistas y al servicio de las grandes multinacionales. Y si nos referenciamos en ellos es porque los consideramos nuestros compañeros de lucha.
En esta cuestión de disputa (sería muy largo enumerar) podemos decir que justamente los investigadores y científicos que se opusieron y se oponen a la ciencia en general, esa ciencia presentada como un elemento neutro, son los perseguidos, los ignorados, los ninguneados.
Contradictoriamente, Uds. en muchas de sus publicaciones han hecho referencias a ellos, pero hacen caso omiso al respecto en esta declaración.
El caso de Andrés Carrasco es palpable a este respecto. Unos de los primeros investigadores vinculado a los pueblos fumigados, se atrevió a denunciar públicamente los efectos del glifosato sobre la salud de la población. Según una nota que el periodista Darío Aranda publicara como homenaje en oportunidad de su muerte [5], nos cuenta que “lo había conmovido el sufrimiento de las Madres del Barrio Ituzaingó de Córdoba. Y que no podía permanecer indiferente. También lamentó que el Conicet estuviera al servicio de las corporaciones. Denunció acuerdos (incluso premios) entre Monsanto y Barrick Gold con el Conicet. Se indignaba. ‘La gente sufre y los científicos se vuelven empresarios o socios de multinacionales’”. Hoy (de manera justa) es reivindicado por todo el importante sector que pelea por la ciencia digna al servicio de los pueblos y contra las empresas y sus ganancias.
Carrasco fue expulsado del Conicet, lo que significó la paralización de su investigación, por el actual Ministro de Ciencia y Técnica, Savarezza cuando era el pope del organismo.
El mismo Savarezza que firmó, en el 2012, el acuerdo entre la la UNL y el inefable Hugo Sigman, que daría origen a la investigación para desarrollar la semilla de trigo transgénico, hoy cuestionado.
Un ejemplo más cercano es el ataque contra la Cátedra Sociambiental de la Facultad de Medicina de Rosario, cuyo jefe del equipo es Damián Verzeñazi. Desde esta cátedra se promovió la creación de los campamentos sanitarios, que durante años pusieron a estudiantes de medicina en contacto directo con los pueblos rurales de Santa Fe, Córdoba y Entre Ríos, recabando información sobre cómo afectaba el modelo del agro negocio en la salud de sus pobladores.
Las autoridades de la provincia de Santa Fe, junto con las autoridades de la universidad, substrajeron toda esta documentación, iniciando uno de los litigios más vergonzantes de la historia académica nacional, y demostrando la eterna intención de las autoridades políticas de tapar el sol con el dedo, cuando éste arroja luz sobre temas que se prefiere que permanezcan en las sombras.
Estos ejemplos muestran cómo la ciencia y la tecnología no son “neutras” sino parte del terreno en disputa de la lucha de clases. Concepto que vuestra declaración parece haber olvidado.
Patentes, vacunas, ¿para todes? ¿Cuáles? ¿De quiénes y para quiénes?
A esta altura del texto, uno debe preguntarse: cómo, si hay una pandemia a todas luces generada por los modos de organización del sistema capitalista, es que la gestión de la misma, e incluso su pretendida solución, puede quedar en manos de los mismos organismos, gobiernos y empresas que tienen toda la responsabilidad en su generación. Es más, científicos de todo el mundo están alertando que, de seguir produciéndose a este ritmo, el Covid-19 no será más que uno de muchos brotes que azoten el mundo de aquí en adelante.
Si bien estamos lejos de las teorías “conspiracionistas”, es evidente que el Covid puso en evidencia la profunda destrucción de los sistemas de salud y educación estatales y a la vez, la utilización de la misma por sectores de la burguesía para acrecentar sus ganancias y la agudización de la eterna pandemia del capitalismo: pobreza, miseria, flexibilización laboral como expresión de la profundización de la explotación patronal [6].
Y así llegamos al momento actual, cuando estos mismos gobiernos nos ofrecen, de la mano de los laboratorios, la nueva salida celestial: las VACUNAS. El nuevo fetiche de la salvación universal.
