Necesariamente el resultado de las PASO y el marco de profunda crisis social y política requieren de un debate no solo sobre el análisis de esa situación, sino sobre todo de las salidas posibles desde los espacios de izquierda. Queremos aportar humildemente a esto con este artículo. Desde ya agradezco a los compañeros del espacio que integro, Borrador Definitivo por sus observaciones, correcciones y edición del mismo.


«Miren como nos hablan del paraíso
Mientras nos llueven penas como granizo»

Violeta Parra

Por Luis Cuello

El resultado de las elecciones PASO del domingo 13 de agosto deparó sorpresas, pero a decir verdad no tantas. Quizás para algunos tampoco significó una sorpresa  la devaluación del 22 %, llevada adelante por el gobierno en su sumisión al FMI que, con sus secuelas de aumento de la inflación, lleva el costo de vida a niveles dramáticos.

En las últimas semanas ha habido cientos de análisis. Algunos muy interesantes, que plantean reflexiones sobre un necesario y urgente debate de cómo enfrentar esto. Y cuando digo esto, no solo me refiero a cómo enfrentar lo que significa Milei, sino al desastre al que nos han llevado desde hace décadas los partidos del régimen en defensa de las ganancias capitalistas.

Es menester señalar los datos concretos que arrojaron estas PASO, para superar cierta segmentación que reina en los informes de la mayoría de los medios de comunicación. Destacamos algunos substantivos, mientras que, al final de este artículo, reproducimos al detalle los números oficiales1.

En primer lugar en las elecciones PASO se repitió, de manera desigual, un fenómeno que ya se había manifestado en las elecciones provinciales, y que venía preocupando a analistas burgueses en su defensa de la “institucionalidad” y que expresan la crisis del sistema de “representación”.

En comparación con las primarias del 2019 (también presidenciales), la abstención subió del 24 al 32 %. Quizás los índices no digan nada, pero, si sumamos además los números de la impugnación y el voto en blanco (que también crecieron) esto significa que, entre el 2019 y ahora, se sumaron 3 millones de personas más que decidieron no votar a nadie.

Y en este marco de absoluto desprestigio, tanto del peronismo como de la oposición, el FdT (hoy UxP) en ese periodo perdió nada más ni nada menos que 5,5 millones de votos; mientras que JxC sufrió una caída de un millón y medio. Y surgió Milei…

Ni reír, ni llorar: comprender

Hay centenares de publicaciones en las redes (por lo menos las que llegan a uno conformadas generalmente por gente “politizada”, de clase media progre) por las que corre una sensación de estupor y terror frente a los más de 7 millones de votos de este personaje payasesco. No creo que deba aclarar a esta altura la distancia que me separa de Milei, sin embargo vale reflexionar sobre ciertas cosas.

Lo primero es marcar que, como hace mucho tiempo, más del 95 % de los que votaron lo han hecho por  variantes políticas reaccionarias y al servicio de las patronales, sin atisbo siquiera de conciencia de clase. Milei, Bullrich y Massa expresan esto. Seguramente el mundo Nac & pop diga otra cosa.  Pero… ¿cómo hay que calificar al gobierno surgido de la jugada táctica genial de Cristina y que derivó en el casi presidente-candidato que tenemos con Massa? ¿Cómo hay que calificar los acuerdos con el FMI, los ajustes, la inflación galopante, etc., etc., de los últimos años en que el gobierno se desdijo de todo lo prometido? Después de todo, eligió pagar rigurosamente los intereses de las lelicqs mientras los jubilados siguen ganando miserias.

Lo que está en juego con el actual gobierno, son políticas neo menemistas de entrega de las “joyas de la abuela” que quedan (que son los recursos naturales) al mejor postor; sin importar las consecuencias para pueblos enteros y para el futuro. Y a pesar de la “mística” de que el peronismo “nunca reprime”, sí lo hicieron en Guernica de la mano de Sergio Berni, mientras hacían la vista gorda con Arcioni reprimiendo la pueblada del chubutazo; o Sáenz cuando cargó contra los docentes en la provincia de Salta, entre otros tantos ejemplos. Y en todo esto, muchos cerraron la boca, como creyendo que el silencio fuera salud.

