El fútbol es algo más que un deporte, para los argentinos y buena parte de la población mundial, este juego despierta pasiones y emociones. Pero como contracara de esto, el balompié es un enorme negocio capitalista, y bastante sucio por cierto. En los últimos meses el gobierno de Milei habilitó las Sociedades Anónimas Deportivas (SAD) lo que, presumiblemente, terminará siendo un nuevo descenso en el fango. Pero para aclarar esta cuestión, entrevistamos a Pablo Alabarcés, que es licenciado en Letras, sociólogo y autor de infinidad de libros, muchos con temáticas ancladas en el fútbol su universo. Además es profesor en la carrera de Comunicación Social.


Entrevista por Juanjo Lázzari

Borrador Definitivo: Gracias Pablo, porque has tenido la enorme gentileza de hacerte un hueco en tu agenda para charlar de estas cosas. La última vez que hablamos, era en ocasión del Campeonato conquistado en Qatar por la Selección Argentina y, aunque todos sabemos que el fútbol es un gran negocio capitalista, nos gana ese lugar irracional donde el juego nos remonta a otras cuestiones. Hoy estamos en otra situación, te convocamos para hablar de las SAD (Sociedades Anónimas Deportivas). ¿Qué es eso?

Pablo Alabarcés: Fíjate qué gracioso el hecho de que, en realidad hace apenas 40 días, la Argentina gana la Copa América. Sin embargo, no es una cuestión de que ya estamos condenados al éxito entonces nos acostumbramos y no festejamos nada, sino que lo que se revela es lo que dije en ese momento: ganar es un impacto emotivo muy lindo que tiene un tiempo de duración y nada más, y después no te cambia absolutamente nada la vida. Para colmo, el Gobierno Nacional intentó usar la Copa América como argumento a favor de la constitución de las Sociedades Anónimas Deportivas, lo cual era absolutamente imposible. Hay una secuencia causal, según la cual vos ganás la Copa América, ganás la finalísima, ganás el Mundial, ganás nuevamente la Copa América… todo eso no se debió a las Sociedades Anónimas Deportivas, sino más bien todo lo contrario.

BD: Más bien habría que agradecer a los clubes de barrio que formaron la mayor parte de esos jugadores.

PA: Claro, exactamente. Entonces cuando te aparece este tipo de argumentos… A ver, igual dividamos en dos. Por un lado está esta referencia: hace apenas 40 días ganamos la Copa América y ni siquiera hubo demasiada gente en el Obelisco. Esto ya es llamativo, esto te muestra que el fútbol es maravilloso, como vos dijiste, nos llega a ese lado irracional, el lado irracional es sencillamente el lado emotivo, nos ponemos felices, qué bien que nos hace esto… Listo, al día siguiente vuelve la vida a la realidad económica. Y encima vuelve la política del día a día y nos encontramos con esta ridiculez enorme que son las Sociedades Anónimas Deportivas y un debate además muy jodido, muy mal dado, ¿no? Por un lado lo que decíamos hace un momento, esa ecuación al revés según la cual, si tuviéramos Sociedades Anónimas Deportivas ganaríamos más que una Copa América, más que una Copa del Mundo, uno se pregunta qué viene después, digamos, ¿no? O sea, una Copa de la Galaxia, no sé. Vos lo dijiste muy bien: todos estos jugadores -a los que ya me niego a llamar pibes porque, bueno, ahora ya son superestrellas globales que ganan cifras multimillonarias que ni vos, ni mucha gente más ganará en cuatro vidas- pero toda esta gente sale de un club de barrio. Pero supongamos que hizo todas las inferiores en River o en Boca. Bueno, no lo puedo llamar un “club de barrio”, sin embargo, jurídicamente es un club de barrio, jurídicamente todos son clubes de barrio. Acá hay un primer error, hace tres días había un twit gracioso, como todos los que produce, por ignorante y animal,  Scioli. Él dice que con esto vamos a irnos a la otra galaxia. Lo cómicos es que te hablen de privatización: los clubes son privados, son sociedades privadas, lo que ocurre es que hay ahí una cláusula que te dice Asociación Civil, pero sin fin de lucro, por lo tanto no pueden hacer negocio. Ahora bien, todos los que nos gusta el fútbol, seguimos el fútbol, somos socios de algo, etc., sabemos que los clubes hacen negocios, así que acá no habría ninguna novedad. La verdadera novedad consistiría en el ingreso de capitales que vienen de otro lado y no te dicen cuál es el origen. Pero lo que olvidan decir no es solamente que, por supuesto, los socios dejan de votar inmediatamente. Es decir, en el momento en que te abren el club a alguna propiedad accionaria, los socios dejan de votar porque deberían comprar acciones para poder seguir participando como accionistas del club. Ni siquiera han tenido la decencia de proponer un modelo mixto, en el cual te puede entrar una porción de capital (insisto, no privado, porque todo el capital de los clubes es privado), lo que podría aparecer es un grupo capitalista que diga: “Bueno, pero yo quiero tener el modelo alemán, quiero tener el 49 % de las acciones”, eso es lo que hicieron los alemanes, dijeron: “Bueno, pero el 51 % queda en manos de los socios”. Tal y como se plantea acá, no hay 41, 49 y 51 %, sino que todas las propiedades del club pasan a ser de los accionistas en cuestión. Eso directamente liquida a los socios; no los desplaza, los liquida.