El grupo de investigadores del UCCSNAL que hemos citado ha emitido una declaración sobre las vacunas donde advierten: “En esta carrera desenfrenada para producir vacunas para el Covid-19, no se está informando adecuadamente a la población sobre la naturaleza y condiciones de este tipo de vacunas. Al mismo tiempo, se está generando una falsa expectativa en torno a las posibilidades de la vacuna como ‘solución’, cuando es bien conocido que las vacunas son sólo una parte del proceso y el manejo de cualquier enfermedad. Tampoco se están atendiendo las causas del surgimiento de pandemias, como el sistema pecuario y agroalimentario industrial y la destrucción de ecosistemas por la expansión de éste y otros megaproyectos que destruyen los ambientes que son hábitats de especies silvestres, con lo cual nuevas pandemias están en ciernes… la falta de transparencia del proceso de diseño, síntesis y ensayo de estas vacunas atenta contra un Análisis de Riesgo riguroso e independiente”.
Estos compañeros terminan su declaración exigiendo que: “En aplicación del principio de precaución, abstenerse de autorizar la comercialización y aplicación de este tipo de vacunas genéticas o transgénicas hasta tanto se demuestre su inocuidad por medio de organismos científicos y organizaciones civiles sin conflicto de interés” [7].
En esta para nosotros valiosa y valiente declaración de estos investigadores comprometidos socialmente, incluso nos plantean un problema que consideramos central. Y que tienen que ver justamente no sólo con la necesaria participación de los sujetos sociales (a los que Uds. llaman para que haya vacunas para todes) que no tengas intereses ni económicos ni políticos, sino con que el centro de esa participación sea justamente el desarrollo de una salud al servicio de los pueblos.
Pero esto es más necesario, cuando se toma conciencia de que los mismos laboratorios que hoy se presentan como salvadores de la humanidad, son aquellos que han violado sistemáticamente los principios éticos más elementales en búsqueda de ganancias a costa de la salud de millones de individuos en el mundo y no han tenido el más mínimo empacho en validar medicamentos y vacunas en otro momento, a sabiendas incluso de efectos nocivos que causaban.
Podríamos llenar páginas con estas cuestiones pero marcaremos dos ejemplos:
La talidomida. Un fármaco desarrollado por la compañía farmacéutica alemana Grünenthal GmbH y comercializado de 1957 a 1963 como sedante y como calmante de las náuseas durante los tres primeros meses de embarazo (hiperemésis gravídica), causando miles de casos de malformaciones congénitas.
La segunda es mas reciente y también tiene su origen en la amenaza de pandemia anunciada por la OMS del virus H1N1 entre los años 2008- 2009. Este suceso precisamente es relatado por el médico español Sergio Minué: “… la conducta sumamente turbia de la OMS (que modificó sus propios criterios de pandemia para justificar sus decisiones, ocultando a la vez los evidentes conflictos de interés de sus asesores vinculados a Roche y Glaxo, las dos empresas productoras de Tamiflu y Ralenza), compra desproporcionada de ambos fármacos y de vacunas por parte de gobiernos de todo el mundo, tergiversación de la información…” más aun nos cuenta “esta situación se ha vuelto a repetir con la COVID-19 la misma estrategia de venta y utilización indiscriminada de fármacos de efectividad no demostrada ni información suficiente sobre su seguridad, basados en estudios de propaganda de los laboratorios farmacéuticos. Conocer la verdad sobre el Tamiflu (oseltamivir) costó más de cinco años. Durante ese tiempo las dos empresas farmacéuticas se negaron a compartir sus bases de datos con investigadores independientes… cuyos trabajos confirmaron que el oseltamivir (Tamiflu) ni era efectivo en el tratamiento de la gripe ni reducía su transmisión, y a la vez producía efectos adversos importantes” [8].
Hoy con el Covid, los mismos (u otros con el mismo prontuario) laboratorios, desarrollan sus negocios con las vacunas con los mismos criterios.
Millones de vacunas. La rusa, la china, Pfizer, Moderna, etc., etc.; sobre las cuales la burguesía hace su campaña política e intenta sostener un nivel cada vez mayor de control social.