¿Quién podía suponer que, en medio de este desmadre, el peronismo no iba a tener una de las peores elecciones de la historia; en la que incluso quienes lo votaron (y conozco muchos), lo hicieron con la nariz tapada? Reconocer esto sería un acto de sinceridad. Sería nombrar las cosas por su nombre. Incluso aceptando que el cataclismo podría haber sido mayor, de no ser por la jugada “táctica” de la candidatura de Grabois (progresista pero antiabortista) que permitió retener un porcentaje de votos. Sabido es que, en una muestra más de las promesas incumplidas a las cuales los políticos nos tienen acostumbrados, el propio Grabois llama a votar a Massa, con algunos fuegos de artificio… pocos por cierto.

Lo segundo que queremos marcar (e insisto en esto) es el fenómeno que se intenta ocultar: el aumento de la abstención y el voto en blanco. Los datos puestos más arriba son contundentes y demuestran el hartazgo y repugnancia hacia estas formas de hacer política. Esto además genera la lógica preocupación en los analistas burgueses sobre la falta de legitimidad social que tendrán los nuevos gobiernos. Por ejemplo, en casi todas las provincias en que ya hubo elecciones definitivas, las autoridades que surgieron lo hicieron sin superar la barrera del 30 % del padrón, con casos extremos como Córdoba, donde quien ganó lo hizo con el voto del 27 %, en Chubut con el 20 %, o en Santa Cruz donde el 51 % de la gente no votó a nadie. Una demostración más de lo poco democrático que resulta este régimen burgués, que se auto titula como tal, pero permite a las ínfimas minorías gobernantes decidir sobre la vida de las personas.

¿Este proceso es permanente? No lo sabemos. Lo que sí demuestra es la crisis del sistema de dominación, del régimen político de representación, donde todavía pueden seguir dominando por la ausencia, hasta ahora, de una alternativa de los de abajo. No es casual que estén haciendo especulaciones de cómo las fuerzas intervinientes puedan captar, en las elecciones definitivas de octubre, algunos los votos de quienes no se sintieron representados por ninguna opción en las PASO, en una historia que recién comienza y todavía no está decidida.

Es muy improbable que haya un ganador en las generales de octubre. Lo que sí está claro es que vamos a un proceso aun más profundo de crisis política, económica y de desastre social cada vez más  insoportable que cruzará todo el escenario político.

¿Qué presente defendemos? ¿El futuro ya llegó?

Las redes se han poblado de citas Gramsci, de poesías épicas inflamadas de indignación, y de apelaciones de “que vendrá”, sin casi tomar en cuenta lo que ya existe. La pregunta sería… ¿de que país hablan?

Vivimos en una sociedad completamente fragmentada, donde un pequeño sector que no llega al 6 % logra irse de vacaciones y es tapa de diarios, editoriales y logros de los gobiernos; mientras que el 94 %, que no se va a ningún lado, pasa los veranos en una pobre y desvencijada Pelopincho en el fondo de su casa, siempre que no vivan en un departamento de mierda. Gran parte de ese 94 % tampoco llega a comer decentemente ni tiene plata para el colectivo. Una sociedad donde la mayoría es cada vez más explotada e incluso accediendo a algún trabajo formal, no logra superar la línea de la pobreza; mientras los bancos y las grandes empresas nacionales y multinacionales hacen fortunas. Donde una cajera de supermercado, haciendo el mismo trabajo, cobra tres veces menos que un bancario. Donde, para los pibes y pibas de los barrios populares más castigados, la alternativa es trabajar de bachero en un bar, en una empresa de seguridad o de peón de albañil; frente a un soldadito de un búnker de venta de droga, que gana diez veces más… obvio, al límite de la muerte.

Un triunfo de Milei seguramente profundizará esas cuestiones. Pero la pregunta del millón es si, con distintos ritmos, con distintos modales, Bulrrich y Massa no solo no apuntan a lo mismo, sino que, desde sus puestos gubernamentales, no son los responsables de esta situación. La últimas declaraciones de Massa sobre no permitir que los y las docentes “hagan huelga por cualquier cosa” preanuncian y ratifican algo de eso. Los asombrados por la elección de Milei, parecen hablar adjudicándose una supremacía moral de defensa de derechos que millones no llegaron a tener nunca.

