El lunes pasado se produjeron fuertes temporales en las provincias de Tucumán y Córdoba, con lluvias abundantes que trajeron repentinas inundaciones, que a su vez, provocaron destrucciones materiales y muertes. En Tucumán, la inundación provocó anegaciones de calles, de casas y comercios, y trajo problemas en el hospital de San Miguel de Tucumán. En dicha provincia, las muertes fueron dos, debido a electrocución. Además, se vieron imágenes de autos arrastrados por una corriente que se llevaba puesto todo a su paso, también, miles de hogares se quedaron sin energía eléctrica. Un panorama similar se vio en otras localidades de la provincia y en Córdoba. Allí, las ciudades de las regiones de Traslasierra, Calamuchita y Punilla sufrieron de la intensidad de las lluvias. En Carlos Paz, una mujer murió ahogada al ser arrastrado su auto por el agua hasta un arroyo cercano. No sorprende que los más afectados fueran los sectores más vulnerables de la sociedad, que habitan las zonas más bajas, y por ende, más propensas a las inundaciones, perdiendo las pocas cosas que tienen. Tampoco tiene que asombrar que, tras el sufrimiento de muchos aparezca el beneficio de unos pocos, lo que siempre se busca tapar.Como cada vez que algo así pasa, los medios masivos de comunicación salieron a enfocar la atención en la cantidad copiosa de precipitaciones caídas en poco tiempo en cada lugar, dejando de lado las acciones humanas sobre la naturaleza, o mejor dicho los negocios empresariales, que se vienen perpetrando hace tiempo, y que tienen conexión directa con las inundaciones.Nos referimos a que estamos ante las consecuencias del desmonte y de La tala indiscriminada de árboles para expandir la frontera agrícola y ganadera en función de los intereses agroindustriales y de los negocios inmobiliarios. Tanto en Tucumán como en Córdoba, la expansión de la soja y el maiz transgénico viene destruyendo enormes extensiones de selvas y bosques nativos. Particularmente en Córdoba, al igual que tantas otras regiones del país (San Nicolás incluida), durante el 2020, los intereses inmobiliarios y agro ganaderos desencadenaron extensas quemas de vegetación de las zonas serranas llegando a cifras récord en la provincia.Por lo tanto, las inundaciones están lejos de ser un mero fenómeno natural impredecible, sino que tienen relación con la deforestación, la cual conlleva la pérdida de miles y miles de hectáreas de árboles y hierbas, lo que implica la eliminación de elementos naturales que absorben y frenan el paso del agua; por eso tenemos que ver estos hechos como consecuencias de un modelo económico impulsado por las grandes empresas, en conjunto con el Estado, que pone todas sus instituciones y herramientas para el sostenimiento de un modelo sojero, transgénico, extractivista. Cada uno de los gobiernos nacionales que gestionaron el país en las últimas décadas y los distintos gobiernos provinciales actuaron en función de estos negocios que destruyen el medioambiente y la salud pública, y que además, afectan a las poblaciones con consecuencias como éstas que se repiten año a año en temporadas de lluvias. Además, a los efectos del desmonte y la quema de pastizales debemos sumar la realización de obras sin planificación, y al mismo tiempo, la falta de inversión en obras hídricas equilibradas con el medioambiente y que sirvan de prevención ante eventos naturales. En este 2020, quedó aún más en evidencia que el capitalismo, que las burguesías y sus Estados están atentando contra la naturaleza y la vida humana. La barbarie, se expande. Sólo desde los oprimidos pueden emerger soluciones reales.
Borrador definitivo, periodismo de clase.