Damian Verzeñassi es médico y docente de la Universidad Nacional de Rosario, donde durante muchos años realizó, con estudiantes de la carrera de Medicina, los campamentos sanitarios que estudiaron la relación entre el agronegocio y el deterioro de la salud de la población de la zona núcleo del país. En esta charla que tuvimos con él, nos comparte su perspectiva sobre la crisis sanitaria actual, sus causas estructurales, las medidas necesarias para afrontar la situación y el ajuste en el sistema científico nacional bajo el gobierno de Milei.
Entrevista por Juanjo Lázzari
Borrador Definitivo: Damián ¿por qué aparece esta epidemia de dengue y que relación tendría con las políticas extractivistas?
Damián Verzeñassi: Hace unos años, cuando yo me vine a Rosario a estudiar Medicina, el dengue no era una enfermedad presente en nuestra región, aparece ahora y, cuando uno empieza a ver cómo fue avanzando el Aedes Aegypti en nuestra región y cómo fue retrocediendo el monte Nativo, encuentra una relación temporal y espacial que es muy muy clara. Entonces a mí me parece que allí hay un primer punto para tener en cuenta. Y el segundo punto, yo siempre tengopresente un trabajo que se hizo en Brasil, recuerdo cuando la Minera Vale de Brasil tuvo un derrame, porque se rompieron las vallas decontención que tenían, ese derrame fue recorriendo territorios a través de un río que termina en el mar, en la costa atlántica brasileña. Ese territorio fue empezando a conocer una epidemia de dengue con una diferencia de unos 40 o 45 días al avance del agua del derrame. Entonces claramente lo que ahí quedaba en evidencia era que los procesos extractivistas contaminantes, que modifican la estructura de las biodiversidades naturales, terminan generando el desarrollo de especies que no son habituales o que no se desarrollan con esa ferocidad en esos territorios. Porque al alterar las condiciones habituales y al eliminar predadores naturales, al modificar condiciones, claramente favorecen su desarrollo. Hoy tenemos una región que está mucho más elevada en sus temperaturas medias, con lo cual los mosquitos, el Aedes Aegypti que particularmente tienen más capacidad de adaptación y de supervivencia, se multiplica. E incluso les ha permitido ir generando modificaciones en sus propias estructuras que hacen que hoy puedan soportar temperaturas más frías que las que soportaban anteriormente, por ejemplo.
BD: Según esto que decís, podemos entender que estamos condenados a pandemias de este tipo casi recurrentemente, hasta que se termine esta política extractivista.
DV: Bueno, nosotros lo dijimos cuando en marzo del 2020 aparecía la advertencia respecto de COVID-19. En aquel momento nosotros dijimos que esta no era la primera situación de desarrollo de nuevos microorganismos que afectan la salud en gran escala, ni va a ser la última. Y en ese sentido, nosotros hacíamos un llamado a que se hiciese un reconocimiento de la necesidad de modificar los modos de producción y de recuperar el cuidado del territorio y de las condiciones naturales del territorio para poder, a partir de allí, lograr una recuperación de los elementos que permitan la inmunidad natural de los territorios y de las comunidades.
BD: Con respecto a la vacuna que hoy hay para el dengue, ¿qué nos podés decir?
DV: Yo no he estudiado en profundidad el tema de esta vacuna, esto es importante reconocer cuando uno sabe y cuando uno no sabe algo. Claramente hay un posicionamiento muy fuerte por el lado de las sociedades científicas que plantean la eficacia o la credibilidad en el laboratorio, y por otro lado un discurso por parte de quienes son autoridades nacionales en su intención de que solamente pueda acceder a las herramientas que puedan existir para cuidar la salud, aquellos que puedan pagarlo. Entonces, independientemente de si es eficaz o no la vacuna esta -que claramente según lo que dicen las sociedades científicas, si lo sería- lo que hay es una decisión política de que a las tecnologías que podrían resolver o podrían proteger a las poblaciones en general, solamente puedan acceder los que puedan pagarlo. Proponiendo nuevamente que la salud, el cuidado de la salud, no es más que una mercancía, en un sistema que todo lo compra y todo lo vende.
Dicho esto, creo que lo más importante hoy es avanzar en estrategias que permitan que, independientemente de la tecnología, nosotros podamos controlar el avance de la Aedes Aegypti. Para eso, lo que hay que hacer es una fuerte acción para evitar que el mosquito pueda reproducirse. Si no hay Aedes Aegypti, no hay dengue. Y para que haya Aedes Aegypti, tiene que haber condiciones de estancamiento de agua que permitan que el mosquito se reproduzca y que el ciclo del Aedes, que dura entre 40 y 45 días pueda seguir adelante. Yo tengo hoy una explosión de dengue, no por lo que no hice hace 5 años en términos de estrategia de alto riesgo, es decir, estrategia específica para dengue. Yo tengo hoy dengue porque en los últimos 45 días, o si se quiere en los últimos 90 días, no fui capaz de controlar el ciclo de reproducción del mosquito en dos ciclos consecutivos. Porque si yo controlo dos ciclos consecutivos de reproducción, elimino la continuidad de la reproducción. Es así de sencillo. Entonces, si yo controlo durante 90 días que no se pueda reproducir ningún mosquito durante ese tiempo, eliminé el Aedes Aegypti y no hay más riesgo de dengue. Para eso tiene que haber una política clara y fuerte donde reconozcamos que todos, absolutamente todos, los que vivimos en las ciudades, tenemos posibilidad de estar generando condiciones para que el Aedes Aegypti se reproduzca, y asumamos el compromiso de eliminar toda posibilidad de criar el mosquito en nuestro territorio más inmediato que es nuestra casa, y que el Estado garantice que no haya condiciones extra domiciliarias para que se pueda reproducir el mosquito. Ahora, Si yo digo esto y, como Estado, no le garantizo a sectores grandes de nuestra sociedad y de nuestra ciudad -particularmente en Rosario, donde yo vivo- el acceso directo al agua potable; y les obligo a que tengan que tener grandes reservorios de agua en tanques, que se llenan una vez por semana o una vez cada 5 o 4 días, porque tienen que acumularla, porque si no se queda sin agua; hay una posibilidad de que crezcan mosquitos, y es una responsabilidad del Estado y no del vecino.