Los millones de trabajadores en negro, sin obra social, sin red alguna, ¿podrán defender acaso el aguinaldo o las vacaciones pagas que nunca tuvieron?. El último informe del INDEC señala que de 12 millones de personas que integran el mercado laboral “formal”, el 42 % está en negro y no goza de ninguno de esos derechos. Pero más aún: hay 5 millones y pico que se mueven en el trabajo informal, que viven de changas, de vender cualquier cosa o tienen un kiosquito en la casa para sobrevivir. A los habitantes de los barrios olvidados de Dios, sin luz, sin agua, sin colectivos, donde se tienen que guardar de los balazos apenas baja el sol, habría que preguntarse, qué conquista pueden perder.

Claro que Milei quiere terminar de destruir la salud pública. ¿Pero qué pasa con los que tienen que ir a los hospitales públicos (sostenidos por sus propios trabajadores) poniendo el cuerpo a la madrugada para conseguir un turno?, ¿alguien les preguntó que sienten y cuáles son sus derechos? ¿Cómo es eso de defender los derechos de quienes no los tuvieron nunca? De jóvenes para quienes la “justicia social” es un slogan de campaña porque nunca la conocieron. De quienes soportaron el aislamiento durante la pandemia en la más absoluta miseria. Es fácil escribir desde una computadora, con conexión a internet, en casa propia, con un sueldo formal. Pero de lo que se trata es de entender este proceso social de miseria y degradación.

De la misma manera podemos hablar del ataque de Milei a las libertades democráticas. ¿Acaso no sabemos cómo las mujeres de los barrios pobres sienten cada vez más la influencia de la expansión de los cultos evangelistas (bastante alejados del feminismo de las universidades), también base de los votos a Milei?. De esos evangelistas que van a las escuelas para pedir censurar textos y libros que se usan en las aulas?.  Nos escandalizamos de la repugnante misoginia de este personaje, cuando esa ideología se ha desarrollado con el reggaetón o las letras de L´gante, defendidas como expresión de “cultura popular”. Si de algo debemos sorprendemos es de nuestra tendencia a mirar hacia otro lado, cuando estos procesos culturales y sociales están en curso bajo nuestros pies.

Mi hijo Fede es docente en una escuela secundaria en Rosario, donde asisten pibes de los barrios Empalme Graneros y Ludueña, lastimosamente famosos en los últimos meses por las balaceras de los narcos y la muerte de niños (el pibe Maxi que, como la pobre Morena, no fueron los primeros ni serán los últimos). Él me cuenta que sus alumnos, pibes carentes de oportunidades, desde hace tiempo venían hablando de votar a Milei, hecho que corroboró el lunes pos elecciones. Pero no fue el único: varios amigos docentes que dan clases en barrios populares hablaban de lo mismo.

Vivo en un barrio marginal, un conglomerado de viviendas antisociales donde se amuchan más de 80 mil personas en edificios destruidos, entre la mugre y también las balaceras y los muertos, pero que en comparación con los mencionados, parecen el palacio de Buckingham. Charlando con muchachotes (y no tanto) que viven de changas, de usar sus motitos en deliverys para negocios de barrio además de cobrar algún plan que les permite tirar, encontré la misma sensación. La sensación de abandono y de bronca contra todo; en especial contra lo que llaman la “política”, esta política que los llevó a esto. Muchos de estos vecinos votaron a Milei. Y junto con eso aparece el “que se pudra todo”. Esto sucede en los barrios pobres, no en Marte.

Está claro que un Milei (y en distinta medida una Bulrrich o Massa) lejos de resolver esta situación, la agravarán. Como otras veces en la historia, a falta de otra salida que enfrente lo actual, Milei aparece para muchos de estos sectores como un “salvador”, con un nuevo sentido “religioso”, casi místico, diciendo dos o tres cosas con tono de bravucón. Y no hablo solo de gente que mira los programas políticos de la TV. El mundo para millones es tik tok, y un payaso disruptivo, puteando a veces contra los que puteamos todos, aunque sea desde una perspectiva diametralmente opuesta, “garpa”.

Entonces, ¿de qué hay que sorprenderse? ¿O acaso los seguidores del FDT y Massa no han festejado jugadas maestras, no han apoyado y siguen apoyando gobernadores como Perotti en Santa Fe, Infran en Formosa y tantos otros, en aras de cierta hegemonía y detrás de místicas y discursos de CFK de manera absolutamente acrítica? ¿No se hicieron acaso los boludos cuando el anti derechos Manzur, hombre además de los laboratorios, fue nombrado Jefe de Gabinete?

