Artículo elaborado y publicado por el Observatorio Petrolero Sur
En los últimos meses, el hidrógeno verde comenzó a ocupar un lugar de relevancia en la agenda política de la autoridades de Río Negro y del país, y ya saltó el cerco de las publicaciones especializadas en energía. Una vez más el eje está puesto en objetivos rentistas y en transitar sinuosos caminos que demoran nuestra salida de la sociedad fósil.
Por Leonardo Salgado y Hernán Scandizzo / Mesa de Transición Productiva y Energética de Río Negro
“Vamos a fomentar las inversiones en materia de Energías Renovables, por eso hemos acordado con la Embajada alemana la elaboración de un estudio para poder evaluar la generación de Hidrógeno Verde en el territorio de la provincia de Río Negro”, anunció la gobernadora Arabela Carreras el 1° de marzo en la inauguración del período de sesiones ordinarias de la Legislatura. “El instituto Fraunhofer ya presentó un avance muy positivo acerca de […] en qué regiones de la provincia de Río Negro podrían alojarse las producciones […] y a la brevedad será presentado el estudio final; somos la primera Provincia del país en tener estudio avanzado acerca del Hidrogeno Verde”, destacó la mandataria. Ese mismo día, en el discurso de Apertura de Sesiones Ordinarias del Congreso de la Nación, Alberto Fernández también se refirió al hidrógeno verde, aunque lo hizo al pasar.
El hidrógeno no es una fuente energética; no produce energía sino que es un vector que la almacena, como puede hacerlo una batería o un embalse. Esto no es un detalle: una de las críticas a su producción a gran escala es que la tasa de retorno energético resultante de la electrólisis pone en duda su rentabilidad. Actualmente en el mundo se producen más de 70 millones de toneladas de hidrógeno al año, la mayor parte del cual se utiliza en la producción de amoniaco para fertilizantes y en ciertos procesos industriales, entre otros de la industria petroquímica. Hoy lo que se busca es potenciarlo como vector energético, de manera de atender una parte de la demanda que actualmente cubren los combustibles fósiles.
A pesar de ser el elemento más común en la naturaleza, el hidrógeno no existe en estado libre: hay que separarlo de otras moléculas. A partir del reformado del gas natural —particularmente metano, proceso en el que hay emisiones de CO2—, se obtiene el llamado hidrógeno gris; con el mismo método, pero capturando esas emisiones y almacenándolas, el resultado es el llamado hidrógeno azul; y por último, a partir de la electrólisis del agua, sin emisiones de CO2, si se utilizan energías renovables: el llamado hidrógeno verde¹.
En un futuro post fósil, el sobrante de energía eléctrica renovable proveniente de un parque eólico o de una granja fotovoltaica podría ser destinado a la electrólisis del agua, y el hidrógeno verde obtenido, usado directamente o almacenado para generar energía eléctrica en momentos de mayor demanda. De este modo, podría compensarse la intermitencia de las fuentes renovables, las cuales generan electricidad solo cuando se dan las condiciones de radiación solar y vientos. Sin embargo, en el caso de los funcionarios y empresarios de Argentina el objetivo que se persigue no parece ser compensar la intermitencia de nuestra generación eléctrica renovable sino la de exportar energía.
Los principales consumidores del hidrógeno verde serán los países centrales en transición hacia la descarbonización de su matriz energética (China, Japón, Alemania, Países Bajos y Corea del Sur), y es posible que la mayor parte sea producido en el Sur Global. En términos globales lo que se busca es una vía para sustituir el consumo de combustibles fósiles sin abandonar el derroche de materia y energía de la civilización fósil. Una transición energética de esas características significa, también en el Sur Global, un nuevo impulso al extractivismo, porque demandará minerales tanto para la generación y el transporte de electricidad como también para la construcción de electrolizadores.
Predestinades a ser potencia mundial
Desde los discursos de apertura de sesiones en la Legislatura de Río Negro y el Congreso de la Nación, el tema no solo ganó presencia en la prensa. En abril la gobernadora convocó a una Mesa Rionegrina del Hidrógeno Verde (integrada por la Secretaría de Estado de Energía, la Secretaría de Ambiente y Cambio Climático, Eólica Rionegrina S.A, la Agencia Río Negro Invierte, el INVAP y el instituto alemán Fraunhofer) con el objetivo de posicionar a la provincia “como líder en materia de responsabilidad social, educativa, científica y comercial de Hidrógeno Verde. Cabe destacar que Capex SA ya manifestó su interés en probar el potencial rionegrino; esta compañía, a través de su subsidiaria Hychico, tiene una planta de producción en Comodoro Rivadavia.
Por otra parte, a nivel nacional, se conformó en mayo una Mesa Interministerial, convocada por el Consejo Económico y Social, para trazar una hoja de ruta para el desarrollo del hidrógeno. En el mismo sentido, en julio de 2020, Y-Tec, conformada por YPF (51%) y el CONICET (49%), había propiciado la creación del consorcio H2Ar para el desarrollo de la economía del hidrógeno en la Argentina². El director del consorcio H2Ar y gerente general de Y-Tec, Santiago Sacerdote, aseguró que Argentina está ante la gran oportunidad de “exportar energía baja en carbono” a gran escala y subrayó: “Tenemos recursos renovables extraordinarios”. En la misma línea, Santiago Sajaroff, presidente de la Cámara Argentina de Energías Renovables e integrante del directorio de YPF Luz, propone “llegar a los mercados que nos den la escala que necesitamos [para exportar].”
