Pablo Pozzi es historiador y un referente de la historia oral en América Latina. Fue profesor en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, donde actualmente se desempeña como asesor académico. Especialista en historia social contemporánea, particularmente en clase obrera post 1945, tanto norteamericana como argentina.
Borrador Definitivo: La profunda crisis social y política ¿cómo influye en este proceso electoral y en la expresión de rechazo de grandes sectores al régimen político (abstención, voto en blanco, etc.)?
Pablo Pozzi: Eso es complicado caracterizar sin caer en la simplificación excesiva. Creo sí que hay dos aspectos entrelazados que se influencian el proceso electoral y que sugieren cosas hacia el futuro. El primero, y sobre el cual todo el mundo hace escándalo, es el tema abstención electoral. Ahí las cifras varían bastante, sobre todo porque lo que se dice finalmente no es lo que se anuncia mientras ocurre la elección. Pero, digamos que oscila entre un 30 y un 50 % del padrón. Para Estados Unidos eso no es mucho, para la Argentina, con larga tradición de ir a votar, es una barbaridad. Lo que ahí parece preocupar a los analistas es que esto podría deslegitimar el sistema electoral. Creo que a la burguesía, o sea al poder en serio, esto no le preocupa demasiado a menos que esa abstención termine volcándose a canales contestatarios y anticapitalistas. En eso, los sectores de poder no tienen problema en darle prensa a la izquierda mansita como puede ser el FITU.
El otro aspecto, que se vincula con el anterior, es que hay entre 50 y 70 % del electorado que sigue votando, aunque los diversos candidatos y sus propuestas planteen empeorar su situación individual. Que un 25 o 30 % de los posibles votantes piense en votar candidatos como Massa, Milei o Bullrich es revelador de que las elecciones son procesos clientelares y no de ejercicio de ciudadanía. Digamos, las elecciones se compran, no se ganan. Al mismo tiempo, la insistencia en ser “antisistema” de gente como Milei (aunque sea absolutamente una mentira) revela que a la abstención hay que agregarle muchísima gente crítica de la situación. En esto la caracterización que hacen los partidos del FITU tiene más que ver con querer creer que con las elecciones se pueden “hacer diferencia” (nótese que no quiero decir que tiene que ver con los fondos electorales, aunque por ahí sí) que con generar consciencia de un cambio social. La carencia de un programa de izquierda no puede ser tapado por las picardías de Miriam Bregman, que será muy simpática y rápida pero que no tiene una propuesta alternativa ni en chiste. De ahí, y a pesar de lo que ha planteado Christián Castillo, el problema del FITU no es que la gente vota “el mal menor” y son “pelotudos” sino que nadie percibe al FITU como una propuesta alternativa y de cambio. Y en eso la gente, y no Christián, tiene razón.
BD: ¿Milei es el fascismo? ¿Vale aliarse con Massa con tal de evitarlo como dicen muchos? ¿Qué opinás de esto?
PP: Todo depende cómo definas fascismo. Claramente Milei es un personaje de extrema derecha y bastante siniestro. Pero no mucho más que Massa. He escuchado cualquier cosa en torno a Milei, como por ejemplo que van a volver los militares o que va a haber represión. Interesante porque todos los candidatos mayoritarios plantean políticas de seguridad que implican más “fuerzas del orden” en la calle, como si el problema fuera represivo y no del hambre de tantos y tantos argentinos. Ni hablar de que pareciera que no ha habido represión durante los últimos 20 años. Digamos, los que piensan eso o viven en La Lucila o no salen de su casa en la última década. Yo creo que la propuesta de la burguesía esta encarnada por todos los candidatos que plantean gobiernos de “unidad nacional”. En eso, pensemos, si un gobierno de Milei, o uno de Massa, incluye radicales, peronistas, liberales, todos de derecha o de ultra derecha, entonces ¿cuál es el mal menor?