BD: Ahora cómo nos ayudás a entender esta cuestión: la mayor parte de los clubes, Almagro, River o Boca, fueron fundados por sectores de la clase trabajadora en general, que buscaban un lugar para agruparse, para hacer este deporte. Gradualmente, esos fundadores, los socios, fueron con el paso del tiempo perdiendo cierto poder -no nos engañemos, hoy el socio no tiene gran poder dentro de ningún club- pero ahora llegaríamos a una situación aún peor, donde ya directamente no tendrían ni esa formalidad.

PA: Es un cambio más radical y es que desaparece el socio como lo conocemos. Es decir, no hay más socios, se acabó. Lo que hay es propietarios, una serie de accionistas, un solo tipo que concentra el 100 % de las acciones, o un grupo que compre partes en sociedad con otros. Y entonces se vuelve una empresa en la cual tiene que haber una reunión de directorios, reglada y supervisada por la Inspección Nacional de Personas Jurídicas, por la Sociedad de Bolsa, etc. Pero el socio, como tal, se esfuma.

Hoy, a pesar de lo que vos señalás, a pesar de esa pérdida del poder del socio común, el socio común sigue teniendo un poder infinito porque vota. Por supuesto que no es fácil armar una lista, por supuesto las miles de trabas que ponen, pero tiene ese poder. Hay un dato que yo escribí, creo que hace 10 años, no entiendo cómo nadie lo recuerda, y es que en ese momento, el tipo que pierde las elecciones en River -si mal no recuerdo en ese momento, las pierde con Passarella- invierte 3 millones de dólares en la campaña política. Y vos decís ¿quién invierte 3 millones de dólares en la campaña política para ser presidente de una asociación civil sin fines de lucro? Obviamente alguien que quiera recibir mucho más dinero a cambio. ¿Cómo lo reciben? Y eso lo sabemos todos los que alguna vez pisamos una cancha. ¿Cómo reciben los dirigentes ese retorno? Lo reciben a través de la circulación de dinero clandestino, sobrefacturación de jugadores, subfacturación de jugadores, subfacturación de merchandising, sponsoreo, etc. Lo consiguen amañando pases con la triangulación de los jugadores. ¿Te acordás de la época en la que Fénix de Montevideo era el dueño de todo el fútbol argentino? Tenía jugadores que con ellos solo salía campeón de por vida.