Como al pasar dos ejemplos de las burdas mentiras:
En su visita a Argentina, el candidato del correismo en el Ecuador, Arrauz, después de la entrevista con Alberto Fernández, declaró que Argentina iba a donar al Ecuador 4 millones de vacunas, cuando en realidad en el país no se produce ni una [9].
El gobierno del asesino Piñera no se queda atrás en la creación del relato, posicionándose como uno de los gobiernos más “vacunadores”, después de haber utilizado la pandemia para sofocar la rebelión del pueblo contra él y su régimen político.
No estaría de más que las organizaciones que se dicen marxistas asuman la denuncia de esta utilización política de campañas de vacunación que, en algunos casos, ni siquiera existen; en lugar de correr detrás del carro burgués de “Vacunas para todes”.
Así como en los primeros días de la pandemia funcionaba el cuenta-muertos en la pantalla de la TV, hecho que generó un desproporcionado sentimiento de paranoia; hoy los anuncios de las vacunaciones son “La” noticia, sin que nadie obviamente ni siquiera chequee lo que se hace.
Se vacunan a docentes, a ancianos en geriátricos (hasta Máximo Kirchner estuvo en uno haciendo campaña), a personal de salud, etc… además de a los amigos.
Nos parece que hoy justamente habría que prestar atención a la “ciencia critica”. Por ejemplo, a riesgo de ser extensos y reiterativos, Silvia Ribeiro, periodista y militante uruguaya, directora del grupo ETC con sede en México nos dice: “La pandemia y todas las medidas que la componen, impuestas muchas, elegidas otras para cuidar y cuidarnos, nos tienen hartas y hartos, con toda razón. Han creado enormes dificultades de todo tipo, incluso de sobrevivencia para muchas personas. Muchos pensaran que ojalá llegue una vacuna pronto, como si fuera un pase mágico a la normalidad, aún cuando tampoco queremos la normalidad. Ni la ‘nueva normalidad’, ni muchos menos la vieja anormalidad. Pero cobijada en la agudización de las crisis económicas, sociales y de salud por la pandemia Covid19, –además de otros efectos terribles, como el incremento global del capitalismo de vigilancia, la represión y control sobre las y los ciudadanos y movimientos– se ha creado una ‘tormenta perfecta’ para legitimar el uso de vacunas experimentales, sin tiempos adecuados de prueba, en grandes sectores de la población mundial.”
Más aun advierte: “Todas las vacunas en desarrollo para Covid-19 son experimentales, porque nunca nos habíamos topado con el SARS-CoV2. Pero algunas son además de alto riesgo, como las vacunas transgénicas de ADN y ARN… El biólogo molecular uruguayo Claudio Martínez Debat anota que en algunos casos, la propia operación de introducción de ADN foráneo en las células (transfección) en las plantas transgénicas, ha provocado cambios pleiotrópicos, globales, en el metabolismo celular y en la epigenética, que controla importantes aspectos de la expresión génica…” [10].
Que en este año nos haya ganado en muchos casos la depresión, la angustia y aun más el dolor de algún ser querido fallecido por el Covid, no nos puede hacer perder de vista estas cuestiones profundamente científicas.
Más aun, y como reflexiones finales de un debate que seguramente es mucho más amplio: ¿Cómo justificar acríticamente las vacunas Covid en el marco de que los propios laboratorios, con la anuencia de los gobiernos (hecho que Uds. señalan) exigen cláusulas de confidencialidad, tanto sobre los componentes de las vacunas, como también sobre los términos de la negociación sobre las mismas; y mecanismos de exención de responsabilidades frente a posibles (y muy probables) efectos adversos a mediano y largo plazo? Estas condiciones rigen para todas las vacunas que hoy se están aplicando contra el Covid, no sólo en la Argentina (donde el congreso, dicho sea de paso, votó una ley a este respecto, con la oposición de los Diputados del FIT-U) sino en la mayor parte de los países del mundo.
Más aun: cabría preguntarse cómo es el trámite exprés de validación de vacunas hechos por el Anmat, y por otros organismos internacionales. ¿Sobre la base de qué investigación se realizó? La respuesta es clara: sobre las declaraciones juradas de los laboratorios. Esos mismos monstruos que manejan sus patentes para sus beneficios financieros.