Milei y su perro Conan

Pero también hay que ponerlo en su dimensión. Sacó  el 30 % de los votos emitidos. Pero si tomamos el padrón electoral, solo dos de cada diez lo votaron efectivamente. ¿Que es un peligro en alza? Por supuesto que sí. Pero amerita hacer ciertas reflexiones.

En primer lugar, y partiendo del sector social “pobre” que lo votó: ¿su voto es absolutamente un voto de “derecha”? En esto podríamos decir que sí y que no. O por lo menos está por verse. Obviamente que, cuando uno recorre su programa ultra reaccionario, la mayoría de sus puntos “meten miedo”. Pero por otro lado, todo el mundo reconoce que su voto, así como las abstención y el voto en blanco, lo que expresa es el hartazgo y la bronca al régimen político y a lo existente. De hecho, cuando uno dialoga con algunos de sus votantes encuentra el no acuerdo con gran parte de ese programa (tal vez lo más terrible). Claro que esto plantea el problema de la consolidación o no de esa mirada o, un poco más allá ¿Qué pasará cuando -en el caso de que- gane? (también improbable por cierto); las inmensas mayorías, ¿aceptarán pasivamente esas medidas?

Más aún, quizás el voto de derecha más consecuente sea el de Bulrrich, ya que expresa un sector históricamente más reaccionario y gorila. El voto a Milei, queramos o no, peligrosamente tiene esas contradicciones, mientras que, al mismo tiempo, promete a dos voces que va a hacer un ajuste más grande del que pide el FMI, o le dice a lo más graneado de la burguesía argentina (como hizo hace meses en Bariloche) que si gana él, todos ganarán mucho más que ahora.

En segundo lugar, y no menor, la aparición de Milei ha sido totalmente funcional a UxP. No es casual que CFK (como se verá, no solo los medios hegemónicos han actuado) en algún momento lo subió al ring. No es alocado pensar que, sin la existencia de Milei, Juntos por el Cambio hubiera ganado las elecciones contundentemente, quizás con un ausentismo un poco mayor. Si bien navegando en dulce de leche, hoy el peronismo solo puede asomar la cabeza polarizando con el espacio de la Libertad Avanza.

En tercer lugar, aun atenuando ciertas propuestas como lo está haciendo post elecciones, y a pesar de ser quien expresa más radicalmente el programa capitalista más puro, no es el candidato del establihsment, de la gran burguesía; que no solo desconfía de cómo puede llevar adelante ese programa, sino que ve en su figura una profundización de la crisis del régimen político putrefacto y la perspectiva de rebeliones sociales muy profundas, lo que obviamente perjudicará sus negocios. Y en esto talla seguramente la acción de la embajada yanqui con su llamado permanente al “consenso”.

Si bien algunos indican sus semejanzas a Trump o Bolsonaro, lo diferencian de ellos los marcos en los cuales están asentados. Trump, a pesar de sus bravuconadas, tenía atrás grandes sectores del Partido Republicano y a sectores de la burguesía yanqui. Bolsonaro contaba con el apoyo de los sojeros, los desmontadores del Amazonas y sobre todo las Fuerzas Armadas. Nada de esto, hasta el momento, es patrimonio de Milei. Además que todo un programa como el de Milei solo puede ser posible si logra derrotar las resistencia del pueblo trabajador y pobre, cosa posible, pero improbable. Porque una cosa es vender la “tierra prometida”, y otra enfrentar la reacción popular cuando algo de eso quiera ser llevado adelante.

Y cuarto, no menos importante es que para muchos, Milei era y es un voto “útil”, un voto ganador. Y en eso jugaron al apoyarlo y decirlo abiertamente. No fue un voto vergonzoso. Y a decir verdad, no les fue tan mal. Esto contrasta con muchas experiencias de la militancia de años, de campañas electorales de la izquierda en la cual muchos decían: “Uds. tienen razón, pero votarlos es perder el voto”. Con Milei, queramos o no, se dio otro fenómeno. Si no, miremos Jujuy, que viene de una pueblada con huelgas, cortes de ruta y movilizaciones, donde gano Milei, voto sentido quizás como una herramienta posible, aunque errada, para golpear a Morales.

No se puede enfrentar el presente y el futuro defendiendo lo indefendible

Podemos decir que Milei es una especie de Menem recargado (¿habrá algún símbolo en sus patillas?).

