Artículo publicado en Tramas. Periodismo en movimiento

Caen la chispa y la ceniza/corre el animal o vuela atropellado/
la lágrima paisana ya está seca/y grita la entraña de la tierra/
se oye una correa/ hierve el río/
se huele la muerte/ y en cada corazón coraje/
se aprende a renacer.

Por Nilda Bulzomi – Integrante de APDH Esquel-Trevelin

Imagen: Noticias de la Montaña

Quienes llevamos  muchos años en la cordillera chubutense vemos que la presencia del fuego durante los veranos es cada vez más frecuente y también más voraz. Tenemos la certeza de que los incendios cuestan vidas de animales, de bosque, de personas, y cuestan salud porque aunque no nos alcance la muerte nos atrapan la angustia y el dolor ¿debemos pensar en el fuego como un acontecimiento o como algo que ha dejado de serlo para dar lugar a otra serie de acontecimientos?

Para Alan Badiou, un acontecimiento “es un quiebre del campo del saber de una situación, porque con el acontecimiento emerge una verdad no considerada por el saber de la situación misma”.  Inevitablemente surge un primer y redimensionado interrogante que agrega a la explicación “física y escolar” del fuego   (combustible+comburente+energía), un análisis de las condiciones territoriales en las que los incendios se están produciendo.

Es un hecho que la temperatura global se incrementó 1,5 grados en 2024 y que el país está viviendo una ola de calor, la cordillera incluida.  Hay elementos y condicionantes a considerar y en la búsqueda de información damos con una entrevista a  Thomas Kitzberger, investigador del CONICET en el INIBIOMA y docente  de la UNCoBariloche, en la que nos dice, con lenguaje coloquial y fundamentos de ampliación, que:

  • “un bosque maduro puede resistir el fuego porque los árboles son muy grandes. Y algunos de los árboles sobreviven al fuego y crean una nueva generación de árboles que pueden luchar hasta el próximo incendio cada 300, 400, 500 años. El problema es que bajo los nuevos escenarios climáticos, el bosque se quemará con más frecuencia, si la ignición está ahí. Y el encendido está ahí ahora porque hay más gente y hay más relámpagos.”
  • “la cantidad de incendios provocados por rayos que se informaron se triplicó en comparación con el período anterior de 1950 a 1970, lo que se correlaciona con los aumentos de temperatura del verano”
  • las plantaciones de pinos en tanto combustibles “fueron promovidas por el gobierno argentino durante las décadas de 1970 y 1980. Y fueron financiadas con subsidios. Así que a los dueños de la tierra se les dio dinero para plantar pinos. Pino ponderosa; Radiata — Pinus radiata; Pseudotsuga: abeto de Douglas; pino torcido; todos estos árboles que son coníferas del hemisferio norte, generalmente de América del Norte. Y ya sabes que son especies muy inflamables, tienen alto contenido de resinas, de volátiles en las hojas, arden a muy alta intensidad. Entonces estas especies fueron sembradas durante muchos, muchos años en la Patagonia. Y muchas de estas plantaciones fueron luego abandonadas, lamentablemente”.

Hasta aquí el fuego como acontecimiento nos invita, y nos compele a la vez, a  repensar nuestro vínculo con el planeta y las intervenciones en nuestros territorios. También, a revisar  cómo esas intervenciones se deciden y quiénes las deciden ya que debemos ser responsables por ellas.

¿Quién/es plantaron pinos, para qué y qué  acciones han desarrollado u omitido  desde entonces? (entre ellas si han estudiado los  efectos que producen, por ejemplo, la sequía del bosque). Como señalan  Numerosos trabajos en la Patagonia argentina y chilena, así como en otras partes del mundo, se evidencia que estas plantaciones disminuyen el caudal de los ríos entre el 30 y 60 % o más en cuencas pinificadas, en relación con cuencas con bosques o pastizales nativos, independientemente de las mermas en las precipitaciones.

Síntesis I: mayores temperaturas, menos precipitaciones,menos caudal en los cuerpos de agua, incremento en la población de una especie exótica,especies autóctonas que no soportan la sequía y por lo tanto el fuego. Un combo fatídico.

La búsqueda de incendiarios  (emergen nuevos acontecimientos…)

El análisis de las razones naturales y antrópicas que intervienen en la propagación de los incendios puede desplazar  la angustia y el dolor de vivir la experiencia de perderlo todo.  Todo.  Pero sólo momentáneamente, porque luego algo acontece también.