¿No es este, acaso, el mismo mecanismo que utilizó, por ejemplo, Felipe Solá en el ’96, por el cual en un lapso de 15 días aprobó el uso del glifosato en todo el territorio nacional, en base a los datos proporcionados por los informes de la misma Monsanto? Hoy, ese mismo herbicida es con el que se fumiga pueblos enteros, que sufren, estadísticamente, incidencias de cánceres y enfermedades autoinmunes, como nunca antes se había visto.
¿No cabria por lo menos ser críticos de estos mecanismos casi clientelares y pensar en los mecanismos precautorios que nos plantean los investigadores anti sistémicos y anti negocios?
Es desde nuestro punto de vista, no sólo equivocado sino indigno, seguir el curso que nos indican los gobiernos y los laboratorios sin siquiera preguntarse sobre estas cuestiones que saltan a la vista.
Quizás haya quienes, frente a estas reflexiones, argumente “la emergencia”, el temor de miles de muertos (argumento discutible por cierto). Es cierto que un gangrenado quizás acepte con desagrado pero resignación la amputación de su pierna para salvar su vida. Igual no es de lo que estamos hablando. Hoy se oculta deliberadamente este debate, se minimiza los posibles daños, se manipulan informaciones y, en función de sostener dominios políticos, se protegen intereses y se lucra una vez más con la salud y las expectativas de millones.
Porque además, como cuestión práctica, si el problema de aprobación fuera la “emergencia”, habría que aceptar que TODAS las vacunas están en fase tres y por lo tanto articular un severo seguimiento para chequear los efectos de cada una de ellas a través del tiempo. ¿Alguien ha visto esto, alguien sabe algo al respecto? Una prueba más de la irresponsabilidad gubernamental en este tema.
Volviendo al inicio de este artículo: desde ya que estamos en contra de la propiedad privada de las patentes de medicamentos. Sólo una observación: la salud no es sólo responder al Covid, sino que tienen un aspecto mucho más amplio que nos obliga a pelear contra las patentes de todos los medicamentos que, por ejemplo en nuestro país, a precio dólar incrementaron exponencialmente sus costos [11].
No sabemos si Uds. conocían estas opiniones. Desde ya que estamos dispuestos a alcanzarles éstas y otras notas y opiniones al respecto. Sin embargo no podemos menos que señalar nuestra discrepancia con vuestras posiciones tal como lo hemos manifestado.
Desde ya consideramos que estas cuestiones exceden a las organizaciones del FIT-U. Y que es un debate más amplio. Ahora, que la izquierda no se posicione desde una perspectiva anticapitalista más amplia y lo haga en función de “quedar bien” no nos parece lo más adecuado. Después de todo Lenin recomendaba que a las masas, siempre hay que decirles la verdad.
Respetuosamente,
Integrantes de Borrador Definitivo. Periodismo de Clase
Notas:
- http://www.laizquierdadiario.com/No-a-las-patentes-Vacunas-para-todxs-Por-un-plan-de-vacunacion-universal-y-gratuito
- https://www.dw.com/es/rusia-detecta-primeros-casos-de-gripe-aviar-h5n8-en-humanos/a-56636983
- https://www.youtube.com/watch?v=jxD1ce4KX2I
- http://uccsnal.org/wp-content/uploads/2020/04/CIENCIA-DIGNA-UCCSNAL.pdf
- https://www.lavaca.org/notas/andres-carrasco-cientifico-y-militante-gracias/
- https://www.clacso.org/la-pandemia-de-las-desigualdades/
- http://www.biodiversidadla.org/Recomendamos/Pronunciamiento-de-la-UCCSNAL-sobre-nuevas-vacunas-geneticas-o-transgenicas-en-contexto-de-SARS-COVID19
- https://gerentedemediado.blogspot.com/2020/12/tamiflu-2-vacunas-ciencia-y-negocios.html
- https://www.nodal.am/2021/01/arauz-garantiza-que-el-pais-tendra-las-4-4-millones-de-dosis-de-vacunas-procedentes-de-argentina/
- https://rebelion.org/covid-y-vacunas-transgenicas/
- https://www.conclusion.com.ar/info-general/los-medicamentos-registraron-aumentos-de-hasta-un-1-300/02/2021/