En Argentina se sancionó la Ley Nacional del Hidrógeno N° 26.123 en 2006. En 2013 el gobierno convocó a la elaboración de un Plan Nacional de Hidrógeno con el objetivo de avanzar en la reglamentación de esa ley, iniciativa que no prosperó. En abril de 2019, el diputado Gustavo Menna (Chubut), la diputada Lorena Matzen (Río Negro) y otros nueve legisladores de extracción radical presentaron un proyecto de modificación de esa ley (Proyecto 1769-D-2019), en el que hacen hincapié en el hidrógeno verde e incorporan la posibilidad de exportar. En la fundamentación Menna también destaca que Argentina tiene condiciones naturales y ubicación únicas, particularmente la Patagonia, por la potencia y constancia de sus vientos, que permite el la instalación de parques eólicos, y la disponibilidad “de agua y superficie necesarios para alcanzar esta producción a gran escala”.
Por encima de la presunta contribución a la emergencia climática, lo que parece interesar a funcionarios y empresarios es el negocio, y en el mejor de los casos, la posibilidad de ingresar divisas al país. En este sentido, Daniel Schteingart, director del Centro de Estudios para la Producción del Ministerio de Desarrollo Productivo de Nación, promete hasta 15 mil millones de dólares en exportaciones de hidrógeno y 50 mil puestos de trabajo para 2050.
Necesitamos un cambio integral
La descarbonización de la economía es un imperativo de esta época; sin embargo, que la perentoria y obligada transición energética sea asumida solo como una oportunidad para acumular riqueza y obtener un reposicionamiento geopolítico abre un horizonte con las mismas dificultades del hoy. Además, la crisis no es solo climática, ni siquiera solo ambiental, es también civilizatoria. Reducir todos los problemas al cambio climático es no reconocer la verdadera magnitud del colapso en ciernes. Como sostienen Maristella Svampa y Enrique Viale, “la transición no puede reducirse a un cambio en la matriz energética, garantizando la continuidad de un modelo de consumo insustentable. La descarbonización de la economía debe conducirnos a un cambio integral de la matriz productiva, de consumo y de distribución; debe apuntar a cambiar el sistema de relaciones sociales y reforzar el vínculo ecodependiente con la naturaleza”.³
Las decisiones sobre el modelo productivo post fósil y la transición energética deben ser tomadas en forma transparente y democrática, asegurando la más amplia participación de la sociedad; de ninguna manera deben quedar circunscritas a una mesa de expertos.
Desde nuestra perspectiva, la energía (incluyendo al vector hidrógeno verde) debe dejar de ser vista como una mercancía y pasar a ser una herramienta para mejorar la calidad de vida de las personas. No descartamos que el hidrógeno verde pueda tener un rol en una transición energética justa y popular (ad referendum de su viabilidad técnica y económica). Lo que rechazamos categóricamente es el objetivo rentista del gobierno y la posibilidad de que su producción termine demorando la salida de la sociedad fósil. Río Negro (y Argentina toda) debe comenzar de manera urgente a discutir su transición productiva y energética, y prepararse para el impacto que supondrá la pronta y obligada desfosilización de su economía.
Con relación a esto último, en el documento Más allá de la renta petrolera: propuesta para la diversificación productiva y la democratización energética, desde la Mesa de Transición Productiva y Energética de Río Negro planteamos la necesidad de realizar modificaciones en el marco regulatorio de promoción de energías renovables vigente en la provincia, el cual prioriza la generación de electricidad para inyectar al Mercado Eléctrico Mayorista, beneficia a los proyectos a gran escala y cede la planificación energética al estado nacional. Proponemos la enmienda de la Ley 5.375 de Régimen de Fomento a la Generación Distribuida de Energía Renovable integrada a la Red Eléctrica Pública, de manera de promover la instalación de equipos de generación en la red de media tensión y así permitir que las municipalidades y cooperativas se puedan convertir en generadores locales y comunitarios, esto contribuiría a la democratización del sistema eléctrico, lo mismo podría aplicarse al caso del hidrógeno verde. El marco actual alienta la figura del usuario individual productor/consumidor, pero no comunitario.
De todas formas, suponer que las renovables pueden reemplazar el 100% de la oferta energética actual, es una ilusión. Definitivamente, las sociedades post fósiles, y Río Negro no es una excepción, deberán funcionar con menos energía y menos materia. Este dato fundamental no figura en ninguno de los escenarios futuristas de la provincia, abundantes en términos tales como “oportunidad”, “posicionamiento”, “papel clave”, “mercados internacionales”, “precios competitivos” y “escala de producción”. La transición energética debe ser justa, en primer término, y debe apuntar a descentralizar, desprivatizar y democratizar el sistema.
Notas
¹ El Hidrógeno así producido puede emplearse de manera directa, quemándose, o ir a alimentar pilas o celdas de combustibles para producir electricidad, que son dispositivos electroquímicos en los cuales un flujo continuo de combustible y oxidante sufren una reacción química controlada, suministrando energía eléctrica y generando como residuo agua y calor.
² Las empresas que forman el consorcio son: YPF, Siemens Energy, Toyota Argentina, Cargill, Alstom Group, Pampa Energía, Tenaris, Ternium, Scania, YPF Luz, Profertil, Compañía MEGA, TGN, TGS, Genneia, Baker Hughes, Sumitomo Corporation, Loma Negra, IEASA, Emerson, ABB, CGC, Trafigura, Explora, SICA, ABO Wind, AES Argentina, Air Liquide, Air Products, Hychico, Praxair, AESA, Soluforce y Honeywell.
³ Svampa, M. y Viale, E. 2020. El colapso ecológico ya llegó, Buenos Aires, Siglo XXI Editores, p.167.