Al igual que él en su momento, actúa sobre el desastre actual proponiendo la “salvación”. El peronista Menem instauró una cultura -que se enraizó durante años- de cambiar todo lo que andaba mal por algo que, a través de los años se demostró, anda peor. Pero aun siendo reelegido, logró algunos cambios estructurales importantes. Los ejemplos son infinitos. Ferrocarriles desfinanciados y que eran un desastre fueron privatizados y desaparecidos en función de los negocios de las automotrices, de la obra pública prebendaria y las fábricas de neumáticos. La Ley Federal de Educación y de Educación Superior, la privatización de Entel, la liquidación de la jubilación de reparto, son parte de un largo etcétera, que incluyó las famosas verdades de Menem anunciadas por el entonces ministro Dromi en las décimas menemistas: “nada de lo que no deba ser estatal quedará en manos del estado”. Lo cual permitió obviamente la venta a precio vil de esas empresas, derrotando en su momento la resistencia de sus trabajadores, pero con adhesión de amplias capas de la población. Hoy nuevamente la intervención de un estado (capitalista por cierto) no es visto como una solución a las necesidades de millones. 

Milei sigue la misma lógica. Cada una de las barbaridades que plantea se basa y asienta en el desastre actual, del cual son tan responsables unos y otros de los contendientes políticos en pugna. Miremos si no el tema de la educación. Obviamente que no habla de los subsidios a la educación privada, en especial la religiosa (después de todo sus acuerdos con sectores evangelistas y de la iglesia más conservadora, garpan y sostienen campañas), la propuesta de vouchers como golpe final, se asienta sobre el desastre que es hoy la educación pública. La desfinanciación y el desgranamiento de la misma, las condiciones sociales reinantes son denunciadas diariamente por docentes, padres y alumnos. Escuelas invivibles, sueldos miserables, violencia, raciones de comida vergonzosas, edificios que se caen abajo, etc., etc., etc. ¿Defendemos “esta” educación, a la que diariamente criticamos, y borramos eso bajo la alfombra frente al peligro de lo que será? ¿O ponemos en valor un debate sobre qué educación queremos y necesitamos? ¿O acaso nos olvidamos que los docentes (junto con los asistentes escolares), son los únicos actores que la defienden, resistiendo no solo en las aulas sino en la calle en defensa de sus salarios y en reclamo del financiamiento y la defensa de la escuela pública? Eso es lo que expresa en las largas huelgas que en este año hubo en Santa Cruz, Chubut, San Juan, La Rioja, Misiones, Jujuy, Salta, y quizás me olvido de alguna. Todo, claro, con el silencio cómplice de la CTERA de Baradel y Alesso en función de su alineamiento con el gobierno actual del candidato Massa, que esta semana volvió a amenazarlos.

O el CONICET (y en esto sin entrar en detalles, ya que es todo un debate en sí). Porque una cosa es la necesidad de la investigación científica de todo calibre, pero otra es la orientación del CONICET en las últimas décadas, que no solo ha priorizado el desarrollo de transgénicos (como el trigo transgénico HB4), sino que, bajo los mandos de Brarañao y Savarezza, dejó afuera a Andrés Carrasco como todo un ejemplo de su orientación. Decisión en la que influyeron las críticas de Andrés, no solo al glifosato y sus consecuencias para la salud de las poblaciones, sino a las empresas a las cuales servían, de una u otra manera, esos funcionarios, convirtiendo eso en política de estado, hecho ampliamente repudiado por quienes defienden una ciencia al servicio de las necesidades populares. El debate sobre la intención de la ultra derecha de destruir el CONICET no puede abandonar esta pelea, ya que llevaría a vía muerta.

Porque es imposible pelear por una salida distinta defendiendo lo que existe, porque lo que existe, en la mayoría de los casos, está cuestionado por nosotros mismos. Y eso plantea, seguro, todo un debate.

Milei lo hizo. Puso en agenda la lógica extrema de los negocios y el mercado, del capitalismo más brutal, también defendido por muchas de las “ideas” de los otros candidatos. Sobre todo cuando las tres listas posiblemente ganadoras, sin ser exactamente lo mismo, llevarán adelante ajustes y desatarán penurias contra el pueblo trabajador como lo han hecho hasta el momento. Bulrrich con un menemismo “atenuado” en búsqueda de asegurar los votos de Larreta; y el peronismo y Massa con un menemismo oculto (y no tanto), no ya sobre las empresas estatales (muchas de ellas fuente de financiación de la “política” de muchos de sus sectores internos), sino con la entrega desembozada de los bienes comunes en sus políticas extractivistas, con su consecuente devastación de la naturaleza y el ataque al nivel de vida de los pueblos.

