El martes pasado, en el espacio de nuestro programa radial que llamamos Segmento Literario, quisimos encarar una reflexión sobre el 24 de marzo y su actualidad, al mismo tiempo que un homenaje a todxs aquellxs que lucharon por otro mundo, y pagaron de distintas formas, las consecuencias. Y quisimos hacerlo recuperando sus palabras. Textos dejados en sus casas, que después serían descubiertos por familiares; cartas escritas desde el encierro, palabras que nos acercan a sus sentimientos y reflexiones más íntimas. Compartimos aquí el audio de aquel segmento y su texto, para seguir luchando por Memoria, Verdad y Justicia.

Audio-cuento. Cuando realmente nos internamos en el mundo Bradbury, entendemos que este originario de Illinois, en verdad nunca quiso escribir sobre el futuro sino sobre su propio tiempo y los hombres y mujeres que lo habitaban. Sobre las inquietudes que lo desvelaban, las injusticias que lo sublevaban y los peligros por los que se sentía amenazado. Y sobre la forma de resolver estos terrores de la manera más humana posible.

Pablo Busch, quien nos cuenta su experiencia en un texto interesantísimo, tanto desde el punto de vista de lo relatado como del valor estético del propio relato, sufre cotidianamente de ese monstruoso invento capitalista llamado “Turno Nocturno”, que forma parte de la vida de miles de trabajadores y trabajadoras en nuestro país, con diferentes grados de mella sobre su salud física y emocional. El agotamiento físico y mental, los turnos interminables, los viajes larguísimos hasta y desde el trabajo, el tiempo libre que es tiempo robado al descanso… esta experiencia hará que muchos de nuestros lectores se sientan identificados.

Por Luis Cuello “Mi historia es la historia de incontables millones de niños cuyas familias y naciones fueron destrozadas por dinero en el nombre de Jesucristo” Sinéad O´Connor La muerte es inevitable en los seres vivos. Quizás para muchos, como es mi caso, juegue como una obsesión que ronda en […]

La primera vez que se interpretó “Strange fruit” en un garito nadie aplaudió. Segundos antes de terminar la canción, cuando la intérprete pronunciaba las dolientes últimas palabras (“esta es una extraña y amarga cosecha”), las luces del Café Society neoyorquino, con capacidad para 200 personas, se apagaron. Instantes después se encendieron, pero la cantante había desaparecido. Billie Holiday estaba vomitando en el pequeño baño del local, sobrecogida después de su estremecedora interpretación.