Las y los pobladores de los territorios afectados defienden con desesperación su pedacito de mundo. Sus familias, su casa, sus proyectos. Y los de sus vecinos. Colaboran con las y los brigadistas y bomberos, que son pocos, mal pertrechados y peor pagados y aún así dejan su vida en cada evento ígneo. Personas solidarias, en su mayoría jóvenes voluntarios, colaboran también en las acciones contra  el fuego.

Mientras tanto, el gobierno nacional dice “que se queme lo que se tenga que quemar” después de subejecutar el presupuesto para el sector en 2024 (solamente se ejecutó el 24%) y desentenderse absolutamente en lo que va de 2025.

Los gobiernos provinciales por su parte trabajan en dos flancos: uno de ellos es poner en el combate del fuego toda la (insuficiente) infraestructura de la que disponen; el otro flanco es buscar culpables/incendiarios y lanzar una cacería de brujas cuyas víctimas resultan ser precisamente quienes están colaborando voluntariamente. Los anuncios mediáticos sobre detenidos eclipsan entonces la magnitud de la tragedia o eso parecieran pretender y generan una disputa virtual por la credibilidad de los anuncios. Sobre todo porque lanzan al ruedo algún nombre de recepción  controvertida que habilita la puesta en marcha de lo que llamamos el “mapuchómetro”, algo así como una medición de la condición de pureza originaria de “los marrones”.

La intervención de las fuerzas represivas  y los fiscales resultan en procesos imbuidos de una parcialidad inexplicable: llevar a audiencia judicial sin prueba alguna a los acusados y a la vez invisibilizar la violencia patoteril de un grupo de gauchos a caballo que hostiga, rebenque en mano, a un pueblo que reclama la libertad de los detenidos injustamente en la puerta misma de la comisaría, frente  a una policía  impasible y sin consecuencia alguna.

Los pobladores dicen que estos gauchos son los mismos que impiden las marchas a Lago Escondido y que su líder es un empleado del Municipio de El Bolsón, cuyo Intendente fue Contador de Lewis, aún seguiría facilitando el domicilio de su estudio para las empresas del multimillonario y recientemente declaró “ciudadano destacado” al administrador del inglés.

La búsqueda de incendiarios impide también asumir la responsabilidad que los gobiernos tienen en la multiplicación del material combustible, los pinos cuya plantación promocionaron, financiaron y abandonaron, y en la precariedad del  tendido de redes eléctricas que chisporrotean permanentemente, en la  escasa provisión de agua potable y en las nulas redes de gas.

Síntesis II: mientras la población se preocupa por salvar su vida y sus pertenencias,  los Estados Provinciales despliegan toda su batería persecutoria y punitivista en sintonía con los mandatos del gobierno nacional y refuerza el discurso del enemigo interno que estaría enmascarando objetivos a los que el pueblo se opone  y de lo que mejor no se habla.

De esto no se habla

Las intervenciones mediáticas no proponen un análisis saludable en relación con la sospecha de muchos sobre el proceso de gentrificación del territorio boscoso que se quema. Tampoco sobre los posibles negocios inmobiliarios facilitados por la derogación de la ley de manejo del fuego (un dato no menor es que en gran parte de los territorios afectados por los incendios viven familias y comunidades originarias).

No se establecen los lazos discursivos necesarios para entender que lo que se está quemando son las casas de quienes se oponen al proyecto Laderas, del mismo dueño inglés que vendió el aeropuerto “inexistente” a los qataríes, quienes a su vez anuncian la construcción de centrales hidroeléctricas  en esa zona.

No se habla de la propuesta que tiene ya cerca de 15 años de un paso internacional  en Lago Puelo ni de la oposición popular existente. Tampoco se menciona la superposición de los territorios incendiados con las cabeceras del proyecto IIRSA, un acuerdo que busca promover la cooperación en temas económicos regionales considerando variados territorios y países para consolidar el extractivismo y el comercio y transporte de minerales  y energía, cuyo impulsor es a la vez un impulsor del Presidente.

En las últimas horas toma fuerza el rumor de que Patricia Bullrich amenaza con la militarización del territorio. Otra vez sopa diríamos si no fuera porque el inicio de estos incendios casi coincide con la creación y el anuncio de la puesta en funcionamiento del Comando Unificado para Esquel y la Comarca o sea, la militarización ya está.

¿Y hay alguna prueba del vínculo entre esto de lo que no se habla y el fuego? No. Son conjeturas, hipótesis que no aparecen en el orden discursivo del poder aunque se repita hasta el cansancio la palabra “intencionalidad” y la idea de “terrorismo”.

Síntesis III: de todo esto no se habla porque es conspiranoico.

Después de las lenguas infernales/
después de las batallas ardientes/
las llagas y los llantos/
acontecerá el saber.