Más allá de quiénes sean los ganadores, nada bueno hay que esperar. El escepticismo de la inmensa mayoría percibe esta cuestión.

No se trata solo de comprender el mundo, se trata de transformarlo

Hoy se ha abierto un debate, no solo entre distintos actores políticos, sino en el conjunto de la sociedad. En cada almacén, escuela, fábrica, lugar de trabajo, está este debate, con un telón de fondo que es la profunda crisis económica y social que hace priorizar cómo comer, cómo llegar a fin de mes, o cómo pagar los tarifados. La discusión electoral, que intenta enchalecar el debate, es solo la superficie de este proceso.

El rechazo al régimen político putrefacto promete agudizarse cada día y plantea la pregunta del qué hacer, y de cuál es la salida a este desastre. ¿Cómo salir de la encrucijada que muestra que, detrás de un Milei proto fascista que aparece como el “cuco”, aparecen los que buscan encolumnados con un Massa o Bulrrich ajustadores, para que sigan aplicando los planes que hoy soportamos, entre otras cosas?

Quizás para los trabajadores no sea el escenario más propicio. Y quizás tampoco para la izquierda (y no solo para la parlamentaria sino para todos nosotros). Aceptar dónde estamos parados debe ser un punto de apoyo para pensar el qué hacer.

Y no solo por el resultado electoral. Los trabajadores y pueblos han protagonizado en los últimos años luchas muy importantes, que lamentablemente, por la acción de la burocracia y aparatos ligados al gobierno, quedaron aisladas. Algunas consiguiendo victorias parciales, otras fueron derrotadas y otras más fueron diluyéndose por el desgaste. Ricas experiencias donde asoma lo de abajo, las asambleas, la auto organización, la bronca expresada en lucha y organización, pero que lamentablemente no pudieron dar un salto a lo nacional. Como ejemplo de los últimos meses, Jujuy, por las condiciones de aislamiento que promovieron unos y otros, no logró superar ese límite a pesar de su heroica lucha.

Los golpes, como dijo alguna vez un boxeador, no son caramelos. Y el movimiento trabajador sintió muchos de ellos. El movimiento de masas los sintió. Tanto como la falta de perspectiva en sus luchas, producto claro de la ausencia de alguna alternativa de clase clara.

La izquierda parlamentaria, más allá de los pocos o muchos votos que sacara, se ha demostrado incapaz de responder a estos procesos. Con eslóganes de campaña símil a los del régimen, como: “Votá a la izquierda que se planta” o “Renovar la izquierda” por ejemplo, que poco sirven para plantear las medidas necesarias para enfrentar el deterioro del nivel de vida y la restricción de libertades democráticas. Y en esto, en la justa denuncia a los acuerdos con el Fondo Monetario Internacional, no terminan de responder a la profundidad de los reclamos sociales.

En una campaña edulcorada, donde no existió la denuncia sistemática al régimen y sus instituciones, no solo prebendarías, sino serviles a las grandes patronales (lo que Milei astutamente oculta); también se renunció a desnudar el régimen explotador, o a la “democracia representativa” que nada tiene de democracia y se perdió una vez más la oportunidad de hacer de las elecciones burguesas una tribuna de propaganda anticapitalista y socialista, para levantar en muchos casos medidas mínimas desligadas de esa perspectiva. Propaganda. De eso se trata. Esa es la utilización que deben aprovechar los revolucionarios en los procesos electorales. Porque si no, ¿consideramos acaso el voto como una herramienta de transformación social como nos lo venden los partidos del régimen?

Sumemos a todo esto, el empecinamiento en priorizar las peleas de sus pequeños aparatos en función de una hegemonía de marginales yendo a una división en las PASO. Priorizar los buenos modales en función de cargos legislativos que poco sirven. Y sobre todo, dejarse arrebatar las consignas como la de “los estallidos que hacen falta” y el “que se vayan todos” por la caricatura que hace de ellas la ultraderecha.