BD: Esto que decís es absolutamente claro, y es cierto que esto no lo resuelve el mercado, como propone este gobierno. Pero también, junto con esto, hay un abandono de la salud pública, que no es de ahora, que se manifestó de cierta manera durante la época del COVID, pero que ahora se agravó muchísimo. ¿Cuál es tu opinión al respecto?
DV: A ver, lo que queda claro es que nosotros ahí tenemos una conjunción de situaciones, en Argentina particularmente, que hacen de caldo de cultivo extraordinario para el desarrollo de la epidemia de dengue. Y creemos que cualquier otro microorganismo que aparezca hoy dando vueltas por acá, va a encontrar en Argentina un territorio absolutamente fértil para desarrollarse. ¿Por qué? Porque, en primer lugar, está la decisión política de quien conduce el Estado de correrse de toda acción que permita el cuidado del bien común. Esto está claro. Para quien hoy conduce el Estado, lo único que tiene valor es lo que se puede pagar. Y el que no puede pagar algo no tiene derecho a acceder. Esto lo han planteado así, salvo que ese no pagar ponga en riesgo algunos intereses privados de algunos amigos del Estado. Entonces, por ejemplo, para las escuelas privadas hacemos vouchers para que el Estado subsidie a los colegios privados y, mientras tanto, no se les garantiza un sueldo digno a los docentes, ni siquiera el trabajo digno a los docentes de las escuelas públicas. Digo esto como un dato concreto que evidencia la doble vara del gobierno.
Pero, por otro lado, el haber desprotegido a la comunidad por haber debilitado el Estado, por no tener más científicos, o expulsar a los científicos que investigaban estrategias para poder cerrar el avance del Aedes Aegypti y otras enfermedades, al haber quitado presupuestos a los sistemas sanitarios, a los sistemas educativos que podrían hacer un trabajo extraordinario, las estrategias de barrera y control del avance, por ejemplo, del vector común Aedes; al potenciar políticas de destrucción de la trama social que hacen que el otro sea un problema: con el Covid dijeron explícitamente el otro es el problema. Entonces, yo no tengo que abrazarme con el otro para poder hacer algo en conjunto, sino que tengo que alejarme del otro y ver al otro como un enemigo o como alguien que me puede hacer daño. Nosotros vamos generando un caldo de cultivo para que nadie mire más que su propio ombligo, entonces no tenemos nunca posibilidad de resolver los problemas de la comunidad. En simultáneo con esto, que me parece que es el otro tema, la desregulación de todos los sistemas de acceso a tecnologías de atención, a tecnologías de tratamiento en términos de salud, hace que hoy, en Rosario, haya como mínimo dos tipos de ciudadanos: ciudadanos clase A, que son los que se pueden pagar un insumo privado o comprar en una farmacia de su bolsillo las alternativas que se ofrecen como estrategia de prevención -en el caso de los repelentes o de la vacuna-. Y el ciudadano clase B que somos los que, porque perdimos poder adquisitivo de nuestro salario, porque no nos pagan, porque nos están despidiendo porque éramos empleados del Estado, o empleados de la construcción, que son empleados privados pero tenemos menos trabajo que antes porque hay menos actividad de obra pública; demás la recesión es muy fuerte y hace que la gente tenga cada vez más necesidad de recortar gastos, o un comerciante que cada vez vende menos… y toda esa cadena que va absolutamente enganchada hace que cada vez seamos menos los que podemos acceder a pagar de nuestro bolsillo las tecnologías necesarias para cuidarnos; y cada vez seamos más los que no podemos acceder y tenemos que mirar, como dice el tango, “con la ñata contra el vidrio” cómo, con nuestro trabajo, con nuestra capacidad de construcción de una sociedad y de un país trabajando durante años, hoy la fiesta la gozan unos pocos dentro del bar, ¿no?
BD: Si, tal parece Damián que te seguiremos llamando para la próxima pandemia seguramente y esto será así hasta que, desde abajo, desde las organizaciones sociales, obreras, médicas, profesionales, empecemos a tomar las cosas en nuestras manos, quitándole en todo caso al Estado la potestad de dejarnos afuera de la fiesta.
DV: Si, no sé si es quitarle al Estado la potestad, o es definiendo que el Estado esté en manos de quienes somos los que realmente tenemos que llevar adelante las cosas que hacen grandes los pueblos y las comunidades. Digo, esto de seguir delegándole a los mismos de siempre -aunque tenga ahora el peinadito y las patillas más grandes, pero que son parte de los mismos de siempre- las posibilidad de gestionar el Estado; hace también que el discurso del problema del Estado enganche más y no asumamos que el problema es que tenemos que organizarnos para hacernos cargo de conducir nosotros mismos las decisiones políticas que requiere una sociedad más saludable, más solidaria, más cooperativa, que ponga la salud, la vida, la diversidad como ejes fundamentales para las prioridades que se lleven adelante.