En lo personal a mí me asusta más Massa que Milei o que Bullrich. Primero, porque Bullrich y Cambiemos tienen tantas pero tantas contradicciones internas que dudo que logre el apoyo necesario para hacer su programa de gobierno. Milei por su parte es un tipo, además de payasesco, con escasa o nula experiencia de gobierno con lo cual ya hay gente como Macri, Barrionuevo y tantos otros que se plantean como “gobierno en las sombras”. Sin el apoyo de los movimientos sociales y los sindicatos, Milei va a tener que enfrentarse a un incremento de luchas sociales. En cambio, Massa, además de ser un cínico sin principios ni ética, que ha cambiado de ideas como de calzoncillos (en realidad seguro que de calzoncillos menos que de ideas) es un tipo que me asusta por sus vínculos con lo peor de la Iglesia Católica, con la Embajada norteamericana, con el empresariado más corrupto, con los militares y las fuerzas de seguridad. Y encima, al decirse peronista vamos a encontrar que la lucha de calles se va a ver frenada por la burocracia sindical y los caudillos peronistas y de los movimientos sociales.
BD: En este marco general: ¿Cómo ves la política de la izquierda en esta campaña electoral? ¿Te parece que está a la altura de las circunstancias o que está leyendo bien la realidad actual?
PP: Creo que lo vengo planteando hace rato. En el debate presidencial me hubiera gustado que Bregman planteara algo cercano al discurso de la CGT de los Argentinos del 1ro de Mayo de 1968, y no una cantidad de picardías para los diarios y los memes. ¿Milei es un gatito mimoso? Guau, qué definición para adolescentes. Si esperamos hacer crecer a la izquierda con ese tipo de planteo estamos fritos. En realidad, y como pasa desde 1945 el FITU (me cuesta un poco decirle izquierda porque cada vez lo es menos) oscila entre dos concepciones. La primera es una especie de frente antifascista (o sea Anti Milei) que me recuerda a la Unidad Democrática de 1946, donde el PCA se tragó todos los sapos con tal de oponerse al “fascista” de Perón. Y luego, me recuerda al PCA post congreso de 1947, y sobre todo post 1956, donde se convencieron de que podían “heredar” a Perón buscando coincidencias. En esto el PCA no estuvo solo, Nahuel Moreno y su “entrismo” o Abelardo Ramos y su “socialismo nacional” tenían ideas similares. El resultado fue que ni el peronismo se hizo “de izquierda”, ni la izquierda heredó nada. Lo que si ocurrió es que se diluyó tanto el ideario de izquierda, que tuvo que surgir la “nueva izquierda” en la década de 1960 para que avanzáramos una vez más. Por último, lo notable del FITU es (amén de sus peleas internas y mezquinas) su incapacidad para la autocrítica: siempre insiste que le va bien, o que son el tercer partido (bueno ahora el cuarto con 3%), o que son la única alternativa. Digamos, son una especie de Massa trotskista: vótame a mí porque no hay otra y lo que hay es mucho peor. Como yo no soy voto cautivo de nadie, y voto mi consciencia, ya van dos elecciones que no los pienso votar ni ebrio ni dormido. No me representan. Y si quieren mi voto que se calienten en ganárselo.
BD: Pasan las elecciones y la vida sigue. ¿Cuáles son los desafíos de los trabajadores y sectores populares para enfrentar lo que se vive hoy y al futuro gobierno ajustador?
PP: Mi impresión es que viene un mundo horrible, gane quién gane. No van a haber menos pobres, porque el capitalismo salvaje actual esta basado en la miseria de las grandes mayorías, aquí y en Estados Unidos. El así llamado “uno por ciento” acumula cada vez más riqueza mientras cada vez más gente se muere de hambre. Nuestro desafío no es simplemente luchar, sino ver cómo vamos forjando una alternativa que concite el apoyo de la clase obrera y el pueblo. Este será un proceso lento, capilar, desde abajo, donde surgirán formas de organización y lucha que nos permitan ir avanzando. En eso tenemos que resistir el oportunismo de muchos como el FITU, la simplificación y la elección de respuestas superficiales y rápidas, y la desesperación que muchas veces nos gana sobre todo porque la situación es apremiante para todos. Asimismo, al igual que en otras épocas ya sea la década de 1910, o la de 1930 o la de 1966-1976, la militancia tiene que saber que ser rojo implica asumir riesgos, frente a la represión, a la corrupción, a las listas negras. Estar con los trabajadores y tener una postura ética y moral el día de hoy es ser de izquierda. Como señaló Lenin el marxismo es una guía para la acción. O sea, menos verso y más praxis. Sería bueno que el FITU volviera a esa tradición y dejara de lado la posmodernidad de la izquierda universitaria.