No desdeño la participación electoral. El problema siempre es el cómo y es lo que deberían reflexionar. Lamentablemente hasta ahora (y me desdigo si hay algo que no vi), no he logrado leer, de ninguna de estas corrientes, alguna reflexión seria que sirva para el debate colectivo indispensable que hay que hacer, salvo un nuevo paso, un nuevo salto hacia las elecciones de octubre.

Quienes nos consideramos de izquierda y parte del movimiento obrero y popular, deberíamos reflexionar sobre esto. Apelo a que quienes son parte, sobre todo, del FITU puedan reflexionar sobre estas cuestiones. También deberemos hacerlo los trabajadores auto convocados de muchos lados, los luchadores ambientalistas, los científicos por una ciencia digna, las mujeres y sus luchas, los militantes independientes, los centenares de espacio culturales, periodísticos y políticos y tantos otros espacios que se expresan diariamente con sus acciones contra el capitalismo.

¿No es necesario, en esta emergencia para derrotar a todas estas variantes capitalistas, abrir un amplio debate democrático, horizontal, fraternal? ¿No hay que poner en pie a la militancia del conjunto de estos espacios para participar de la pelea ideológica, cultural y política que está en curso, superando las limitadas redes sociales, para plantar en la calle, en cada escuela, en cada barrio este debate? Para unificadamente enfrentar la devaluación de hoy, el deterioro de la vida de millones de pobres y la degradación social dando canales para que se exprese una organización por abajo, único camino posible para enfrentarlo. En una acción que movilice unificadamente a la izquierda: a la que mantenga sus listas, y a la que levanta el no voto o el voto en blanco, que permita en tres, cinco puntos unificar una posición y acción, respetando cada una de la visiones. Claro, los Redondos sonarían con… “Yo lo soñeee…!!”

Seguramente esta situación poco cambiará en dos meses. O sí, casi nadie sabe cuál es el mañana en este país (y en el mundo por cierto). Seguramente es difícil que la “izquierda”, en el sentido más amplio resuelva estas cuestiones que tienen años de rémora, en pocos días. Pero como dice el dicho: “para recorrer mil kilómetros hay que dar el primer paso”.

Seguro es un camino difícil, tanto como apostar a los procesos desde abajo, impulsando la auto organización de los trabajadores, sacándose de encima a los burócratas sindicales de todo pelaje, será nos guste o no nos guste, la única alternativa de clase que permitirá enfrentar no solo el presente, sino lo que vendrá.

Difícil, ¿no? Seguro que sí. Pero es un camino a recorrer. No habrá ni tácticas geniales, ni autoproclamación posible que resuelva esto. Pero desde ya supongo que si no lo hacemos, estaremos cada vez más que jodidos.


  1. Los datos son tomados de los informes oficiales de la Junta Electoral Nacional que registran cerca del 98 % de las mesas habilitadas. Es decir un universo de 34.491.607 ciudadanos sobre un padrón total de 35.405.013. El resultado es el siguiente, tomando en cuenta que los porcentajes son sobre los votos emitidos:
    Milei: 7.116.352 (30,04 %), Jxc: 6.698.029 (28,27 %), UP: 6.460.689 (27,27), FITU: 628.893 (2,65%)
    Sobre el padrón de 34.491.607 fueron a votar 24.016.776 o sea el 69%. Por los cual NO fueron a votar; 10.474.831 , el 31% del padrón. Vale aclarar que comparando con las elecciones PASO del 2019, la asistencia bajo del 76 % al 69%. Pero mas, de quienes votaron hubo 1.148.342 de votos en blanco (4,78 %), nulos 293.041(1,21 %) y 35.850 impugnados. 0,14 %.
    Sumados quienes no votaron a nadie son 11.951.575, casi el 35 % del padrón, tres millones mas que no votaron a nadie. Repite de esta manera el promedio del resultado electoral en las provincias y que ya preocupaba a los analistas burgueses más serios.
    Siguiendo el concejo de un viejo profesor de matemáticas, como no se puede sumar bicicletas y manzanas, el panorama completo sobre el total del padrón es el siguiente:
    No votaron a nadie: 35 %,a Milei: 20,6% , JxC: 19,4%, UP: 18,7 % y FITU: 1,8 %
    EN EL CASO DE Milei, 2 de cada 10 del padrón electoral original . Como se verá la distancia entre los que no votaron a nadie y lo que saco cada lista es abismal. ↩︎