Todos sabemos que eso existe y al socio le cuesta mucho cortar ese circuito. Y además los socios se mueven también por especulaciones complejas. La historia que va de Comparada (NR. Presidente de Independiente de 2005 al 2011) a Moyano en Independiente es muy significativa. Es un ejemplo de cómo se puede ganar un club sin tener poder político y económico, sino simplemente presentándose como la oposición pura y honesta a los desmanejes del club. Y frente a eso, el pobre Comparada le va a devolver la trasparencia, lo hace bastante mal también y al poco tiempo el equipo se va  al descenso. ¡Y entonces votan a Moyano! Y lo hacen solamente porque Moyano les garantiza que no se vuelven a ir al descenso, porque antes de que el club se vaya al descenso, los Moyano rompen algo ¿Se entiende la idea? Ahora bien, todo eso es parte del mal llamado “folclore futbolístico”. La aparición de sociedades anónimas no solo no mejoraría, enturbiaría todavía más. Hace dos semanas, en Brasil, una compañera presentó un trabajo sobre justamente cómo se están movilizando los hinchas respecto de las sociedades anónimas, que hay cierto retroceso, que hay algunos grupos que todavía las militan, pero la primera coordinadora de hinchas surgió en el 2015, 2016, como resistencia al proyecto de sociedades anónimas, que ahora está muy debilitado. Pero bueno, a partir de eso nos pusimos a hablar con los compañeros brasileños. Los compañeros brasileños tienen lo mismo, salvo que en vez de SAD se llama SAF, Sociedades Anónimas Futbolísticas. Y han demostrado ser un enorme fracaso, que están llevando a clubes tradicionales como Fluminence, que ganó la Copa Libertadores el año pasado y hoy  está peleando el descenso.

En realidad, en la argumentación a favor de las sociedades anónimas hay una trampa según la cual van a venir grandes capitales que van a transformar a Almagro en el campeón de la primera, comprando jugadores. Y que además eso va a permitir que los jugadores jóvenes no se vayan tan temprano, que en vez de irse a los 18 que se queden hasta los 25. La falacia es que eso es absolutamente imposible por varias razones. En primer lugar porque si a vos te compra el Manchester City y vos tenés un pibe que la rompe a los 15; a los 16 ese pibe no juega más en Almagro, a los 16 juega en el Manchester City. Evidente. Esto es de una elementalidad que no puedo entender cómo no se pone en el debate. Pero la otra es mucho más dura. Y es que la economía capitalista, en la que no soy un experto, pero digamos, sé sumar dos más dos, no es infinita. Esto es: aunque la financiarización del capitalismo contemporáneo permite pensar que la guita es infinita, porque los flujos de dinero no implican materialidades, hay una cantidad de guita dando vueltas que son solamente unos y ceros. O sea, impulsos virtuales. Igual, la cantidad de guita no es infinita. Y la cantidad de guita que genera el fútbol argentino es muy finita. Es decir, ¿qué dinero produce el fútbol argentino? Produce ventas de entradas, no puede producir más porque los estadios están llenos. En segundo lugar, los derechos televisivos, este es el más importante. El ingreso por los socios desaparecería cuando Almagro sea del Manchester. Pero volvamos a los Derechos televisivos. ¿Se puede creer seriamente que alguien más en este planeta va a comprar los derechos televisivos del fútbol argentino? O sea, que los alemanes, los españoles y los franceses se van a volver locos y a pagar miles de millones de dólares para poder ver Deportivo Riestra contra Vélez. Entonces, ahí tenés un límite. Los derechos televisivos no pueden aumentar. No pueden aumentar más. No pueden aumentar ni siquiera la cantidad de abonados. ¿Por qué? Porque esto es un techo de una economía como la argentina. En tercer lugar, merchandising. ¿Creen que los japoneses van a comprar la camiseta de barraca central? No, obviamente no. Y en cuarto lugar, esponsoreo. El esponsoreo se hace a cambio de publicidad. La torta publicitaria en la Argentina ya está. Está toda repartida. No hay de dónde sacar un mango más para publicidad. Y ya, fijate cómo sin privatización, lo que apareció como novedad de esponsoreo son las apuestas deportivas, que son de terror. Ahí tenemos un problema. Entonces, si vos tenés todo y sumas, uno más uno, más uno, más uno, te da cuatro y siempre te da cuatro, nunca te va a dar dieciséis. Cuando alguien pone una guita en una empresa, en el capitalismo, espera conseguir ganancias. Pero si pones plata y te sigue dando cuatro, ya no conviene. Por lo tanto, esto no es económicamente inviable. Es ridículo pensar que van a venir, insisto, los capitales árabes para traer a Haaland a jugar Argentinos Juniors.

BD: Sí, y estaba pensando con esto que vos decís de estos capitales que podrían venir.

¿También se abre allí la posibilidad de que los capitales que vengan, en todo caso, sean del narcotráfico?

