En el último tiempo hemos visto cómo el sector de los gordos sindicales fue perdiendo peso en el armado de las listas, estas elecciones no revirtieron esa tendencia, con una sola excepción: Naldo Brunelli, Secretario de la UOM San Nicolas desde hace 50 años
Por Juanjo Lázzari
Desde el retorno de la llamada democracia no se recuerda una presencia tan flaca de los burócratas sindicales en el armado de las listas para las próximas elecciones, probablemente pagando su acercamiento al macrismo. Lo cierto es que su reconversión al Frente de Todos no alcanzó para recuperar parte del espacio político que supieron tener. Solo los bancarios con su Secretario General Sergio Palazzo, cercano a Cristina, logró un lugar en las listas que de no mediar un desastre electoral lo ponen dentro de la cámara, para sumarse a otros dos representantes de su sector que ya se encuentran cumpliendo mandato.
Lo cierto es que de serotrora una de las patas fundamentales del peronismo, la CGT -algo así como el modelo sindical argentino- no logró meter ningún representante para el Congreso Nacional. Tampoco lo logró Hugo Moyano que pretendía colar en el armado electoral a su hija Karina.
Pero todo tiene excepciones. El único de los representantes de la casta de burócratas sindicales del espacio cegetista que encontró cobijo en el armado electoral, y en un lugar más que expectable -encabezará la lista de Diputados Provinciales en la Segunda Sección Electoral por el Frente de Todos- es Naldo Brunelli, Secretario General de la seccional San Nicolás de los metalúrgicos y Secretario Administrativo de la emblemática organización de los trabajadores del sector a nivel nacional. En la práctica es el número dos de la UOM luego del fallecimiento de Armando Leyes, Secretario Adjunto del gremio.
Quién es Naldo Brunelli
El “Flaco”, apodo con que se lo conoce en su ciudad de origen, San Nicolás, y con el que trascendió al ámbito del sindicalismo nacional, maneja la poderosa seccional del norte de la provincia de Buenos Aires desde la muerte de Rucci en 1973. Sí…, no leyó mal: casi 50 años manejando los destinos de los trabajadores metalúrgicos de la región. No sabemos si esto marcará un récord de permanencia, atornillado a un sillón sindical, pero sin temor a equivocarnos podemos especular que, si alguna vez vivió y sufrió, como lo hacen los obreros, pocos recuerdos le quedan hoy.
Cierto es que estas casi cinco décadas en que “el taquígrafo”, otro de los motes que supo ganarse, se erigiera como jefe sindical, no han pasado en vano. La realidad de los trabajadores de la zona ha cambiado y para mal.
Apenas producido el retorno a la “democracia” el gobierno de Alfonsín, contrariando sus promesas electorales, pretendió avanzar con un proyecto privatizador de la empresa estatal SOMISA. El plan que encarnaba el radical Juan Sourruille, con la venia del gobierno nacional, no difería mucho del que años después terminó imponiéndose ni en qué grupo se quedaría con la acería a precio vil, ni en la cantidad de despidos que debían producirse antes de la privatización. Pero -pequeño detalle- dejaba afuera del negocio a la estructura del PJ y a la propia dirección de la UOM. Esto llevó a que Brunelli se parara en la vereda de la resistencia a la iniciativa. De esa época la ciudad recuerda el acto más numeroso del que tenga memoria. El proyecto cayó por la propia debilidad del gobierno radical y tiempo después el mismo Alfonsín caería. Luego vendría Menen y la historia sería distinta.
Con el Riojano en el gobierno y María Julia timoneando la situación, se desató una ola de privatizaciones exigidas por los organismos internacionales, y SOMISA volvió a estar en la picota. Pero, a diferencia de años atrás, la directiva de la UOM evitó, de todas las maneras posibles, organizar a los trabajadores para enfrentar la venta de la empresa o siquiera para defender los puestos de trabajo. Hasta llegó a decir que la privatización era la opción menos dolorosa, a pesar de que estaba claro a esa altura que la ideas era “regalársela” a Techint y que, para que el negocio les cerrara aún más, la interventora debía eliminar más de 10.000 puestos de trabajo y recortar derechos a los que quedaran. Todo esto lo lograron aplicando un plan de retiros (in)voluntarios, bajo una terrible presión sobre la cabeza de los compañeros que, solos, sin casi alternativas de pelear y con el gremio jugando en contra, terminaron firmando la salida que los condenaba a un futuro incierto.
Las razones del cambio de la cúpula de la UOM entre el intento fallido de privatización Alfonsinista y el exitoso del tándem Menem – María Julia, sin ser mal pensados, quedaron a la vista cuando, al tiempo de que la empresa fue efectivamente entregada al clan Rocca, Brunelli creó una serie de empresas que prestaban y prestan servicio a todas las filiales del grupo de los Rocca. Tal es el caso de Loberaz, contratista de montaje que tiene a sus trabajadores con los paupérrimos salarios básicos de UOM. Es decir que se convirtió, él mismo, a la doble condición de burócrata y patronal. Un dato para destacar es que, en estas empresas, dirigidas ahora por estos sindicalistas – patrones es seguramente donde más se avanzó en recortes de derechos laborales, donde está prohibido hacer asambleas o mínimamente reclamar algo.
Pero por aquellos días recibió un premio extra: tal como en la actualidad, entonces fue incluido en las listas de diputados nacionales del PJ, donde llegó a ser presidente de la bancada de este sector. Por supuesto que asumió argumentando que lo hacía por los compañeros que estaban en la calle. Sin embargo, terminó su mandato en medio de denuncias por la quiebra del Banco de La Ribera que, meses antes, en 1995, había sido integrado al BID, acusaciones que nunca fueron debidamente aclaradas.
Por estos días, Naldo Brunelli vuelve a ser premiado con un puesto en las listas que bendice el gobernador Kicillof, y que cuentan con el apoyo, entre otros, del represor de obreros Sergio Berni. Me pregunto: remarcar esto…¿será hacerle el juego a la derecha? ¿Es hacerle el juego a la derecha mencionar que el pasado 5 de agosto se produjo una explosión en un sector de la planta, de la que por fortuna no hay que lamentar víctimas, generada por la acumulación de agua en un convertidor de los hornos de la acería, ocasionada por falta de reparaciones?. Sin embargo, la UOM no tomó medida alguna.
¿Serán estos los méritos que lo potenciaron para ocupar un lugar en las listas del PJ? ¿Pueden los trabajadores de la región esperar que este representante “obrero” asuma en el congreso provincial la defensa de sus derechos y salarios? Es indudable que los trabajadores nada deben esperar del Brunelli diputado. Sus intereses están muy lejos de los intereses de todos nosotros, pero tampoco, en honor a la verdad, es dable esperar algo del propio parlamento que, en los hechos, no funciona más que como una escribanía del poder económico.