PA: ¡Eso ni hablar! Preguntale a los ingleses qué opinan de los capitales rusos y los capitales árabes. Yo estaba en Inglaterra en el año 99 cuando un grupo norteamericano, ligado al magnate de los medios Murdoch quiso comprar al Manchester United. La venta se cortó por la resistencia de los hinchas, que no eran socios, eran hinchas de un club que era una empresa privada. Y, sin embargo, los hinchas se pararon de manos y dijeron “No, no, el Manchester United no se lo puede vender a un tipo como Rupert Murdoch”. Y, finalmente, el gobierno inglés vetó la compra porque Rupert Murdoch era la televisión. Entonces, la idea es que la televisión no puede tener equipo de fútbol porque, si no, gana siempre ese equipo de fútbol. Estas son cuestiones bastante elementales, ¿no? Y por eso creo que el debate está mal dado. El tema no es que si el Manchester City compra Almagro, los socios no van a poder jugar más a las bochas. De última, el Manchester City concesiona la cancha de bochas y los socios dejan de ser socios pero pasan a pagar todas las semanas una tasa para jugar a las bochas. No es ese el problema. Pero sin duda que la administración capitalista, en términos de pérdidas y de ganancias, va a llevar a un cierre de actividades no rentables. Y eso también es pérdida, es pura pérdida.

BD: Por ejemplo, yo estaba pensando en un equipo, un club que no sé cómo está ahora pero que supo ser un ejemplo, como Ferrocarril Oeste, que tenía prácticamente todas las disciplinas deportivas, desaparecerían casi todas estas disciplina para enfocarse en el fútbol.

PA: Pero sin duda, mirá, de esos ejemplos hay por todos lados; en la primera, en el ascenso, en las provincias, en los barrios, por todos lados. Por supuesto que al Club Imperio de la Paternal, esto no lo toca ni de cerca. ¿Por qué? Porque lo que quieren vender es el negocio del fútbol. Pero vuelvo a insistir: no hay tal negocio, el negocio ya está. Lo que hace falta, sí, por supuesto, son dirigentes honestos y también, por supuesto –con esto no nos vamos a hacer los tontos- lo que hace falta son buenos gerentes. Es decir, no está mal decir que esto necesita ser gerenciado. Si vos tenés un club que recauda una gran cantidad de plata por cuota social, que además  vende a un pibe de 18 años por 12 millones de euros, si vos no administras bien esos 12 millones de euros, al día siguiente se los comió alguien. Entonces te hace falta un buen gerente bien pagado. Por supuesto que sí.

BD: Ahora, Pablo, vos no decís que este debate se está dando mal. Pero además pasa que quien, a la vista de todos nosotros, aparece como la oposición a este proyecto, es el “Chiqui” Tapia. Y vos alguna vez, recuerdo tus palabras, dijiste que el Chiqui Tapia iba a ser un Grondona potenciado.

PA: Sí, sí, cada vez me convenzo más de eso. Cuando pactamos la charla, una cosa que me parecía es que si en una punta del tobogán tenemos a Scioli y Macri, y en la otra punta tenemos al Chiqui Tapia, mejor cambiemos de tobogán. Estamos en un pésimo equilibrio. Tapia representa la continuidad de lo peor del grondonismo. Pero ese grondonismo tenía algo peculiar, que era esa vieja relación territorial del dirigente, salvo River y Boca, los clubes siempre tenían dirigentes del territorio, porque, aunque fueran clubes grandes, la relación con el territorio era muy fuerte. Y eso se esfumó con el  macrismo. Fíjate que después, ya unos años antes, habían aparecido justamente los empresarios exitosos que arribaban a Boca, Independiente, San Lorenzo, Matías Lámens por ejemplo, que aunque seguramente, nos puede caer más simpáticos que otros, pero igual es lo mismo: es un empresario que viene de otro lado, no es un tipo del territorio. Y podríamos también seguir los cruces con la política: el dirigente político que toma un club, lo hace pedazos porque lo busca para su propio beneficio. Ese es el caso de Tapia, digamos. Yo creo que Tapia tiene alguna visión política que no va a confesar, aunque por ahora su alianza con Domínguez e Infantino es muy sólida y con una vicepresidencia de la FIFA, por ahora lo arreglan.